Inicio Opinión ECOS LATINOAMERICANOS: Cuba. La urgencia de “desovietizar” la revolución (Parte 1)

ECOS LATINOAMERICANOS: Cuba. La urgencia de “desovietizar” la revolución (Parte 1)

La Habana, Cuba. | Fotografía: Archivo

El pasado martes se cumplieron 69 años del histórico ataque al cuartel Moncada, ubicado en el extremo oriental de la República de Cuba, el día 26 de julio en el año de 1953. Dicha fecha es un evento histórico para el actual régimen de Cuba, ya que se considera oficialmente que fue cuando inició la llamada revolución cubana, que culminaría con la salida del gobierno dictatorial de Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959, y a partir de ese momento iniciaría el gobierno revolucionario cubano, dirigido por Fidel Castro hasta el año 2008.

Sin embargo, la Cuba de 1953 no es la misma que la de hoy en día, y las legitimaciones revolucionarias tampoco lo son. Cuba, durante sus primeras décadas como país independiente a partir de 1898, tuvo múltiples procesos de inestabilidad que condujeron a diversos gobiernos, algunos de ellos progresistas, pero en general la mayoría eran reaccionarios y sumisos a la política exterior estadounidense. Tras la llegada de Castro al poder esto cambió radicalmente. Castro que en su momento se posicionó como un nacionalista liberal-progresista, viró camaleónicamente al marxismo-leninismo en cuanto vio que reconciliarse con EUA era impráctico para su nuevo régimen, y finalmente optó por abrazar la esfera de influencia de la Unión Soviética para buscar apoyo internacional.

Si bien, este viraje al inicio le permitió a Cuba sortear el enorme embargo comercial incentivado por EUA, y de esta forma realizar cambios sociales sumamente importantes, como brindar servicios de salud gratuitos y de buena calidad a la mayoría de la población, erradicar el analfabetismo en todo el territorio nacional, terminar con la desnutrición infantil y reducir drásticamente los delitos criminales de alto impacto, el precio a pagar por este nuevo posicionamiento fue perder la posibilidad real de que Cuba lograse una plena independencia económica de cualquier país imperialista.

A pesar de recibir el generoso apoyo del “oro de Moscú”, la realidad es que la URSS, de facto, no permitió que Cuba lograse un genuino proceso de desarrollo industrial para la construcción y distribución de sus bienes nacionales de consumo, dependiendo enormemente de lo brindado por los soviéticos y el resto del bloque del este, que también estaba influido desde Moscú. Cuba entonces quedó durante la guerra fría con los gastos cubiertos, pero sin posibilidad alguna de desarrollar sus propias fuentes de riqueza, lo cual finalmente cobraría factura a comienzos de la década de los noventa.

Con la caída de la URSS, Cuba quedó completamente aislada del mundo, y por supervivencia económica del régimen Fidel Castro realizó cambios drásticos en algunos sectores de la economía nacional. Especialmente en materia turística, se aceptó, parcialmente, la inversión privada para la construcción de hoteles y servicios turísticos, aunque con asociación obligada del estado como accionista principal, al mismo tiempo se empezaron a tolerar más las divisas provenientes de cubanos migrantes que trabajaban en el exterior, incluyendo a los famosos “gusanos”, cubanos que migraron y/o se exiliaron a EUA, especialmente a Miami.

Lo anterior recibió el nombre de “periodo especial”, lo cual significó momentos muy duros para la sociedad cubana en general, sin embargo, a comienzos del siglo XXI, conforme nuevos gobiernos progresistas fueron llegando al poder en América Latina, y China comenzó a alzarse como potencia económica, las cosas parecieron tener mejor pinta para el régimen castrista. Si bien, ya no tenían el enorme respaldo que les daba la URSS, con nuevas alianzas económicas el régimen ha conseguido mantenerse a flote unos años más; sin embargo, el estado cubano lleva arrastrando muchos problemas económicos que debió haber resuelto en la década de los ochenta, y por ello ahora hay diversos brotes de inconformidad.

Por ejemplo, hace poco más de un año que se registraron unas históricas protestas callejeras en la Isla. Desde 1994 no se había visto un evento de esta índole en la isla más grande del Caribe. Y es que realmente las protestas masivas en Cuba son un evento muy raro de presenciar. Ciertamente estas no son las primeras inconformidades manifiestas que ha habido en Cuba, ya en el 2020 un grupo de artistas y estudiantes expresaron mediante una manifestación pacífica su rechazo por la detención de varios de sus compañeros.

Antes también ya había habido reportes de algunas manifestaciones locales para tratar diversas cuestiones tales como la libertad de empleo, las condiciones laborales, la inclusión de grupos minoritarios, etc. Sin embargo, esta fue la primera manifestación en décadas que adquirió un carácter masivo y nacional.

La situación socioeconómica de Cuba no es un tema sencillo, la realidad es que la gran mayoría de la población vive de manera muy ajustada respecto a los bienes y servicios que puede adquirir y/o consumir. Desde hace ya un par de años la situación ha estado complicándose gradualmente, pero ahora con la crisis dejada por el COVID-19, que no solo ha perjudicado la salud de varios de los ciudadanos de Cuba, sino que también ha afectado el principal motor de divisas de la Isla, que es básicamente el turismo internacional, el entorno económico tuvo un mayor descalabro que, por lo menos en los últimos meses, ya no pudo ser contenido por las políticas de planificación central de la élite gobernante.

Ahora, el gobierno cubano, que hace tan solo unos años parecía mantenerse estable tras una transición de poder y la creación de una nueva constitución, afronta un nuevo reto que medirá su capacidad de adaptación a tiempos modernos, especialmente ante una juventud que ya no se siente identificada en el mismo grado con las viejas autoridades de la revolución, y que claman mayores cambios no solo en la materia socioeconómica sino también en la política, pero la duda se mantiene: ¿El régimen sabrá como realizar estos cambios necesarios?

En este aspecto, quedará por ver cuál es la posición generacional que adoptará la élite gobernante en los siguientes meses. El actual presidente, Miguel Díaz-Canel, no es alguien que forme parte de la generación del cuartel Moncada, sin embargo, tampoco es de las generaciones jóvenes, mismas que son las que más están buscando el cambio en la isla, por lo que es difícil saber si alguien como él tiene la habilidad política para hacer estos cambios. Es mucho más probable que quién sea el relevo de este actual mandatario, sea el que comience a realizar los cambios necesarios.

Salir de la versión móvil