DEBATAMOS MICHOACÁN: Convivencia, fraternidad, participación

Mucho por hacer, deconstruir, y reconstruir, o bien de pensarnos, despensarnos y repensarnos. (Imagen: especial)

Todos los días muchas familias viven la crisis del miedo; y es que continuamos escuchando los sonidos de la descarga de pistolas y armas largas, es decir, la violencia continua y los crímenes y feminicidios son permanentes, así como los delitos de robo a mano armada, de robo a casa habitación; también observamos los conflictos en que se encuentran diferentes grupos sociales, como el magisterio, los grupos de personas originarias, igualmente, estamos viviendo una quinta ola  del Covid-19 y hoy también la viruela del mono; continúan los efectos del cambio climático y la degradación del medio ambiente, muchas personas no comen tres veces al día, y también hace falta el agua en algunas partes de México, un ejemplo de ello es Nuevo León y vemos un modelo económico basado en la globalidad, el mercado que nos hace hedonistas, individuales, en busca del éxito, del lujo, de los valores líquidos, que nos aleja de los valores de comunalidad.

Se nos enseña a ser individualistas, a utilizar la meritocracia, frente a las necesidades de un pensamiento crítico, ambiental y pacifista. Mucho por hacer, deconstruir, y reconstruir, o bien de pensarnos, despensarnos y repensarnos.

Recientemente en un evento al que asistí me preguntaron cuál es el camino para encontrar la Paz; esta fue una pregunta directa para una respuesta concreta, yo les decía que teníamos que trabajar en varios escenarios para desterrar  la violencia (la que se ve y la que no sé ve, es decir, la violencia directa, estructural, cultural y simbólica) y  que genera este modelo económico, el mercado, el patriarcado; que requerimos de avanzar en impulsar procesos de deconstrucción metacognitivos, es decir, desde el manejo de nuestra conciencia, alcanzar modelos de un mejor diálogo en alteridad e intersubjetividad, en horizontalidad, en tolerancia y respeto, es decir, mantener un diálogo intergeneracional, todos, todas, todes debemos dialogar, pero igualmente requerimos de educación, una educación con un enfoque crítico que nos ayude a avanzar en el pensamiento ambiental y de pacificación, pero además se requiere del trabajo fecundo, creativo y permanente que prevea una vocación de servicio.

De manera permanente en mis intervenciones comparto que el diálogo requiere de la horizontalidad, de la complementariedad, la ecología de saberes, de la alteridad, la intersubjetivación, la tolerancia y el respeto; pero igualmente requerimos de la cohesión social, es decir, de establecer la confianza en la familia, entre las familias, con las instituciones, para fortalecer nuestra identidad, la pertenencia a un grupo social, los valores de la comunidad, para alejar los valores individuales y egoístas que dañan el trabajo colectivo, y desde luego la convivencia para transitar a la fraternidad y lograr la más amplia participación social, hasta ahora muy acotada por la sociedad que se mantiene en un hiperconsumo permanente.

Requerimos de seguir trabajando en los cuatro pilares de la educación para el siglo XXI, de la manera en que lo expresa la UNESCO, en donde, se requiere aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a convivir, para transitar a la fraternidad y la participación, es decir, la unidad civilizada para crear esperanza, riqueza y progreso, elementos suficientes para impulsar la transformación y la posibilidad de ser felices, para eso estamos aquí, para ser felices.

Por otro lado, el desarrollo de las actividades productivas, desde la Declaración Interamericana de los Derechos y Deberes del Hombres, se nos convoca a diez obligaciones sociales, una de ellas el trabajo, la colaboración productiva, es decir impulsar acciones para mi bien y el bien común de los demás; pero también el trabajar de manera respetuosa sin agredir a los demás construye sobre la justicia y la solidaridad de toda la comunidad. De hecho, cuando se habla de comunalidad, comprendemos que el trabajo de tequio, el trabajo colectivo y en bien de la colectividad es fundamental para dar sentido a la comuna, a la colectividad.

Pero hay un elemento más, el poder acceder a la información no solo de los textos sino de la lectura que podemos hacer en las narrativas y reflexiones que hacen las personas mayores en la comunidad, incluso de los diferentes perfiles sociales de la comunidad, todas y todos tienen mucho que compartir, y es porque de ellos podemos obtener los saberes, que en complementariedad con los contenidos de la educación tenemos formas de una comprensión mayor de la realidad que vivimos y sobre la cual incidimos para su sostenibilidad del entorno. 

La Paz, también requiere de un cumplimiento absoluto de los derechos humanos y libertades, pero además de impulsar acciones para el respeto a la dignidad de las personas; esto mismo es ahora casi que imposible, el modelo económico no permite acceder a estas posiciones, por lo que se requiere de una transmodernidad, un transfeminismo, pero también de trabajar en la deconstrucción metacognitiva para el fortalecimiento de la creación y desarrollo de conciencia, de un pensamiento consciente, pero también de pensarnos, despensarnos y de repensarnos en nuestro devenir, en el modelo de sociedad, de aldea global que requerimos.

Es decir, si queremos la Paz, debemos de trabajar en la construcción de diálogo, la educación es fundamental, el trabajo de comunalidad, la formación a partir de una ecología de saberes, pero sobre todo de hacer cumplir con los derechos humanos, libertades y respeto a la dignidad humana; pero además en el servicio público se requieres servidores públicos profesionalizados, con vocación de servicio que comprendan que somos naturaleza, somos seres vivos, y que al centro, en el biocentro, en el ecocentro están la vida de los seres vivos y la unicidad con la naturaleza y con ello, estaremos haciendo sostenible para esta generación y las próximas la posibilidad de la vida de los seres vivos, de la naturaleza, sin dejar de comprender que somos naturaleza.