URBANÓPOLIS: Índice de normalidad

Con seguridad, al mismo tiempo que incorporamos a nuestro lenguaje cotidiano el concepto de pandemia, se comenzó a hablar de una “nueva normalidad”, algo que, bien a bien, nunca se explicó en que consistiría y, por lo tanto, cada uno de nosotros tuvo la libertad de imaginar y pensar qué sería, para algunos era regresar al antes del COVID-19, otros lo asumieron como regresar a ser igual, pero de forma diferente.

Por lo anterior, llama la atención que a mediados del año pasado The Economist haya publicado el Índice de Normalidad, teniendo como universo de estudio 50 países que representan el 90% del PIB mundial y el 76% de la población mundial. El estudio asume como punto de partida la situación pre-Covid, a la cual se le asigna un valor de 100 y, a partir de aquí, se miden las actividades de cada país. En junio del 2021, el promedio de los 50 países fue de un 66, muy lejano a los valores pre-pandemia, pero lo más relevante fueron las evidencias de un comportamiento muy distinto entre países.

El índice comprende ocho indicadores divididos en tres dominios: 1) Corresponde al transporte y los viajes: transporte público en las grandes ciudades; la cantidad de congestión del tráfico en esas mismas ciudades; y el número de vuelos nacionales e internacionales. 2) Centra su atención en la recreación y el entretenimiento: cuánto tiempo se pasa fuera del hogar; ingresos de taquilla de cine (una medida indirecta de la asistencia al cine); y asistencia a eventos deportivos profesionales, y 3) El comercio minorista y el trabajo: tiendas y ocupación de oficinas (medida por la afluencia de personas en el lugar de trabajo en las grandes ciudades).

El documento indica que el índice de normalidad global se desplomó en marzo de 2020, cuando muchos países impusieron restricciones drásticas a sus ciudadanos. Cayó a solo 35 en abril de 2020, antes de mejorar gradualmente durante los meses siguientes, y en junio del 2021 era de 77, lo que sugiere que el regreso a la vida antes de la pandemia estaba cerca, pues nunca se consideró la cuarta ola o la nueva variante, Ómicron.

El índice calculado para junio del 2021, indicaba un promedio general de 76 puntos, es decir, casi 3/4 partes de “normalidad”. Sin embargo, cuando se analizan los rubros, llama la atención que el esparcimiento sea el más lejano a la normalidad (100 puntos), las idas al cine representaban solo 28 puntos, al igual que la asistencia a eventos deportivos. En el caso de los vuelos (nacionales e internacionales), la calificación fue de 45 puntos, lo que representó un incipiente regreso a la cantidad de vuelos presentados previos a la pandemia.

En lo referente al trabajo, las reuniones de Zoom y las entregas de Amazon han sido dos características destacadas de la pandemia del Covid-19. La mayoría de los trabajadores administrativos están apostando por una flexibilidad continua, en la cantidad de tiempo que pasan en el lugar de trabajo. Es posible que las tasas de ocupación de oficinas nunca vuelvan a los niveles anteriores. La afluencia de minoristas en el comercio ha sido notablemente fuerte desde mediados del año pasado, y ahora está por encima de los niveles pre-pandémicos.

México está en el grupo de los diez países cuya actividad hacia junio del 2021 se encontraba cerca de lo normal. Hong Kong encabezó la lista con un puntaje de 96.3 seguido de Nueva Zelanda, Paquistán, Nigeria, Ucrania, Rumania, Dinamarca, Egipto e Israel.

Al respecto de porqué México se encuentra en los países con mayor índice de normalidad, Valeria Moy, del Instituto Mexicano de la Competitividad, nos permite comprender muy bien esta posición, pues señala que México figura en los diez primeros lugares de esta lista, porque es prácticamente nulo apoyo fiscal al empleo, y a las empresas (94% de las empresas en México son micro, pequeñas y medianas), situación que derivó en que la gente tuviera que seguir saliendo a la calle para buscarse la vida, para mantener o encontrar algún empleo que le permitiera llevar recursos a la familia. La Ciudad de México, donde se genera 16% de la actividad económica, simplemente no puede darse el lujo de volver a cerrar. Al principio de la pandemia se discutía si se debería de cerrar la economía para proteger la salud, y se presentaba como un falso dilema. La realidad fue distinta: “No es que hayamos planeado regresar a la normalidad, es que simplemente no pudimos alejarnos demasiado de ella”.

Hoy, a casi dos años de distancia, la discusión entre priorizar la salud de la población o la economía del país, ha quedado resuelto. Con los niveles de contagio por Ómicron que hay en los primeros días de enero, el año pasado el semáforo sanitario indicaba rojo y hoy, un año después, se mantiene verde. Si nunca nos pudimos alejar de la normalidad, es impostergable que hoy construyamos una nueva realidad, y para esto es necesario considerar diferencias y condiciones regionales, la brecha tecnológica y una clase trabajadora cada vez más empobrecida.

Lo anterior representa un gran reto, de inicio, se podría comenzar porque las autoridades de todos los niveles de gobierno, más que propósitos de año nuevo, deberían de expresarle a la sociedad objetivos claros sobre lo que se proponen realizar durante este 2022, para que la sociedad tenga mejor calidad de vida, sin la necesidad de gastar más recursos económicos.

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