DEBATAMOS MICHOACÁN: Identidad masculina michoacana

Los estudios de género en la posición de la masculinidad radica en la comprensión de cómo el hombre interactúa. (Foto: ACG)

A partir de los años ochenta del siglo XX, se desarrollaron los estudios de género de los hombres y las masculinidades, su revisión ha sido interdisciplinaria vista desde la historia un elemento fundamental para su comprensión como expresa Rita Segato, la psicología, sociología, antropología, desde el poder, la potencia por Foucault, o desde la cultura y sus relaciones sociales han sido importantes para la comprensión de la masculinidad.

No obstante es importante precisar que los hombres y sus masculinidades, podrían entenderse desde la transdisciplinariedad, es decir, en la revisión de todas la disciplinas (colonización epistemológica y en un posicionamiento de binarismo) pero en diálogo con las experiencias y saberes de aquellos que no tienen ninguna profesión pero que comprenden las dinámicas sociales y culturales sobre las que se construyen las masculinidades, entendiendo su posición escencialista, del como interpretan al hombre, al hombre que nace hombre, y debe cumplir como hombre, trabajar  y atender a su familia, entre otras muchas cosas de la sexualidad masculina.

Los estudios de género en la posición de la masculinidad radica en la comprensión de cómo el hombre interactúa, intersubjetiva en la producción de las relaciones sociales dentro de las estructuras de poder y las simbologías sociales; pero igualmente desde la antropología como van transformándose dichas masculinidades de conformidad con el tiempo y las diferentes culturas que existen, reportando un verdadero crisol de expresiones de masculinidad (Hernández Hernández, Segato).

Los hombres y sus identidades no son homogéneas, sobre todo físicamente: altos, bajos de estatura, costumbres, formas de identificar el trabajo para su bien o de la familia, es decir, múltiples expresiones de formas de ser y hacerse hombre en diversos contextos sociales, económicos y culturales; necesitamos de  indagar la construcción y significados de las identidades masculinas en contextos históricos y culturalmente específicos, de no hacerlo, considero que poco se sabrá sobre las múltiples y contradictorias formas de ser, hacerse hombre, incluso dejar de serlo culturalmente; me explico,  cuando la potencia sexual deja de existir por una cuestión de enfermedad crónica degenerativa como la diabetes y que ni el viagra puede dar respuesta, teniendo que transitar de la potencia sexual a la  potencia de la sabiduría, del prestigio.

Derivado del trabajo realizado en distintos eventos de masculinidades he preguntado a los participantes  ¿qué significa ser hombre?, ¿qué utilidad tiene ser hombre en la familia?, ¿Cómo me reconozco hombre?, ¿cuándo soy hombre?; esta última expresión de cuándo soy hombre es fascinante su respuesta; el contenido de sus narrativas es preciso, identifican con mucha perfección el tránsito de cómo ser hombre, desde sus diferentes dinámicas sociales, desde la brecha de la vida,  desde sus hogares y las enseñanzas, desde lo que aprendieron en lo relacional, su paso por el catecismo, la iglesia, la escuela y la familia, los deportes y así, la manera en que se encuentran articulados para desarrollar su funcionalidad masculina y desde luego su politicidad, en otras palabras que significa ser hombre para el hombre, situación más generosa para la comprensión de las conductas y actos en que se desarrollan los mandatos de masculinidad, sabiduría, poder, autoridad, jactancia y desde luego violencia, entramada en sus potencia bélicas, sexuales, políticas, económicas, epistémicas.

Estas reflexiones que presento aquí, constituyen un esfuerzo por conocer la forma de pensar de diferentes perfiles de hombres en diferentes comunidades en Michoacán, de cómo se perciben cómo hombres y de cómo esas posiciones son vistas a la luz de la mirada de las mujeres.

Las narrativas que escucho son la que los hombres se perciben como íntegros (proveedores, cuidado y protección de la familia, facilitadores de tareas rudas del hogar; en el campo, arrimar el agua, la leña, los productos del maíz, el frijol y otros; en las zonas urbanas, también escuche cuidar a los niños, llevarlos a la guardería y recogerlos, nunca escuche labores del hogar ni cuidados en la extensión de la palabra), este concepto, es fundamental en la interpretación porque integralidad es universalidad, y no se plantea pluriversalismos, es decir, diferentes expresiones sobre el trabajo en la familia y dentro de la comunidad. De esta manera estaríamos conociendo el cómo los hombres han construido sus identidades masculinas y cuál es la mira de las mujeres frente a esa construcción. De esta manera las identidades masculinas que son múltiples, en términos de espacios, culturas, ideologías, se construyen constantemente y la sociedad les asigna múltiples significados.

Durante estos años de trabajo con hombres y sus identidad, me interesa más allá de conocer el androcentrismo, el sexismo y el biologicismo o esencialismo, dadas las regiones que existen en Michoacán y sus rasgos y variaciones históricas, culturales y políticas, es importante conocer como son construidas, y negociadas constantemente entre hombres y mujeres, entre hombres, pero también entre mujeres, porque el comportamiento y conducta que ellas tienen legitima el valor, mandato y potencia de la masculinidad.

Va más allá pensar solo en la diferencia de ser hombre o mujer es una cuestión genital, ni tampoco es adecuado pensar en diferencia y similitudes relacionadas con el ejercicio de la sexualidad, es más que eso, es la manera en como intersubjetivizan, construyen, se manifiestan, acuerdan y generan las condiciones de mantener una relación social negociada para el desarrollo de la comunidad (Gutman).

Mi interés de estudiar las identidades masculinas en Michoacán (y compartir algunos hallazgos para el conocimiento de lectoras y lectores de Debatamos Michoacán), en diferentes espacios, regiones, y con diversos perfiles, edades, conocimiento y sabiduría, es plantearnos la existencia de la diversidad; hoy por hoy, no se puede pensar en que todo está homogenizado, cuando vivimos la diversidad: social, cultural y sexual, no podemos pensar en un universalismo cuando vivimos pluriversalimos, no podemos pensar en una dicotomía o binarismo, cuando hablamos de diversidad.

No deseo conocer al hombre como hombre, sino en sus relaciones de género, porque recordemos, que el género no es un atributo personal de los hombres, no nacen, sino se construyen socialmente, todos los días, realizando múltiples interacciones sociales de y entre las personas. Estudiar a los hombres como personas en sus relaciones de amistad, de ser esposos, padres, trabajadores, amantes, de miembros de la familia (hermanos, tíos, sobrinos, abuelos, padres).

La categoría de hombres íntegros, de aquellos que desde diferentes funcionalidades y politicidades se identifican como hombres cumpliendo un rol, que es variante en diferentes lugares (región costa, la región ciénega, la tierra caliente, la zona lacustre del Lago, la capital del estado de Michaocán, pero diferente en Villas del Pedregal, que Ciudad Jardín, que la zona centro), diferentes culturas (no solo las originarias, sino las que se construyeron después de la conquista) y con diferentes negocioaciones para intersubjetivar, etc.

Puedo comprender que esta categoría social de hombres íntegros, son construcciones de lo que significa ser hombres: cumplir con proveer, decidir, tener autoridad, poder, jactancia, disciplinar, controlar, generar las relaciones de poder, dominación, subordinación, entre el hombre integro (heterosexual) y las mujeres y las personas con orientación diferente a la hegemónica. Es decir, socialmente estar interactuando el hombre que es hombre, las mujeres, y los hombres que no legitimaron su sexualidad heterosexual y que por ello serán dominados o subordinados. En otra entrega de Debatamos Michoacán, estaré presentando las identidades masculinas hegemónicas, diversas, liquidas que se dan a lo largo y ancho del Estado.