Hostigamiento sexual en el trabajo

El término de “hostigamiento sexual” fue acuñado por primera vez en el año 1975. (Foto: especial)

Hace más de dos décadas se creó en México un grupo de trabajo contra el hostigamiento sexual en el ámbito laboral, conformado por organizaciones sindicalistas, que desde entonces se propusieron socializar sus investigaciones y experiencias, mediante documentos, conferencias y talleres, con el objetivo de sensibilizar a los diversos actores sociales: empresarios, sindicatos, trabajadores/as, funcionarios/as públicos y a la sociedad en general, sobre el problema.

       A pesar de que estas acciones no han contado con todo el respaldo que el caso amerita, y ni siquiera han merecido la atención de instancias que trabajan a favor de los derechos humanos de mujeres, quienes desde la sociedad civil trabajamos en pro de la erradicación de todo tipo de violencia contra mujeres y niñas, logramos obtener información emanada de estos grupos de mujeres sindicalistas, que actualmente han monitoreado el panorama laboral post-pandemia, con resultados que revelan un notable aumento en los casos de hostigamiento sexual en el trabajo.

       El término de “hostigamiento sexual” fue acuñado por primera vez en el año 1975, pero ello no quiere decir que no existiera.  Fue sólo que nosotras nunca nombramos el problema.  Y en tanto no se menciona, es difícil que socialmente se entienda y se encuentre solución.

       Como todo tipo de violencia hacia las mujeres, el hostigamiento sexual se basa en la cultura imperante, en donde a los hombres se les educa para ver a las mujeres como objetos sexuales de su propiedad y a los cuales puede usar y abusar a su antojo… abrogándose también el derecho a que si encuentra una negativa por parte de la mujer, la acosará empleando tácticas violentas.

     Por esta pauta cultural, algunos hombres hostigadores ni siquiera se dan cuenta de lo ofensivo de su conducta, e incluso hay quienes piensan que la mujer desea ser hostilizada y que el hombre debe ser hostigador para cumplir con su papel como tal.  Y atención: el hostigamiento sexual no se trata sólo de sexo.  Se trata de poder.  Típicamente, tal comportamiento es elegido para humillar y controlar.

       Algunas de las repercusiones del hostigamiento sexual en el ámbito laboral, son, para las trabajadoras que no acceden a los avances o demandas sexuales:

        Negativas a ascensos o aumentos de salario, e incluso el congelamiento de algún puesto

        Transferencia del lugar de trabajo

         Incremento de las cargas de trabajo o la imposición de trabajos que otros/as no realizan

         Negativa de prestaciones, promociones y derechos, o retardo en su tramitación

        Referencias negativas de la trabajadora; evaluación negativa del desempeño laboral

        Actas administrativas cuestionando el trabajo de la afectada

         Ausentismo, despido o renuncia

         A nivel de las condiciones y relaciones de trabajo, las repercusiones van, desde la baja productividad de las afectadas y un ambiente hostil hacia su persona; humillaciones e incomodidad.  En el aspecto psicológico y físico, el hostigamiento sexual produce: ira, ansiedad, nerviosismo, vergüenza, baja autoestima, degradación o culpabilidad por creer que ellas lo han provocado; insomnio, dolores de cabeza e inapetencia.

       El hostigamiento sexual en el trabajo es una violación a los derechos humanos y sexuales de las trabajadoras y también es un problema social-laboral que cada día amenaza al bienestar físico y psicológico de miles de trabajadoras, sin excluir a los hombres, que también suelen ser víctimas.

       En esta etapa de nuestra historia, hemos entendido que el abuso y la violencia sexual son realidades presentes desde hace mucho tiempo y de las cuales hemos comenzado a tener conciencia social más recientemente.  Sobre todo, en los espacios laborales.

       Sabemos que en cada persona se encuentran impulsos que la dotan de un potencial que le puede llevar a desarrollar conductas barbáricas, de violencia total y búsqueda de someter a toda costa al medio y personas que le rodean, o por lo contrario, desarrollar conductas humanizantes, propias de los aspectos más elevados del ser humano, como el amor, el respeto, la confianza y la búsqueda del bien común.  Ambos potenciales están presentes y coexistiendo en cada individuo, predominando uno u otro, eventualmente, según las circunstancias en que éste se desarrolle.

        En el ámbito laboral, sobre todo si contamos con la oportunidad de pertenecer a un sindicato, nuestro trabajo en contra del hostigamiento sexual resulta importante. Porque todo sindicato, hoy día, tiene el deber y el compromiso de defender los derechos humanos de las mujeres y erradicar todo tipo de violencia en su contra.

        Y es deber y derecho de cualquiera de nosotras, promover entre compañeras que trabajan en cualquier sector, formal o informal, el conocimiento de nuestros derechos de género, acompañando las quejas y denuncias hechas por mujeres que no cuentan con un sindicato que proteja estos derechos.  Recordando que “como trabajadoras, tenemos derecho al respeto de nuestra intimidad y a la consideración debida a nuestra dignidad, comprendida la protección frente a ofensas verbales o físicas de naturaleza sexual”.

        Después de estos dos años en que la crisis bio-sanitaria (representada en el Sars-Cov 19) literalmente nos obligó a un confinamiento nada saludable en el aspecto mental y emocional, nos hemos encontrado que hemos retrocedido en cuanto a la convivencia al interior de nuestros centros de trabajo.  Se vuelve a negar la existencia del hostigamiento sexual en el ámbito laboral; se dice que la afectada “exagera los hechos”; se habla de la “falta de humor” de las mujeres; se apela a la “libertad de expresión”, la “camaradería” masculina y la vestimenta de las afectadas.

         Todas las mujeres debemos tener en cuenta que las aparentes conquistas en el área laboral han tenido costos altísimos en nuestra vida personal, quienes nos hemos visto trabajando dobles jornadas, para compaginar la maternidad, la vida doméstica y el trabajo fuera del hogar.

         No podemos permitir, entonces, que la misoginia cultural que ha sido parte importante en la violencia social colectiva que hoy marca nuestro país, nos envuelva entre sus redes. Adoptemos la lucha contra el hostigamiento laboral, como sinónimo de dignidad, de todas, de todos.