Salvando al aguacate

Empacador de aguacate. (Foto: especial)

Ha concluido la primera crisis del mercado aguacatero. Las partes involucradas, el gobierno estadounidense, el mexicano y Apeam, convinieron en un esquema de seguridad centrado en la seguridad.

El enfoque que han adoptado para enfrentar la crisis, sin embargo, invierte las prioridades. Toman al aguacate como sujeto central. Es decir, la estrategia parte del aguacate como sujeto de la seguridad pública, sobre el cual habrán de imponer un blindaje, un cerco de inteligencia y armas para protegerle.

Este enfoque, que invierte las prioridades y los derechos constitucionales, que coloca en segundo plano la obligación del estado para otorgar seguridad a la vida y patrimonio de los ciudadanos es una desviación preocupante.

El despropósito no es nuevo. Por el apapacho histórico de que ha sido objeto la producción anárquica del aguacate se prefiguraba hace tiempo esa perspectiva alrevesada. Hechos reiterados de impunidad ambiental, laboral y de salud han constituido el aliento para una industria que falta de planeación sustentable ha venido destruyendo la ecología y la seguridad de Michoacán, sin que casi nada pase.

Pero la manera en que se pretende resolver esta crisis de seguridad es llevar al extremo ese cosificado proteccionismo. Sin ambages ahora se puede decir que en Michoacán vale más la vida e integridad de un aguacate que la vida e integridad de los ciudadanos.

Los aguacates en toda la cadena productiva, huertas, traslado, empaque, inspección, contarán con un blindaje a cargo de las corporaciones de seguridad. Y así tendrá que funcionar porque de no ocurrir la frontera volverá a cerrarse.

Qué más quisiera un ciudadano michoacano que su seguridad y la de su familia tuvieran un blindaje semejante, que las llamadas de extorsión, el secuestro, los asesinatos, el cobro de piso, contarán con una respuesta así de contundente involucrando semejante fuerza de estado. Si eso ocurriera otro gallo nos cantara.

La estrategia de seguridad aguacatera convenida con Estados Unidos, el gobierno de México y la Apeam, establece condiciones de inequidad que generarán un contraste de derecho y justicia éticamente reprochable.

El sujeto de la seguridad en Michoacán, como en todo el país, es la persona, el ciudadano, la sociedad. Es a ellos a quienes la constitución toma como objetivo de las políticas públicas correspondientes, no a los aguacates.

Bajo la lógica de esta singular estrategia podría pensarse en una estrategia limonera, platanera, de frutillos, de madera, etc. Cuando de lo que se trata es de construir y operar con eficacia una estrategia de seguridad para la sociedad y sus ciudadanos y sólo en ese marco resolver la inseguridad sectorial.

De poco servirá una estrategia focalizada en el aguacate, que encapsule a este sector, mientras en su entorno los cárteles delincuenciales continúan su vomitable labor de barbarie en contra del resto de la sociedad.

Preocupa que en el acuerdo vaya implícita la idea de “dejar hacer – dejar pasar” el accionar criminal contra la población no vinculada con el personal gerencial de la industria aguacatera.

La seguridad del aguacate solo puede atenderse dentro de un marco mayor, la seguridad pública de México y de Michoacán (incluso la regional). Si no existe una estrategia eficiente y eficaz contra los cárteles criminales, que los acote y sobre los cuales se imponga el estado de derecho, cualquier salida sectorial está condenada al fracaso. El fracaso, como ya está siendo, de la estrategia federal de “abrazos y no balazos”, que ha implicado concesiones y gracia para el mundo criminal, promete un tropiezo estrepitoso en los próximos meses para este esquema.  

El blindaje del aguacate como se ha pensado exhibirá además un cuadro vergonzoso: caravanas, gerentes e inspectores estadounidenses, blindados con todo el poder del estado mientras la población sigue siendo asesinada, desaparecida, secuestrada y extorsionada. Es decir, una tipología de la seguridad inequitativa: ciudadanos de primera y de segunda a la hora de protegerles su vida y sus patrimonios.

El acuerdo de la estrategia para abrir la frontera es un parche de mala calidad, ha sido como poner un curita a una fractura expuesta. Han dejado afuera la agenda ambiental que obliga el capítulo 24 del Tmec, por ejemplo.

Según dicho capítulo el aguacate debe ser certificado también en materia ambiental. Si así fuera no se podría exportar ningún aguacate con huella ecocida: incendio forestal, tala ilegal, cambio de uso de suelo, destrucción de zonas freáticas y pérdida de especies, acciones que en gran parte promueven los grupos delincuenciales. Con esto se exhibe una doble cara del gobierno estadounidense y mexicano. Con un rostro se firman los criterios ambientales y con el otro se les desecha en aras de la ganancia inmediata.

Sólo han pospuesto la resolución de fondo de las contradicciones que están alimentado la crisis en el sector aguacatero. Más temprano que tarde esas contradicciones volverán a aflorar ocasionando nuevos conflictos que se colarán por las fisuras en las relaciones México-Estados Unidos cada vez más abiertas por el deterioro progresivo en curso.

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