URBANÓPOLIS: Perspectiva de género en el urbanismo

Lamentablemente, la cotidianeidad nos lleva, como individuos, a atender una serie de aspectos que, si bien resuelven el día a día, no permiten el espacio para atender aspectos más relevantes, o como se menciona frecuentemente, de índole estructural. Sólo así se comprende que cada año, con motivo del 8 de marzo, se aborde y reflexione sobre los temas relacionados con la mujer, cuando debería de formar parte de la agenda ciudadana y gubernamental permanente.

Michael Focault, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, señaló a propósito de la ‘psiquiatrización’ de la vida cotidiana, “si se la examinase de cerca, revelaría posiblemente lo invisible del poder” y, efectivamente, si se observa la conformación de la ciudad y la forma en la que nos desplazamos por los espacios urbanos, queda en evidencia que los planeamientos urbanísticos siempre han manifestado, de forma intencionada o no, una discriminación hacia la mujer y su papel en la sociedad. Tanto desde la dimensión técnica, es decir, de aquellos que diseñan el modelo de ciudad, como de la parte política, de aquellos que administran y deciden sobre la ciudad.

Conviene señalar que lo anterior poco o nada tiene que ver con la incorporación de mujeres a puestos de administración municipal, planeación o como diseñadoras, pues desafortunadamente muchas de ellas han demostrado que reproducen los modelos aprendidos, que son eminentemente masculinos y carentes de una perspectiva de género. Así que, cuando se habla de incorporar la perspectiva de género al urbanismo, va más allá de las consideraciones sobre el actuar de la mujer; debe considerarse como la inclusión de diferentes situaciones, aspiraciones y necesidades de cualquier persona, sin importar el género, promoviendo a su vez la igualdad en todas las políticas del territorio.

En concordancia con lo anterior, hoy en día se observa que las mujeres son las principales usuarias del transporte público y de los equipamientos urbanos, debido a que son económicamente menos favorecidas que los hombres y, por lo tanto, dependen más de los servicios públicos. En aras de modificar la ciudad actual, la ONU, dentro de los 17 objetivos de desarrollo sostenible, el ODS-5, referente a la igualdad de género, señala que: “La igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible”. Y el ODS-11, plantea como una de sus metas que “los espacios urbanos de cualquier ciudad sean más inclusivos, seguros y sostenibles”.

Sin duda, la consideración de las mujeres en los procesos de planificación urbana es un valioso medio para identificar con mayor sensibilidad y certeza las necesidades de una comunidad, así como de las prioridades, aún y cuando varían entre mujeres con hijas o hijos, mujeres mayores o jóvenes, mujeres de diferentes orígenes, etc. La incorporación de la perspectiva de género ayuda a transitar de mejor manera de la planificación de la ciudad a la planificación de la vida de sus habitantes.

¿Cómo sería la ciudad con perspectiva de género?

El modelo de ciudad al que deberíamos aspirar, de considerar la perspectiva de género, sería una de proximidad, similar a la denominada “ciudad de los 15 minutos”, en donde los habitantes disponen de pequeños equipamientos deportivos, culturales, cercanos a las zonas de trabajo para así poder compatibilizar la vida laboral con la vida personal, mejorando la calidad de vida. Esto, en respuesta a que se ha observado una diferencia entre la movilidad de hombres, cuyo patrón es de origen-destino (casa-trabajo), y para el caso de las mujeres que se han incorporado a la fuerza laboral, desempeñan su trabajo de forma adicional a las tareas y responsabilidades del hogar (trabajo no remunerado).

Desde esta perspectiva, la zonificación de usos de suelo predominante en nuestras ciudades condiciona, e incluso limita, la capacidad de su incorporación laboral, pues las mujeres buscan empleo cerca del hogar, para disminuir el tiempo de traslado, pues la mayoría de las veces dicho traslado implica otras actividades como: llevar al hijo a la escuela, comprar alimentos, llevar ropa a tintorería, visitar a los padres ancianos o enfermos, entre otras muchas actividades.

En materia de espacios públicos y accesibilidad se deben de crear infraestructuras y equipamientos que respondan a las necesidades de las diferentes condiciones de los múltiples usuarios, y ofrecer un mobiliario urbano pensado en la cercanía a zonas infantiles, el control visual que brinda seguridad, la estancia de adultos mayores, mejoramiento de la accesibilidad con el diseño de aceras y rampas más amplias.

Otro de los rubros más significativos es, sin duda, la percepción de la seguridad, que restringe el derecho que tenemos todos a la ciudad, la movilidad de mujeres y niños. En otras palabras, las posibilidades de desarrollo y actividades a llevar a cabo en el día, se encuentran fuertemente condicionadas por la inseguridad para las mujeres de cualquier edad, en contraposición con los hombres. Una de las experiencias más exitosas al respecto de incorporar la perspectiva de género, es la desarrollada en las ciudades de Toronto y Montreal, en Canadá, donde grupos de mujeres realizaron recorridos por espacios públicos de la ciudad, para identificar los espacios que consideraban inseguros y sus causas; por ejemplo, en función de la visibilidad, la capacidad de ser escuchadas o vistas en caso de pedir auxilio, de huir del lugar y otros aspectos que le permitieron a las autoridades una reordenación urbana para mejorar la señalización, iluminación, transporte y muchos otros aspectos que no siempre son considerados por los encargados de la seguridad pública en la ciudad.

Finalmente, hay que señalar que la incorporación de la perspectiva de género constituye uno de los mayores retos que enfrenta la ciudad actual, y solo será capaz de superarse si se asume por las autoridades competentes en materia urbana, como parte de la agenda permanente y prioritaria. De lo contrario, seguirá como muchos otros asuntos, solo mencionándose el 8 de marzo de cada año.