Sin voluntad para mejorar

Se propone crear comunidades seguras en planteles educativos.

Ante los primeros contagios del coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2), que provoca la enfermedad llamada COVID-19, registrados en marzo de 2020, el Consejo de Salubridad General (CSG), haciendo uso de sus atribuciones constitucionales, emitió entre otras disposiciones de carácter obligatorio, para salvaguardar la salud de la población, la suspensión de las clases presenciales en el Sistema Educativo Nacional. Ante esta resolución, la Secretaría de Educación Pública. estableció la modalidad de las clases a distancia, a fin de no interrumpir el derecho a la educación, el que supuestamente “es un medio para adquirir, actualizar, completar y ampliar conocimientos, capacidades, habilidades y aptitudes que permitan alcanzar un desarrollo personal y profesional; como consecuencia de ello, contribuir al bienestar, a la transformación y el mejoramiento de la sociedad de la que se forma parte”.

La realidad del momento, que se estaba viviendo, no podía ser de otra manera, por principio de cuentas se tenía que proteger la salud de los alumnos y de los trabajadores de la educación, a la espera de contar con más información sobre el desarrollo de la nueva enfermedad que amenazaba la existencia misma del ser humano y tomar posteriormente medidas más precisas al respecto. Mientras tanto, se supone que las autoridades educativas, estaban dedicadas a definir la estrategia, para que los aprendizajes no fueran tan desiguales en esas condiciones y regresar a la normalidad lo más pronto posible.

Nada de eso sucedió, al parecer no hubo el conocimiento ni la imaginación suficiente para implementar las acciones, metas y objetivos, indicados, para asegurar que todos los alumnos tuvieran acceso a esas clases a distancia y no se interrumpiera su proceso de enseñanza, así como para volver a las aulas cuando disminuyeran los riegos de contagios masivos. Seguramente, esa falta de planeación hizo que la clase virtuales se prolongaran por casi dos años, provocando una mayor deserción escolar y rezago educativo, los cuales ya se venían acumulando desde hace décadas. Desgraciadamente  no se siguió el ejemplo de otros países, inclusive menos desarrollados que el nuestro, donde sus gobernantes estuvieron al pendiente del desarrollo de sus sistemas educativos y en el momento oportuno tomaron  la decisión de regresar a las clases presenciales a unos cuantos meses de haberlas suspendido, desde luego asumiendo la responsabilidad de los riesgos que conlleva una decisión de esta naturaleza, cuando se vive bajo el acecho de un enemigo desconocido contra el cual no hay defensa que valga. Afortunadamente no hubo consecuencias graves que lamentar y pronto retomaron el rumbo que llevaban en materia educativa, se preservó la salud de sus alumnos y sus aprendizajes fueron afectados lo menos posible.

A estas alturas del tiempo, en algunas regiones del país, aun no se regularizan las clases presenciales, principalmente porque se ha permitido que se establezcan calendarios escolares en forma convencional, algunas escuelas no se encuentran en condiciones adecuadas para reiniciar labores (instalaciones de laboratorios y talleres obsoletas), otras ya ni existen o fueron cerradas por el grado de deterioro en que se encontraban. Por si fuera poco, docentes pertenecientes a diferentes grupos sindicales se siguen manifestando públicamente solicitando pagos pendientes, plazas docentes, cese a las persecuciones políticas y reconocimiento oficial a sus organizaciones. Es decir, no hay orden en el Sistema Educativo Nacional ni voluntad para establecerlo. No se ha podido hacer una evaluación de los resultados de las clases a distancia, para saber el grado de deserción escolar y el rezago educativo acumulados durante todo este tiempo de la pandemia, ya que no hubo un seguimiento del programa. Posiblemente se lograron excelentes aprendizajes, en quienes tuvieron voluntad de aprender y pudieron contar con las herramientas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, y en  casos aislados, que realizaron esfuerzos extraordinarios para superar las desventajas y limitaciones en que se encontraban, también pudieron adquirir mejores conocimientos.

La verdad de las cosas es que el proceso de enseñanza-aprendizaje de las niñas, niños, adolescente y jóvenes de las familias marginadas geográficamente, pobres y miserables que existen por todas partes del País, quedó interrumpido desde hace dos años, con daños irreversibles para quienes nacieron entre 1998 y 2018, porque no contaron con los medios adecuados para interactuar en cada una de las clases transmitidas. Los verdaderos docentes, saben bien que las clases a distancia  limitan la continuidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, en primera por que se interrumpe el proceso de crecimiento como humano, en segunda, a distancia no se puede  reforzar el aprendizaje ni establecer escenarios propicios para lograrlo y además, porque  a esa edad se carece de disciplina para hacer lo que no gusta hacer , pero que se tiene que hacer, para llegar a ser lo que se quiere ser; por lo que se requiere un guía, orientador, asesor o acompañante de las aspiraciones, sueños e ilusiones de los alumnos, para que no desvíen en el camino hacia su desarrollo integral al que tienen derecho como seres humanos.

Se permite que cada quien haga lo que quiera, la normatividad descansa al lado de las autoridades educativas, no se ha sancionado a los responsables del Sistema Nacional de Información de la Infraestructura Física Educativa, que no definieron acciones a seguir para la protección de las escuelas, mientras pasaba la emergencia sanitaria; asimismo a quienes comprometieron recursos presupuestales no autorizado en los presupuestos de egresos; menos han sancionado a directivos que permiten que  los padres de familia sean obligados a pagar semestralmente una “cuotas voluntarias” para el mantenimiento de los centros educativos y cada que inicia un ciclo escolar el pago de una “ficha” para tener derecho al examen de admisión; tampoco a quienes vendieron y compraron plazas de docentes; a los que cobraron como docentes sin prestar servicio profesional alguno, ni a quienes abandonan las aulas para manifestarse públicamente en demanda de sus derechos laborales y a quienes se han beneficiado con una ilegal comisión sindical.

Al parecer la educación, ha dejado de ser prioridad social, para algunas  administraciones federales y estatales, a pesar de que anualmente se le asignan importantes montos presupuestales, pero se han dejado de lado sus objetivos y se utiliza como bolsa de trabajo por los gobiernos en turno y trampolín político para sus incondicionales,  de lo contrario no estarían  al frente de muchas instituciones educativas personas sin los conocimientos académicos adecuados, experiencia laboral en la materia y ganas de querer hacer las cosas de acuerdo a la normatividad correspondiente.

En estas condiciones, las autoridades educativas ya no podrán “asegurar el cumplimiento de los fines de la educación en un marco de inclusión y diversidad”, ofrecer a las personas las mismas oportunidades de aprendizaje, el egreso oportuno en el Sistema Educativo Nacional, prestar servicios educativos con equidad y excelencia ni la mejora continua de la educación, mucho menos estará en el centro de la acción pública el máximo logro de aprendizaje de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Es decir, existe una manifiesta deficiencia en la administración del servicio educativo nacional, ya sea por negligencia o por la falta de voluntad para mejorar y cumplir el compromiso social que asumieron al aceptar el cargo que actualmente ostentan. Limitando la adquisición de nuevos y mejores conocimientos, el fortalecimiento de valores y el desarrollo de las habilidades, de los futuros profesionistas, quienes tendrán que hacer un esfuerzo extraordinario, si quieren competir en igualdad de condiciones en el mercado laboral cada día más globalizado.

Por el bien de los pobres, miserables y de México, realmente se debe combatir la corrupción y la impunidad. y a la brevedad posible hacer los cambios que se requieran en el Sistema Educativo Nacional. En lo que va del sexenio ningún corrupto está tras las rejas. ¡Omisión es corrupción!