URBANÓPOLIS: “Éramos muchos y parió la abuela”

Para el año de 1950 los mexicanos sumábamos poco más de 27 millones, y cada año nacían en promedio 771,459 nuevos mexicanos. La tasa de crecimiento era del orden de 2.75% anual, y el número promedio de hijos era superior a los 6 por familia. Sin duda, la dinámica demográfica es mucho más compleja que los tres indicadores mencionados, pero solo tienen el propósito de ilustrar cómo hemos cambiado como sociedad que habita este país y, por ende, el Plantea.

Éramos muchos y parió la abuela” es un dicho popular que sintetiza la realidad demográfica prevaleciente en México a mediados del siglo pasado; para 1960 el país presentó sus mayores tasas de crecimiento demográfico, del orden de 3.3%, y llegamos a ser poco menos de 37 millones de personas. Cada año había 1.2 millones de nacimientos y en promedio las familias tenían 7 hijos. En otras palabras, éramos muchos y nos reproducíamos muy rápidamente, a grado tal, que el crecimiento poblacional denominado “explosión demográfica”, se constituyó como uno de los principales problemas del país.

Durante el sexenio de Luis Echeverría se puso en marcha una estrategia para enfrentar dicho problema, bajo una estrategia que, seguro muchos de los lectores recordarán bajo el eslogan “La familia pequeña vive mejor”. Todo bajo el supuesto de que los países desarrollados presentaban bajas tasas de natalidad y mortalidad infantil; razón por las que México que deseaba dejar de ser de “Tercer Mundo o subdesarrollados”, aceptó ayuda internacional para bajar sus tasas de natalidad y mortalidad infantil.

El 27 de marzo de 1974 se constituyó el Consejo Nacional de Población (Conapo) con el objetivo de encargarse de la planeación de la población e implementar políticas públicas e instrumentos de planeación que favorezcan la calidad de vida de la población mexicana. Las políticas llevadas a cabo propiciaron que, gracias a las compañas de vacunación y programas de salud, disminuyeran las tasas de mortalidad infantil más rápido que las de natalidad. En otras palabras, las familias seguían teniendo el mismo número de hijos, pero ahora no se moría ninguno. Así que la política dio resultados, hasta mediados de la década de 1980. Para este año éramos 67.5 millones de habitantes en el país, crecíamos a un ritmo menor, 2.53%, y los hijos promedio por familia se redujeron a 4, en promedio.

Si bien, para 1990 había 84 millones de habitantes en el país, la tasa de crecimiento seguía disminuyendo y ahora era 1.88%, casi 2 millones de nacimientos por año, pero el promedio de hijos disminuyó a 3.5 en promedio. El problema dejó de ser el crecimiento demográfico, ahora el problema se ubicaba en la población joven, que comenzaba a presentan un alto índice de embarazos no planeados, con la consecuente demanda de aborto o jóvenes madres solteras. Así, en 1995 la campaña demográfica fue la de incentivar que los jóvenes defendieran su derecho a las oportunidades de educación y trabajo, antes de tener hijos y formar una familia.

Para ilustrar la gravedad del asunto, baste señalar que las mexicanas tuvieron su primer embarazo, en promedio, a los 21 años. La tasa de fecundidad más alta es en aquellas con edades de entre los 20 a 24 años. Para ilustrar la magnitud del problema, baste señalar que entre el 2013 y 2014 se registraron casi 400 partos en niñas de 10 años. Desafortunadamente las campañas no han tenido el éxito esperado: en 2017 se presentaron casi 500 mil embarazos en jóvenes de entre 15 y 19 años. Hoy en día, uno de cada cinco nacimientos que se producen en México cada año es de una mujer menor de edad.

Para el año 2000, en México llegamos a casi 99 millones de habitantes, sin duda, ahora crecemos a un ritmo mucho menor, pues la tasa de crecimiento para inicios del milenio fue de apenas 1.27%, pero al ser tantos, esto representó casi 2 millones de nacimientos anuales, aún y cuando el número de hijos fue de 2.67 en promedio por familia.

El pasado 11 de julio se conmemoró el “Día Internacional de la Población”. Este año, la población del Planeta se estima en 8 mil millones de personas. En México llegamos a 127 millones, nuestra tasa de crecimiento es de las más bajas de tan sólo 0.94%, aun así, representan poco más de 1.3 millones de nacimientos por año; si bien el promedio de hijos a disminuido a 2 por familia en promedio.

Ahora que parece que el crecimiento demográfico no es el problema, llegó la hora de atender aspectos inherentes a la dinámica migratoria y que son urgentes e impostergables para México, por señalar algunos, están los embarazos no deseados y en niñas y jóvenes, el incremento de madres solteras, el incremento en la esperanza de vida de la población que propicia la incorporación de adultos mayores a las familias de los hijos o la conformación de familias de tres generaciones cuando, después de un divorcio, regresa al hogar de los padres la hija o hijo con los nietos, la dinámica migratoria, el que cada vez haya más mujeres jefas de familia, etcétera.

Así, que al menos para la realidad mexicana aquel dicho de “Éramos muchos y la abuela parió” podría complementarse con algo como:  la hija se embarazó cuando cursaba la prepa, el abuelo cumplió 80 años y goza de muy buena salud, la tía tuvo éxito en su tratamiento de fertilidad asistida, preferimos tener un perro al que cuidan como si fuera un hijo, “para que me caso”, “mejor sigo viviendo con mis padres”, “aquí me lavan, cocinan, cuidan y no gasto en renta”. Olvidé decir que los parientes del otro lado, ahora amenazan con regresarse a vivir acá… Así de complejo es hoy en día nuestro futuro demográfico.