La Organización de los Estados Americanos (OEA) es una organización internacional creada el 30 de abril de 1948, con el objetivo de ser un foro político para la toma de decisiones, el diálogo multilateral y la integración de América.
Los Estados americanos consagran en su Carta de creación que la OEA, generaran acciones para lograr un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia. Dentro de las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos constituye un organismo regional. En su accionar busca construir relaciones más fuertes entre las naciones y los pueblos del continente.
Entre otros instrumentos jurídicos y de estructura operativa emanados de éstos, son la Convención Americana sobre los Derechos Humanos, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer “Convención De Belém Do Para”.
Pese a que se han generado las condiciones para los cambios de marcos normativos, de políticas públicas y de estructuras operativas, aun no se ha logrado evitar la opresión que vive en contra de la población, es decir, que no basta los cambios normativos, sino que es importante transitar a otros estadios de organización de la sociedad para evitar el patriarcado, la corrupción, y los niveles de opresión que se mantienen en contra de la población.
Me parece importante el trabajo que ha desarrollado el Sistema Regional a través de sus estructuras operativas como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, gracias a estas estructuras las organizaciones y personas afectadas en sus derechos humanos han solicitado la atención a las violaciones de su dignidad humana, una vez agotados los procedimientos en México, y con ello, la Comisión da parte a la Corte para la atención de los casos.
Derivado de ello, hoy tenemos sentencias icónicas que han cambiado el rumbo del trabajo político, legislativo y de diseño de política pública para atender asuntos que no se habían considerado en nuestras leyes. Tal es el caso de la sentencia de Castañeda Gutman contra México, se generaron los perfiles para las candidaturas independientes en procesos electorales, o el caso de Campo Algodonero contra México, que avanzó en las cuestiones de la definición de la víctima, la reparación del daño, nuevas estructuras operativas para la atención de la problemática, así como avanzar en las disculpas públicas y los memoriales que hoy están presentes en nuestra legislación, o bien la sentencia del Caso Radilla Pacheco, contra México, que permitió hacer modificaciones al marco jurídico en materia de desaparición de personas y la legislación de las víctimas.
La solución se encuentra en la generación de un cambio en las prácticas de consumo e intersubjetivación de la población, el transitar a un modelo de masculinidad diferente, masculinidades positivas con participación y trabajo en el hogar y los cuidados, el apoyo del Estado para una mejor redistribución de la riqueza nacional. Esto sería posible a través de procesos de transfeminismos, donde hombres y mujeres se puedan apoyar.
Considero que el Sistema Regional, tiene una posibilidad superior para la atención a violaciones graves de los derechos humanos y en el caso de México benefició de manera genérica a la atención de las mujeres, pero pese a ello, y aun con la Convención Belém Do Pará, la violencia continua su ritmo, derivado de que no hemos logrado echar abajo el patriarcado, en sus mandatos de masculinidad y potencias a los que se refiere Rita Segato.
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