DEBATAMOS MICHOACÁN: Aprender a ser hombre (primera parte)

Conocer los mecanismos, es comprender el conjunto de actitudes, saber, valores, conductas, y las potencias que son necesarias aprender y ejercer para ser hombre, para ser masculino. (Foto: especial)

La última actividad académica que realicé con hombres sobre aprender, desaprender y reaprender la masculinidad, fue aquí en Morelia, lo hice en 2021, con docentes de escuelas de educación básica de la periferia, de la zona rural, pero que viven en la mancha urbana de la capital, y fue a través de plataforma digital, es decir durante la pandemia del COVID-19, también lo hice en Escuela de Hombres para prevenir la Violencia en donde fui el director académico y diseñador del modelo de atención y también participé como servidor público del Consejo Estatal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, atendiendo otros sectores poblacionales que ejercen la violencia.

En estos espacios, compartí la importancia de conocer los mecanismos que utilizamos diariamente la sociedad para construir la masculinidad: familia (padres, abuelos, tíos), religión (cristianocentrica, eurocéntrica), escuela (públicas y privadas), los deportes (principalmente los de contacto, pero también los individuales y de elite), el ejército (SMN), como instrumentos formativos del perfil de la masculinidad de prestigio, es decir de la masculinidad hegemónica, aspiracional, frente a diversas masculinidades que se construyen permanentemente en diferentes espacios.

Me interesaba conocer y contrastar las masculinidades morelianas y otras, en el cómo manejan su mandato de masculinidad y potencia a la que se refiere la antropóloga Rita Segato. Es decir, que tanto asumen como un mandato la sabiduría, el poder, la autoridad, la violencia, pero también la jactancia, así como la potencia, que será el espectáculo que se presenta de manera sexual, bélica, política, moral, económica e intelectual y que debe mostrarse a otros hombres para reafirmarse como hombre, para legitimarse como masculinos. 

Conocer los mecanismos, es comprender el conjunto de actitudes, saber, valores, conductas, y las potencias que son necesarias aprender y ejercer para ser hombre, para ser masculino; se es hombre no solo por estar sexuado, es decir, tener un genital con pene y testículos, sino cómo se llega a ser hombre y como se construyen esas diversas masculinidades (Marta Lamas) que asuman el mandato de masculinidad y sus potencias.

De esta manera, preguntamos sobre mandatos y potencias a los participantes, quienes expresaron algunas reflexiones importantes a considerar en la construcción de la masculinidad.

Respecto del poder manifestaron que, se nos reitera constantemente que los hombres no lloran, no tienen miedo, hacen solo cosas de hombres porque tienen poder androcéntrico y desde luego, ello genera las condiciones para ser castrados los sentimientos y emociones del hombre. Los padres se encuentran alertas para expresar a sus hijos varones significativamente lo que es ser hombre y la masculinidad; y es que vivimos en un modelo civilizatorio, o Sistema-Mundo, donde actúa un patriarcado de alto impacto (Rita Segato), cuyo mandato de masculinidad y potencia obliga a la violencia para legitimar la masculinidad y la aplicación del poder en subordinación o dominación de la mujer o de otros hombres débiles (diversidad sexual).

De igual manera las estructuras del poder de la masculinidad nos ayudan a legitimar, que los hombres nacemos para proteger, cuidar, atender, entre otras cosas, también mantener a las mujeres, así, al salir de casa, la familia insiste que el hermano cuide de la hermana en la escuela cuando somos niños, más tarde en la juventud, debemos de cuidar a la mujer, a nuestra esposa, que por cierto “deberá ser una buena mujer”; estas consideraciones las vemos mediáticamente y en las redes sociales cada vez que se comete un feminicidio que se hace viral, donde muchos perfiles de hombres hacen rodear su rostro expresando “nací para cuidarlas y no para violentarlas o matarlas”. Qué paradoja, las debemos cuidar, pero las violentamos o las matamos.

Por otro lado, se enseña a que el hombre debe practicar los deportes físicos, de contacto, violentos (como el boxeo) y desde luego que los padres, disfrutaban de ver los logros de los hijos y como generaban violencia; pero, además, los varones, deben estar junto a su padre los domingos o acompañándole a verlo jugar futbol, a ver programas deportivos de la televisión, a permanentemente hablar sobre un equipo favorito y su posición en la liga para legitimar que se conoce sobre deportes, porque además se practica. En ausencia de padres, los amigos, los vecinos, los abuelos, los tíos, los primos coadyuvan en estas prácticas deportivas.

Otro mecanismo de enseñanza es plantearnos que los hombres somos inteligentes y trabajadores, olvidando del otro lado, la existencia y potencialidad que tienen las mujeres, quienes también son inteligentes y trabajadoras, pero que tienen menos oportunidades que los hombres en el mercado de trabajo, aunque me expresaron los participantes, que hoy se vive una restricción para ambos sexos por la falta de oportunidades y competencia en el mercado laboral, pese a ello, confirmaron que se tienen mayores posibilidades para los varones, sobre todo al no tener ellos la responsabilidad de la gestación de un nuevo ser y de los cuidados dentro de la familia.

Me llamó la atención que me expresaran los participantes, que los hombres en la familia son considerados como los que saben de la vida, que eran audaces, astutos, honrados e inteligentes, les gusta ser escuchados, por la buena o bien gritando; no les gusta que se metan en la conversación o los contradiga otro hombre y menos una mujer, para quien no le reconocen mayor talento que una posición de subordinación o dominación a su favor.

Entre los jóvenes, se insiste más en buscar un empleo y en trabajar que en estudiar, y esto está dado por la funcionalidad del cuerpo del hombre para articularse al mercado de trabajo, ya en actividades físicas y peligrosas y cumplir como proveedores, pero, que hoy, al estar deprimido el mercado laboral, se vinculan con el crimen organizado para obtener el dinero que se hace necesario, el fondo dice mucho, la posición física del cuerpo y desde luego la capacidad, instrumentar la violencia y ser proveedores, es decir, cumplir como hombre  en su potencia del mandato de masculinidad (Rita Segato).

Otro elemento esencial en la vida del hombre y sus masculinidades, son las enseñanzas de poseer coraje y valentía, “el hombre no tiene miedo” me expresaban los participantes; los hombres no pueden ser débiles, ni tímidos, los hombres deben demostrar que no tienen miedo, no solo sentirlo, sino expresarlo, sobre todo en los pleitos callejeros, en no dejarnos pegar del otro “no pegues, dicen los padres, pero si te pegan devuelve el doble”, etc., de no responder a la agresión, había una sanción al interior de la familia.

Te invito el próximo miércoles a leer la segunda parte.