ECOS LATINOAMERICANOS: Hacia una nueva reclasificación ideológica

La invasión rusa a Ucrania ha dejado una ola de destrucción e inestabilidad en la región del este europeo. (Foto: especial)

La invasión rusa a Ucrania ha dejado una ola de destrucción e inestabilidad en la región del este europeo. Miles de refugiados tratan de ingresar al territorio de la Unión Europea, asolados por la guerra. Al mismo tiempo, varios miembros de la comunidad internacional, especialmente aquellos vinculados al bloque estadounidense, que en esencia son la mayoría de los países de Europa Occidental, han colocado enormes restricciones económicas a Rusia para forzar al gobierno de dicho país que frene su ofensiva sobre Ucrania.

Independientemente de las consecuencias que estas sanciones tengan, ya hay una condena internacional más o menos mayoritaria respecto a la conducta de Rusia, a pesar de que este país es uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y por lo tanto tiene la ventaja de vetar proyectos de dictamen de las Naciones Unidas para condenar sus acciones en Ucrania. Aún así se han emitido duras medidas económicas para hacer tambalear el régimen ruso de Vladimir Putin. Aunque aun no hay forma de saber que sucederá con esta nueva guerra.

Pero este conflicto esta develando un fenómeno político-ideológico muy interesante de manera indirecta. Las guerras actuales ya no solo se libran a través de la milicia y la economía, hay también una especie de “frente mediático digital” donde se disputa el grado de legitimidad de los bandos involucrados. Actualmente, al estar la mayoría de las redes sociales situadas en territorio estadounidense y/o europeo-occidental, se está tratando de colocar acciones digitales que posicionen a Ucrania como el país “bueno” que resiste valientemente frente a una “invasión abusiva” de “la autocracia rusa”. Por supuesto, el gobierno ruso trata de dar una visión distinta, casi contraria, la “seguridad nacional rusa” frente a la amenaza de la OTAN y de grupos “neonazis” de tendencia antirrusa en Ucrania.

Desde luego, ambas visiones son en esencia propaganda, una guerra difícilmente puede catalogarse como “el bien contra el mal”, cada bando tiene su propio interés, y es más bien la legitimidad lo que permitirá alcanzar más fácilmente la victoria. Sin embargo, alejándose ligeramente del lugar de conflicto y de los principales actores geopolíticos, estos discursos están siendo replicados en diversos lugares del planeta, incluyendo Latinoamérica. En nuestra región podemos ver como tanto las diferentes facciones de la clase política como de la propia sociedad, incluyendo la élite académica, está pretendiendo adquirir y legitimar algunas de estas posiciones.

Particularmente llama la atención que algunos académicos y lideres vinculados a la “izquierda política”, demuestren, directa o indirectamente, simpatía por la causa rusa. Y es interesante, porque es más que confirmado que el régimen de Putin es un gobierno económicamente capitalista-oligárquico, y socialmente conservador. De manera resumida es un claro ejemplo de un gobierno de derecha, que además está ejerciendo tácticas imperialistas. Todos estos son elementos que en teoría la “izquierda latinoamericana” ha venido “combatiendo” desde el siglo XX.

Entonces ¿por qué está suscitándose algo de este estilo? ¿Por qué algunos simpatizantes, y hasta académicos de “izquierda”, parecen tratar de legitimar la influencia rusa en Europa del este? En realidad, no parece que haya una respuesta exacta, sino múltiples razones que pudieran ocasionar este fenómeno.

En primer lugar, un problema que siempre ha habido en la brújula política ordinaria, es catalogar tanto la izquierda como derecha como si fuesen una corriente con distintos grados de aplicación o identificación. Más bien debe reconocerse que no existe “una izquierda” o “una derecha” sino que hay diversas corrientes de éstas. Para bien o para mal, no todas las izquierdas teorizan y menos aun operan bajo los mismos principios tanto sociales como políticos y económicos. No es lo mismo una socialdemocracia liberal, que es la izquierda más común en Europa, que un “nacionalismo progresista” que es de las corrientes principales de izquierda en Latinoamérica.

Estos dos son apenas un par de ejemplos de la complejidad que hay en la clasificación ideológica. De manera indirecta los críticos de la “izquierda pro-Putin” están desentrañando que una parte de la izquierda latinoamericana no tiene inconveniente alguno con apoyar países o bloques que desafíen la influencia global estadounidense, aun si tales bloques o países representan ideologías diametralmente opuestas a las  que esta “izquierda” dice defender. Esta postura, también encuentra su fundamento en la vieja frase “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. En este caso, el restar o pretender restar influencia internacional a EUA, legitima las acciones de Rusia para esta facción de la izquierda latinoamericana. Ahora bien, queda la duda ¿es legítimo tener una posición política como la descrita? No hay respuesta como tal, ya que al final posturas de este estilo se pueden encontrar prácticamente en cualquier etapa de la historia de la humanidad. Pero sin duda alguna sí obliga a un replanteamiento ideológico.

Si alguien de esta izquierda, que al parecer es pro-rusa, legitima las acciones de Putin en Ucrania, por lo menos tendrá que cargar con el peso ideológico de auto reconocerse como una izquierda que ya no cree en las tendencias internacionalistas o universales. Y que difícilmente podría asumir posiciones ideológicas “humanistas”. Pero de nueva cuenta, para bien o para mal, históricamente ha habido movimientos y agrupaciones de izquierda que no han tenido inconveniente alguno con desechar los elementos humanistas e internacionalistas, e incluso que no han dudado en aliarse con sus propios contrincantes ideológicos con tal de incrementar su área de influencia. El ejemplo más extremo de esto lo podemos encontrar en el tratado Ribbentrop-Molotov, convenio realizado entre la Alemania Nazi y la Unión Soviética de Stalin para repartirse el este europeo.

Y aunque en este momento, los reflectores van más sobre esta facción de la izquierda latinoamericana, los simpatizantes de la derecha, especialmente la facción más liberal, tampoco se quedan atrás con este tipo de supuestas contradicciones, especialmente debido al apoyo incondicional hacia el régimen ucraniano, a sabiendas de que hay fuertes grupos de ultraderecha nacionalista, algunos incluso rayando en neonazis tales como el grupo de Azov, que paradójicamente también ejercen posturas muy conservadoras semejantes a las del propio Putin.

Esto al final solo reencamina a la necesidad de un replanteamiento ideológico para entender mejor las posturas políticas de las diversas organizaciones existentes en las sociedades. Posiciones aparentemente contradictorias, pero que al final reflejan los intereses reales de tales grupos, obligan a generar clasificaciones más especificas que permitan tener un mejor entendimiento político.

Por lo pronto, este tipo de posiciones ideológicas exhibe la complejidad política del mundo. La guerra fría, falsamente simplificó las posiciones ideológicas, cuando realmente siempre han sido mucho más complejas de lo que se ha creído. Incluso en dicha época se pueden encontrar conflictos de supuesta contradicción ideológica tanto de tendencia de izquierda, como lo fue la ruptura Sino-Soviética, donde dos regímenes “comunistas” se alejaron entre sí, y también de derecha como lo fue la guerra de las Malvinas, donde dos sistemas de gobierno de derecha favorables al capitalismo, al conservadurismo y a los intereses estadounidenses se atacaron por dominio territorial.

Todo ello demuestra, que las naciones del planeta, así como las regiones de la que forman parte tienen un enorme grado de complejidad política que no puede ser clasificado de forma simple. Hoy más que nunca se requiere una nueva brújula política para entender mejor, los cada vez más complejos movimientos políticos contemporáneos.