A la deriva

La mayoría de las veces, la voluntad individual es contaminada por la negligencia y corrupción con que los gobiernos en turno administran las instituciones sociales. (Foto: especial)

En alguno de mis escritos, mencioné que la variable tiempo es imposible controlar mucho menos corromper. La línea promedio que cualquier mortal logra transitar durante su vida, no se prolonga más allá de los 80 años. Segundo transcurrido no tiene regreso, si lo aprovechamos avanzamos, si lo desperdiciamos detenemos o rezagamos nuestro crecimiento y desarrollo como seres humanos.

Tenemos que hacer en tiempo y forma todas aquellas cosas que sean necesarias en cada una de las etapas de nuestra vida, si queremos realizarnos como nos proyectamos en nuestros pensamientos. Para eso debe haber claridad  del rumbo a seguir y tomar las precauciones necesarias, para evitar navegar a la deriva y perdernos en el espacio y el tiempo, como aquella barca que imagino el escritor uruguayo Horacio Silvestre Quiroga Forteza (1878-19379, en su libro “Cuentos de amor de locura y de muerte” no se deben dejar acciones inconclusas o sin realizar, como la construcción de valores desde que se tiene uso de razón, la adquisición de conocimientos y desarrollo de capacidades de manera paulatina, de acuerdo a la edad cronológica que se va alcanzando, hasta llegar a ser capaces de satisfacer  las necesidades, materiales y espirituales y ser solidario con quien más lo necesita.

Parte de esas condiciones están sujetas a la voluntad individual y otra parte a la responsabilidad, compromiso social, ética y moral, de quienes presiden las instituciones sociales, que en conjunto conforman el gobierno del Estado Mexicano. Por seguras que estén las personas de lo que quieren hacer de su vida, lo que desean estudiar, con qué persona formar una familia y a que actividad dedicarse, si los gobernantes no proporcionan un ambiente de paz y tranquilidad social, no sólo se limita su desarrollo, sino su calidad de vida, al no ser competitivos en el campo laboral.

La mayoría de las veces, la voluntad individual es contaminada por la negligencia y corrupción con que los gobiernos en turno administran las instituciones sociales, como sucede en la actualidad. Empezando por la impunidad con que se juzga a quienes robaron y siguen robando al pueblo; al implementar programas de bienestar sin padrones actualizados (donde no son todos los que están ni están todos los que son),  sin evaluación de los resultados; contratos de obras y de adquisiciones manipulados; rotundo fracaso del Instituto de Salud para el Bienestar, para proporcionar el servicio de salud a la población; incompetente desempeño de quienes han dirigido los Laboratorios de Bilógicos y Reactivos de México (Birmex), ocasionando desabasto de medicamentos en general y en especial para atender enfermedades crónicas como nunca antes se había visto; empobrecimiento de jubilados y pensionados al tasar sus ingresos en  Unidades de Medida de Actualización y no en salario mínimos; candidatos a puestos de elección popular designados por los mismo grupos de poder que se han adueñado de los partidos políticos, quienes mediante una farsa electoral se convierten en regidores, síndicos, presidentes municipales, diputados, senadores, gobernadores y presidente de la república, quienes al final son los que dirigen las administraciones públicas y los poderes de la nación, feminicidios, desapariciones y homicidios por todas las latitudes.

Parece una exageración, pero la realidad es que el país navega a la deriva, va sin rumbo fijo ni dirección, sin ningún proyecto de nación, tal parece que las decisiones se toman de acuerdo con el estado de ánimo con que amanecen los gobernantes. Los resultados están a la vista: el campo prácticamente está abandonado, los ejidatarios ya vendieron sus parcelas, los más afortunados viven de las remesas que les mandan sus familiares; otros, de las ayudas de los programas de bienestar (muchas veces, las entregan son incompletas); el costo de la vida es el más alto de los últimos veinte años; desempleo, de la mano de obra calificada y no calificada, la mano de obra ocupada recibe salarios insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas, ocasionado que la cifra de pobres y miserables crezca a diario.

Parece que todo camina por inercia, se deja todo a la deriva, lo prioritario queda de lado, como es la educación de niñas, niños, adolescente y jóvenes, que nacieron entre 1998 y 2018, quienes interrumpieron su educación durante dos años, ocasionando una deserción escolar y un rezago educativo, como nunca antes había sucedido, imposibles de revertir, pero si acortar, siempre y cuando las autoridades educativas asuman su compromiso social y establezcan una estrategia que ayude a que el daño no sea tan severo. Lo que parece que por lo pronto no va a suceder, al menos de aquí hasta el 2024. El mayor tiempo y recursos presupuestales los dedican a eventos de impacto político y no a mejorar la calidad de la enseñanza y las condiciones laborales de los trabajadores de la educación, mucho menos a poner orden en el Sistema Educativo Nacional.

Simulando preocupación por el bienestar de los trabajadores, el 15 de mayo próximo pasado, las autoridades educativas, difundieron por todos los medios de comunicación que, a partir del primero de enero del año en curso, algunos docentes que ganan menos de veinte mil pesos mensuales van a recibir un aumento salarial del 7.5%. Haciendo algunas conversiones, podemos afirmar que, con dicho incremento, se podrán adquirir otras 106 tortillas más todos los días, para que la canasta básica se contemple un poco más abultada y se sientan en casa los efectos de la cuarta transformación de la vida nacional. Mientras tanto la preparación de la mano de obra productiva sigue navegando a la deriva. 

Si el actual gobierno fuera verdaderamente democrático, informaría al pueblo, como se utilizaron los recursos presupuestales destinados a las escuelas de tiempo completo, para el ciclo escolar 2020/2021, así, como el destino final, de los recursos no ejercidos y que fueron autorizados para los ciclos escolares 2019/2020 y 2020/2021, para  contratación de personal obrero a lista de raya; nombramientos interinos, por tiempo fijo o por obra determinada; vacantes definitivas o temporales no sustituidas ya sea que ocurran por muerte, renuncia, abandono de empleo, y en general, por cese del trabajador; plazas no promocionadas; movimientos de  escalafón no realizados; plazas de nueva creación que no se ocuparon; trabajo extraordinario no pagado; tiempo extra no pagado; parte proporcional de los salarios íntegros no pagada durante el período final de vacaciones y vacaciones no pagadas; licencias sin goce de sueldo; pagos parciales a quienes tienen licencia con goce de sueldo, según las condiciones de la licencia: por enfermedad no profesional, enfermedad profesional o por cualquier otro motivo; permisos para ocupar otros cargos en la SEP; suspensión de los efectos del nombramiento; abandono de empleo; faltas laborales; la puntualidad y asistencia no pagadas; días económicos no pagados; faltas injustificadas; días de suspensiones  laborales y por renuncia, entre otros conceptos no pagados en un año fiscal. Con estos remanentes bien se pudieran pagar las prestaciones pendientes que desde 2018, se les debe a miles de trabajadores de la educación. Pero como la realidad es otra, los marginados, pobres y miserables seguiremos a la deriva.