La izquierda caviar y los tontos útiles

Solo ellos tienen el derecho de criticar sin que nadie pueda cuestionar su patriotismo. (Imagen: especial)

No me refiero al denso libro de Jean Baudrillard de título “La izquierda divina”, obra donde con lenguaje deliberadamente oscuro, como corresponde a los escritores de la corriente postestructuralista (Foucalt. Kristeva, Derrida, etc), sostiene que en política lo importante no es representar sino conectar, una actividad donde los políticos solo buscan los efectos especiales, lo escandaloso, lo llamativo; en otras palabras es la victoria de la política-espectáculo, el fracaso de una izquierda que pretendió ser virtuosa y moral. Una izquierda que, Baudrillard dixit, simplemente ya no representa lo que pretendía.

Pero vayamos a lo cotidiano, al ras de piso. ¿Qué tienen en común personajes como Javier Bardem, Penelope Cruz, Jane Fonda, Carlos Fuentes, Francois Miterrand y Dominique Strauss-Kahn, por citar solo algunos? Fácil. Todos pertenecen a la denominada “Izquierda caviar” o “Izquierda divina”.

El término “Izquierda caviar” o “Gauche divine” es una expresión utilizado para referirse a aquellos que proclaman tener ideas de izquierda pero mantienen una lujosa vida burguesa alejada de los ideales que algunos suponen propios de un personaje de izquierda. Son los también llamados “socialistas de IPhone”

En Alemania les dicen ‘toskaner fraktion’, porque pasan las vacaciones de verano en la Toscana italiana. En Inglaterra son la ‘champagne left’. Y Estados Unidos son los “Fifth avenue liberals”, porque sus gustos los satisfacen en esa famosa avenida de Nueva York.

Como “Radical chics” bautizaron los periodistas norteamericanos a los intelectuales que criticaron la guerra de Vietnam. El caso más sonado fue el de la actriz Jane Fonda, que apoyó abiertamente al Vietnam del Norte. En los Estados Unidos Tom Wolfe popularizó ese concepto cuando publicó el artículo primero y libro después, “Radical Chic” traducido al castellano como “La Izquierda Exquisita”.

Ya en 1968, en la famosa Revolución de Mayo en las universidades francesas, se había mencionado la “gauche champagne” refiriéndose a las “niñas bien” de la Universidad de Nanterre que llegaban en sus Mini-Coopers, con botas de moda, minifaldas de marca, con entusiasmo agitaban banderas y luego retornaban a las fincas paternas. Era la época de la presidencia de Mitterrand y sus nada discretos colaboradores Laurent Fabius y el poderoso ministro Jack Lang, verdaderos ejemplos de la gauche caviar.

El antecedente español de la izquierda caviar fue un heterogéneo grupo de intelectuales, arquitectos, cineastas, escritores, actores, vinculados lo que en cinematografía fue llamada “Escuela de Barcelona”. Emblemático de la incongruencia de esta izquierda es el caso de los conocidos y multipremiados artistas españoles Javier Bardem y Penélope Cruz.

Lenin, el padre del comunismo soviético acuño la frase “tontos útiles” para estos tipos de izquierdistas. Originalmente eran los grupos de seguidores que compartían las ideas del partido, pero no los inconvenientes de la militancia partidaria, ya que sin ser comunistas e, inclusive, discrepando en algunos sentidos de los camaradas, tenían las mismas posiciones que ellos ante la mayoría de los problemas.


Pero hoy en día las cosas han cambiado, estos personajes poseen otras características, sus virtudes son más escasas y sus egoísmos mucho más marcados; dentro de sus particularidades está el ser fácilmente manipulables, ambiciosos, cargan una buena dosis de rencor social pues consideran que la sociedad les debe mucho, son amantes de la buena vida y sobre carecen de dignidad.

Característico de estos personajes de la izquierda caviar es su enorme demagogia, se exhiben como hipercríticos del sistema de mercado, pero viven mas que cómodamente dentro del capitalismo, disfrutando de todos los derechos y el bienestar que el gobierno les proporciona vía puestos públicos de estrambótico nombre y nebulosas actividades o bien cobrando becas para no hacer nada en concreto.

Solo ellos tienen el derecho de criticar sin que nadie pueda cuestionar su patriotismo, pero si lo hacemos nosotros somos mercenarios, fascistas, reaccionarios e integrantes de la “mafia del poder”. Solo ellos tienen el derecho a causar problemas a la sociedad, bloquear las vías de comunicación, dañar propiedad privada y pública, quemar vehículos, violentar la ley, todo esto a ciencia y paciencia de los gobernantes nombrados por ellos mismo y escogidos por su mediocridad, obediencia y sumisión.

En México desde el siglo pasado hemos tenido supuestos partidos de izquierda, en realidad solo eran rémoras del sistema, su existencia era artificial y en su momento murieron de muerte natural, así hasta el advenimiento del PRD, partido que por así convenir a sus intereses se autodenominaba de izquierda, y que por sus contradicciones internas prácticamente ha desaparecido, desfondado y vaciado por un mesías oportunista que aprovechando hábilmente situaciones meramente coyunturales y apoyándose en una demagogia sin límites pudo construir una secta, que no partido, para ilusionar, engañar y fanatizar a una población resentida, mayoritariamente inculta y largamente agraviada.

MORENA ¿Un partido de izquierda? Por favor. Seamos serios.