Dignificación de la enseñanza

Oficinas centrales de la Secretaría de Educación Pública.| Fotografía: Archivo

Con el eminente cambio de titular en la Secretaría de Educación Pública se abre la posibilidad de imprimirle otra dinámica al Sistema Nacional de Educación, siempre y cuando el sustituto, sea una persona con amplios conocimientos académicos, experiencia docente, vocación de servicio al prójimo, probada calidad moral en la administración pública, con capacidad de liderazgo, y muchas ganas de trabajar, que bien pudiera ser el Dr. Juan Ramón de la Fuente, Exrector de la UNAM y actual representante permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas.

De hacer el relevo con alguno de los actuales subsecretarios, se seguirían cometiendo los mismos errores de perder tiempo y recursos presupuestales en ocurrencias, tales como organizar asambleas por todo el territorio nacional, para revisar los contenidos de los programas de estudio. Asignar calificación mínima de 6, al aprendizaje a distancia,  que supuestamente adquirieron los  alumnos de educación primaria y secundaria, durante los ciclos  escolares 2020/2021 y 2021/2022, lo cual técnicamente es una aberración, ya que el proceso educativo de las niñas, niños, adolescente y jóvenes, hijos de las familia  pobres y miserables, se estancó  durante todo ese tiempo, por lo que no se puede evaluar lo inexistente, lo congruente en este caso, sería, reiniciar los procesos de enseñanza-aprendizaje, a partir de los resultados logrado hasta marzo de 2020. Para completar el cuadro de ocurrencias, las autoridades educativas, están analizando la posibilidad de sustituir los grados académicos por fases de aprendizaje, cuando los analistas en el tema, están diciendo que en países como en México, además de que se estanco la educación, se ha reducido el coeficiente intelectual de los alumnos, es decir, tienen menos capacidad de comprensión verbal, de razonamiento perceptivo, de memoria operativa y de velocidad de procesamiento.

Lo indicado en estos tiempos extraordinario que estamos viviendo, como es la perdida de dos ciclos escolares, el crecimiento sin precedente de la deserción escolar y del rezago educativo y la “recesión” del coeficiente intelectual de los alumnos, por el mal uso de las tecnologías de la comunicación, es la urgente necesidad de poner orden en el Sistema Educativo Nacional que hoy navega a la deriva, por la negligencia de las autoridades educativas.

Empezando por dignificar las comunidades escolares. Poniendo especial atención en todos aquellos espacios educativos, que no se encuentran en condiciones adecuadas para retomar las clases presenciales, por haberlos dejado desprotegidos durante más de dos años, a pesar de que se pagaron plazas de veladores o servicio de vigilancia a empresas de seguridad privada. En algunos de ellos, las instalaciones de talleres y laboratorios, hasta representan un riesgo para la integridad física de los alumnos, por la falta de mantenimiento, desde hace más de 30 años, por lo tanto, no se pueden realizar las practicas señaladas en los programas de estudio, principalmente de física y química, dejando inconclusos los temas correspondientes.

Otro reto, es mejorar las condiciones laborales de los docentes y trabajadores de la educación, quienes llevan años percibiendo salarios insuficientes para llevar una vida digna, muchos de ellos, ganan menos que un guardia nacional, un soldado sin grado militar o un asesor de diputado y atienden grupos académicos hasta de 50 alumnos. En el año en curso, hubo un incremento de 3.5 %, directo al salario base del tabulador y hasta del 1.5% por concepto de fortalecimiento al mismo, mientras que la inflación o costo de la vida, ha rebasado el 8%, es decir, perciben un salario real de menos 3% con relación a 2021, lo que significa, que su calidad de vida y de sus familias, no solamente no ha mejorado, sino que ha disminuido cuando menos en esa proporción.

Importante resulta, resolver de una vez por todas, los pendientes de pagos que constantemente reclaman públicamente docentes y demás trabajadore de la educación y que dejan sin clase a miles de alumnos, sin que se aplique ninguna sanción. Pagos que, en un momento dado, autoridades educativas y de gobierno se comprometieron pagar, para calmar los ánimos políticos del magisterio organizado en bloques sindicales, a sabiendas que esos recursos no estaban contemplados en los presupuestos de egresos federal y estatales, por lo que ahora, no hay forma de cumplir lo prometido, agregándole más ingredientes al fracaso educativo mexicano.

Atender las inquietudes, ilusiones y aspiraciones de los alumnos, pero, sobre todo, mediante la implementación de un programa nacional de desayunos escolares, asegurarles una comida diaria, ya no digamos suficiente, completa o adecuada como debe de ser a las necesidades nutritivas de una persona, simplemente que contenga los nutrientes necesarios para que tengan un mejor rendimiento durante una jornada escolar, ya que se ha comprobado que la alimentación tiene impacto directo en la memoria, la concentración, el rendimiento cognitivo y hasta la propia salud psicológica de las personas. Para el financiamiento de este programa, se deben retomar los recursos que se dispersan en los diferentes programas, que se inventan de la noche a la mañana, que ni resuelven los problemas y que a veces resultan hasta discriminatorios; así como todos aquellos recurso que no son ejercidos en cada ejercicio fiscal, programados originalmente para el pago los diferentes conceptos de prestación de servicios, los cuales no son devueltos a la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, ni se justifican ante la Auditoria Superior de la Federación, desconociéndose su destino final. En algunas administraciones de gobiernos anteriores, estos “ahorros”, se repartían a discreción entre funcionarios de la Secretaría de Educación Pública.

Por supuesto, se debe diseñar un plan, con base en la realidad que vivimos para que no se siga deteriorando el proceso educativo de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Utilizando toda la imaginación y la voluntad para hacer las cosas, desde empezando por ajustar el calendario escolar hasta hacer cambios estructurales en los niveles académicos, en fin, hacer lo que sean necesario. Propuestas que desde hace décadas se encuentran formando parte de los archivos de la Secretaría de Educación Pública, que representan horas y horas de trabajo de especialista en la educación, que por prejuicios políticos no sea han considerado.