ECOS LATINOAMERICANOS: Entre simbología y pragmatismo. Parte 2

En el caso de Cuba, AMLO anteriormente había manifestado su apoyo al régimen de dicho país. (Foto: especial)

En el caso de Cuba, AMLO anteriormente había manifestado su apoyo al régimen de dicho país. Incluso, en los festejos de la consumación de la independencia realizados en septiembre del año pasado, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, fue uno de los principales invitados del gobierno federal, refrendando así las relaciones entre ambos mandatarios. Aun cuando solo unos meses antes dicho gobierno había afrontado protestas sociales nunca vistas, desde el famoso maleconazo en los noventa, a raíz de falta de resultados respecto la expansión del COVID-19 en la isla.

El régimen político en Cuba es una autocracia que está mutando de un régimen personalista dirigido por la familia Castro, a un régimen más institucional, pero aun con tendencias autoritarias, encabezado por la dirigencia del Partido Comunista, siendo esto una clara emulación de regímenes como el chino o el vietnamita. No hay reconocimiento de partidos de oposición en la isla, e incluso las manifestaciones de la disidencia cubana tienen que ser autorizadas por el gobierno para poderse realizar, lo cual claramente es una limitante para que la oposición pueda acceder a puestos de poder de manera institucional.

El actual régimen cubano ha justificado sus polémicas medidas autocráticas bajo el supuesto estado de alerta iniciado en 1961, año en el que se dio la famosa batalla de bahía de cochinos, donde el anticastrismo sufriría una derrota militar contundente y finalmente se consolidaría el poder del líder revolucionario, y posterior mandatario de Cuba hasta 2008, Fidel Castro. Estas medidas buscan legitimarse como un elemento clave para combatir el embargo económico impuesto por EUA tras la fallida batalla anteriormente señalada y la posterior crisis de los misiles de 1962. Supuestamente tales medidas políticas obedecen a la preservación de la revolución frente a la presión económica de EUA y sus aliados.

Justamente López Obrador, se pronunció en la capital cubana en contra de dicho embargo, y ha señalado también su interés en que EUA ponga fin a esta polémica acción, que principalmente afecta a los ciudadanos cubanos ordinarios, y muchas veces no tienen nada que ver con sus autoridades políticas. Al mismo tiempo AMLO indicó que pedirá al presidente Biden incluir a Cuba en la cumbre de Las Américas que se realizará en las próximas semanas. Finalmente, AMLO también mencionó una supuesta “revolución dentro de la revolución cubana”, para poner a la isla como un ejemplo de perseverancia social ¿Será que quizá López Obrador apuesta por reformas políticas y económicas al interior de Cuba a cambio del fin de la hostilidad política estadounidense?

Resulta complicado responder tal interrogante en estos momentos. Sin embargo, sean cuales sean las razones para este tipo de propuestas, es claro que AMLO no tiene inconveniente alguno respaldando regímenes alejados de pluripartidismo, como lo es el cubano. Aunque también debe indicarse que en general la política exterior mexicana no ha tenido inconvenientes para trabar acuerdos y buenas relaciones con regímenes mucho más autocráticos tales como el de China, Vietnam, Arabia Saudita o Singapur.

Estas aproximaciones diplomáticas, sobre todo en los casos cubano y salvadoreño, exponen también el pragmatismo lopezobradorista al momento del desarrollo de la política exterior. Aun cuando estas naciones tienen gobiernos de semblante autoritario, implícito en el caso salvadoreño y explicito en el cubano, el gobierno mexicano no tiene reservas aparentes para hacer políticas en conjunto con dichos regímenes. Aunque también vale destacar que la cortesía y los acercamientos diplomáticos vienen también con un propósito social que AMLO quiere detonar en la región de Centroamérica y el caribe, y que tiene que ver con la migración.

Es cierto, como ya se indicó, el interés de AMLO de un acercamiento político con Latinoamérica, pero esto es más bien una cuestión de corte más simbólica. La cuestión de fondo, que es ahí justamente donde también se incluye el tema de Belice y Guatemala, es tratar el tema migratorio. Ni siquiera los principales detractores tanto del gobierno de López Obrador, como de los países ya señalados, pueden ignorar que la migración es una constante que no se ha manejado adecuadamente desde hace varias décadas.

No solo son mexicanos los que actualmente migran hacia EUA, sino también centroamericanos y caribeños. AMLO lo sabe bien y por eso el interés en estrechar lazos con estas regiones, y vale la pena destacar también, qué al menos en apariencia, López Obrador ha manifestado su entendimiento por el desarrollo nacional de los países emisores de migrantes para frenar este fenómeno.

Y es que la mayoría del tiempo la crítica y problemática sobre el fenómeno migratorio va enfocado hacia los países receptores y de tránsito de migrantes, respecto a la forma en la que se trata a las personas en situación de desplazamiento forzado, y la situación de los países que emanan a esas personas pasa más bien a segundo plano.

Es correcta la expresión manifestada por AMLO cuando sostiene que la mejor forma de frenar la migración es brindando un mejor desarrollo social en los países emisores de migrantes. Por eso el interés en fomentar programas como “sembrando vida” y “jóvenes construyendo el futuro” en Centroamérica y la quizá posible propuesta de reformismo al interior de Cuba, esto con el afán de mejorar las condiciones en esa parte de Latinoamérica para que así la gente ya no tenga necesidad de migrar.

Con una reducción sustancial de la migración tanto México como EUA podrían destinar sus recursos para otras problemáticas que no sean la migratoria. Sin duda alguna sería bueno, que tanto en Centroamérica como en Cuba se gestara el desarrollo socioeconómico necesario para evitar la salida forzada de personas y así poner fin a esta problemática.

Aunque del dicho al hecho queda un tramo muy grande. Aún restan muchas dudas sobre la eficacia de los programas anteriormente señalados en el propio territorio mexicano. La migración hacia EUA continúa, si bien tal vez ya no sea tanto por cuestión económica, la situación de inseguridad empuja a la gente a buscar alternativas al otro lado de la frontera. Este factor, la violencia, es algo que aún no ha resuelto el gobierno de Obrador, así como tampoco Guatemala u Honduras, y que sin duda tendrán que aprender a solucionar.

Pero independientemente de las reservas que se puedan tener respecto a algunos de estos regímenes, ojalá que tanto México como los países señalados logren articular las políticas necesarias para afrontar el fenómeno migratorio, y subsecuentemente se fomente la integración latinoamericana, pero aún hace falta tiempo para ver si las propuestas señaladas logran traducirse en buenos resultados, y no quedarse como meros actos simbólicos. Habrá que estar al pendiente de lo que ocurrirá los siguientes meses entre México, Centroamérica y el Caribe.