Punto ciego, cómo nos autoengañamos

El autoengaño, por tanto, ayuda a protegerse de la ansiedad disminuyendo el grado de conciencia. (Imagen: especial)

¿Por qué mentimos? ¿Cuál es el motivo para ocultar la realidad?   En un niño la respuesta por lo general es fácil,  habitualmente es por miedo a un castigo al haber transgredido una indicación previa. Pero, ¿en un adulto? Las razones pueden ser muchas, veamos algunas. Una de ellas es la incapacidad para afrontar la realidad y asumir una responsabilidad; por lo general este tipo de negación opera de manera automática en algunas personas llegando a ser un reflejo inconsciente. Otra es por la incapacidad para cambiar la realidad;  este tipo de negación es más consciente y llega a convertirse en manipulación;  también se niega la realidad por conveniencia siendo esta la forma más usual de la mentira y casos extremos puede convertirse en mitomanía.

Aquí vale la pena aclarar que se entiende por “mitomanía”.  La mitomanía en psicología es la tendencia de algunas personas a alterar una realidad al momento de describirla o  bien de plano inventar una realidad alterna. Por lo general el mitómano está sistemáticamente diciendo mentiras y en determinados casos que lindan ya no en la psicología sino en la psiquiatría llegan sinceramente a creer en sus mentiras, viviendo entonces en un mundo imaginario, donde solo sus otros datos son reales. 

Por si misma la mitomanía no es una entidad patológica, es básicamente un síndrome, un conjunto de síntomas y signos y lo encontramos como parte de algunos trastornos de la personalidad del llamado Clúster B del DSM V. Histriónico, Narcisista, Límite y Antisocial.

Por ejemplo, un narcisista miente para verse como el héroe, una especie de  mesías predestinado a una gran causa, algo así como salvar a un país,  también para mostrarse  como una víctima de un  imaginario complot;  una persona con trastorno límite lo hará por autoestima,  y los antisociales usan la mentira como  instrumento para conseguir algo.

En la mayoría de los casos se trata de una mentira consciente que después llega a ser creída. Viven en un teatro, y terminan viviendo en un mundo inventado por ellos, incapaces de ninguna relación afectiva duradera o realmente profunda. Viven en un perpetuo autoengaño y se  niegan a ver cualquier otra realidad que no sea la que ellos han inventado.

Pero el problema no termina ahí, cuando las circunstancias son favorables estos individuos son capaces de manipular a las masas y hacer vivir en un perpetuo autoengaño a sus seguidores. Ejemplos los hay, y muchos,  en la Historia reciente. La posibilidad de que millones se refugien en una realidad alterna es real. 

Sobre este asunto, Daniel Goleman, autor norteamericano más conocido por su libro “Inteligencia emocional”,  ha escrito “El punto ciego, psicología del autoengaño”.

El autoengaño opera tanto a nivel individual, como colectivo. El precio de la pertenencia a cualquier “tribu” o  grupo es eliminar las propias dudas y no cuestionar la forma en que el grupo hace las cosas; el grupo, es un hecho, inhibe toda discrepancia. 

¿Por qué el título de “punto ciego? Se aclara que es meramente metafórico, resulta que anatómicamente en la parte posterior del ojo hay una zona, que carece de las terminaciones nerviosas que existen en el resto de la retina. Esta zona constituye un “punto ciego”, que no registra nada y crea una especie de laguna en la información que se transmite al cerebro.

Metafóricamente también, todo lo que llama nuestra atención queda dentro del marco de nuestra conciencia, mientras que aquello que de entrada no nos agrada o no entendemos es desechado y termina desvaneciéndose.  

El autoengaño, por tanto, ayuda a protegerse de la ansiedad disminuyendo el grado de conciencia. La negación  implica un rechazo a aceptar las cosas tal y como son, supone una escapatoria momentánea antes de enfrentarse con la realidad.

Todas las personas tienen puntos ciegos, zonas en las que son proclives a autoengañarse. Estas lagunas mentales tienden a ser rellenadas con explicaciones que intentan ser racionales o de plano con imaginaciones. En los casos más extremos se llega al fanatismo, en estos casos el autoengaño es total, ya hay una pérdida del contacto con la realidad.  

Y no nos engañemos, en México ya tenemos millones de fanáticos que difícilmente verán la realidad. 

Asumamos el problema.