ECOS LATINOAMERICANOS: El juego electoral del régimen venezolano (parte 2)

Las elecciones del 22 de noviembre del año pasado han complicado aún más el ya difícil escenario político de Venezuela. (Foto: especial)

Las elecciones del 22 de noviembre del año pasado han complicado aún más el ya difícil escenario político de Venezuela. Estas ultimas elecciones, gozaron de una mayor participación de parte de la mayoría de los grupos de oposición al régimen, aun cuando realmente no tuvieron demasiadas victorias. Incluso, una elección estatal fue, en una decisión polémica, anulada y ordenada su repetición por parte del poder judicial para el día 9 de enero del presente año.

Específicamente se trató de la elección a gobernador en el estado de Barinas. Dicha disputa electoral fue librada principalmente por los candidatos Sergio Garrido, abanderado del partido opositor Acción Democrática, así como otros movimientos representantes de la oposición venezolana, y Jorge Arreaza, representante del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela, el partido fundado por Hugo Chávez.

La elección ordinaria, al igual que el resto de Venezuela, se efectuó el día 22 de noviembre, teniendo a Freddy Superlano, como representante principal de la oposición, y Argenis Chávez, hermano de Hugo Chávez, como candidato del oficialismo. Los resultados arrojados fueron bastante parejos, obteniendo Superlano 37.6% de la votación, frente al 37.21% de Chávez, una diferencia mínima. No obstante, el Tribunal Supremo de Justica de Venezuela, en una polémica decisión, suspendió la oficialización del conteo de votos, al mismo tiempo que dictaminó la inhabilitación de Superlano para la ocupación de cargos públicos, bajo la supuesta existencia de procedimientos de investigaciones penales y administrativas. Ordenando finalmente al Consejo Nacional Electoral que repitiese las elecciones en dicho estado.

Cabe señalar, que Barinas es un estado históricamente vinculado a la familia de Hugo Chávez, y que desde el ascenso al poder del fallecido expresidente, el oficialismo había gobernado ahí ininterrumpidamente. Finalmente, las elecciones extraordinarias se realizaron con relativa normalidad, con los nuevos candidatos de cada una de las dos principales fuerzas políticas de la entidad, Sergio Garrido y Jorge Arreaza.Pero con resultados muy distintos al de las elecciones de noviembre. Garrido obtuvo 55.36% de los votos frente al 41.27% de Arreaza, consolidando una ventaja mayor a 13 puntos, lo cual incluso fue reconocido por Arreaza momentos después del conteo de votos, ratificando así la victoria del bloque opositor en Barinas.

Sin embargo, a pesar de esta ultima victoria, la perspectiva de la oposición venezolana no es la mejor, en realidad estas elecciones fueron más una ganancia para el régimen de Maduro que una posible esperanza para el antichavismo. Esto último se justifica por el resto del resultado electoral obtenido en noviembre pasado. Si se suma Barinas, la oposición ha logrado obtener 4 gubernaturas bajo su control, en contraste con las 19 que obtuvo el chavismo, lo que en porcentaje es un 17.4% frente a un 82.6%, y a nivel municipal el panorama tampoco es alentador para la oposición, ya que, de las 322 alcaldías disputadas, se ganaron 117, aproximadamente 36%, mientras que el oficialismo obtuvo 205, aproximadamente 64%, lo cual, en términos prácticos, coloca a solo 1 de cada 3 alcaldías en manos de opositores.

Aunque algunos lideres de la oposición venezolana, han manifestado que en números brutos si se suma toda la cantidad de votos que obtuvieron los candidatos de la oposición, dicha cifra vence a la conseguida por el oficialismo, pero al no estar bajo candidaturas de unidad, el voto acabó desperdigándose, permitiéndole al chavismo tomar la mayoría del botín electoral. Quizá por ello, ahora la oposición pretende celebrar la toma, más simbólica que práctica, de Barinas, para indicar que la alternancia alcanza la tierra de Chávez, aunque la situación política venezolana, se ha complicado aún más con estos nuevos resultados.

Y se complica, no tanto por los resultados electorales en sí mismos, sino por el hecho de que tales resultados fueron tanto formalizados como aceptados tácitamente, no solo por el oficialismo sino también por gran parte de la oposición venezolana. Que finalmente ha generado un cierto grado de legitimidad para estas elecciones en particular, lo cual a su vez resulta en una victoria táctica para el régimen venezolano.

A diferencia de otras, estas elecciones fueron bastante aceptables, acorde a los estándares mínimos de competencia electoral, incluso se permitió la visita de observadores electorales internacionales quienes constataron la realización de dichas elecciones. Y si aún hubiese dudas, el triunfo opositor en unas elecciones, polémicamente repetidas por la autoridad judicial, en Barinas hace unos días, ha servido para reflejar la “autenticidad del proceso electoral”.

Como ya se señaló, esto complica aún más el panorama político venezolano. Gracias a estas elecciones Maduro ha conseguido hasta cierto punto legitimar a sus funcionarios electos, permitiendo la realización de elecciones, donde también la oposición consiguió puestos políticos relevantes. Incluso si algún gobierno extranjero quisiera desconocer a los funcionarios chavistas recién electos, estaría, en términos de legitimidad, desconociendo también las victorias electorales que obtuvieron las diferentes fuerzas de oposición.

Esto entonces abre la duda sobre lo que ocurrirá en el futuro con Venezuela. Maduro no ha mostrado ningún interés real de ceder el poder, por lo menos no a las fuerzas de oposición, la actitud ambivalente y poco clara que han tenido sus representantes en los diálogos establecidos en México así lo demuestran. No obstante, parece ser que, sí trata de obtener la mayor legitimidad posible, por lo que seguramente estará utilizando diversos tipos de tácticas políticas para conseguirlo.

Esta “especie de experimento electoral” realizado a finales de 2021, podría servirle a Maduro cuando quiera adquirir mayor legitimidad. O incluso podría combinar la represión política en alternancia con elecciones aparentemente libres para obtener resultados similares a los ya descritos. Lo cual incluso ha sido utilizado por otros regímenes de la región como el hondureño, sobre todo tras la salida de Manuel Zelaya en 2009, o décadas anteriores en México durante el priismo de los ochenta y noventa.

No cabe duda de que esta táctica de Maduro fue deliberadamente planificada, pero la oposición decidió seguir la corriente esperando que los vientos jugaran a favor, lo cual no fue así. Y seguramente, desde meses antes de la planificación de estas elecciones, aparentemente libres y competitivas, Maduro muy probablemente evaluó análisis estadístico-electorales para ver si era viable autorizar “genuinas” elecciones que le pudiesen favorecer.

Cada día aparecen más y más incógnitas sobre el futuro de Venezuela, las únicas certezas que se tienen, es que de alguna forma Maduro aún tiene un oficialismo en cohesión política, sumado a la victoria, relativamente legitima, de estas elecciones, y que la oposición venezolana lejos de unirse y establecer un auténtico proyecto de alternancia nacional, solo continua dividiéndose aún más, actualmente hay 27 partidos políticos de oposición que abarcan desde la extrema izquierda a la extrema derecha, sin nada que los unifique más que el antichavismo.

Sin duda un panorama muy complejo para la nación venezolana, misma que además de los conflictos políticos continúa sufriendo crisis económica, de seguridad, migratoria y de reconocimiento internacional.