La realidad transformada

La única forma de poder transformar la realidad es creer que esto es posible y asumir un compromiso con los derechos humanos. (Imagen: especial)

Parafraseando al ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se puede estar de acuerdo en que “la única forma de poder transformar la realidad es creer que esto es posible y asumir un compromiso con los derechos humanos de todas las personas sin importar cuáles son las condiciones políticas o sociales en las que estamos trabajando”, solo que del decirlo al hacerlo existe una distancia, que para unos sera corta, para otros larga y para muchos sencillamente muy distante.

Cuando se alude a un ideal en materia de derechos humanos y no se llevan a la práctica, estamos frente a un discurso demagógo, el juzgador en especial, al momento de impartir justicia difiere entre otros respecto de los criterios que aplica; hay momentos en que derivado de lo que se establece en las normas y en principios doctrinales, es más que evidente determinar a quien le asiste la razón y el derecho, contrario a ello se dictan resoluciones que más tarde son confirmadas por los organos jurisdiccionales superiores al emitir alguno de sus integrantes votos particulares, en perjuicio del quejoso.

Pareciera que el juzgador al momento de emitir sus resoluciones, cuida su trabajo o bien que trabaja para la autoridad que violenta derechos humanos, pocos son los jueces valientes que cumplen con el mandato constitucional de impartir justicia pronta y expedita, ya que una justicia retardada es una injusticia en sí; existen casos donde quien emite la razón en favor del justiciable, representa a la minoria en una votación y se llega a la determinación por ende, que la impartición de justicia al momento de analizar la violación de derechos humanos pareciera fuera una cuestión dejada al azar.

Transformar la realidad desde los hechos permitirá la disminución del trabajo jurisdiccional, evitará la creación de obras donde resalten sentencias “importantes” que generen “un parteaguas y un nuevo paradigma constitucional en el país”, hoy más que nunca, se necesitan personas que desde su espacio de poder se encuentren comprometidas momento a momento con su actuar en el respeto de los derechos de los demás; lo absurdo es que no lo haga quien lo dice promover e incluso respetar.