ECOS LATINOAMERICANOS: Cuba. La urgencia de “desovietizar” la revolución. (Parte II)

Los cambios necesarios por realizar en Cuba no son solo en materia económica, sino sociopolítica. | Fotografía: Archivo

Los cambios necesarios por realizar en Cuba no son solo en materia económica, sino sociopolítica. Probablemente los más ortodoxos del actual régimen cubano sueñan en ver a Cuba como una futura “Mini China” o como una segunda república socialista de Vietnam. Es decir, con cierto grado de apertura económica y uso de capital privado en los medios de producción, pero todo bajo la vigilancia de un estado semi-policiaco dirigido por el partido único del régimen, donde las libertades cívico-políticas continúan estrictamente limitadas. Sin embargo, esto es muy poco factible, el pueblo cubano ha sido tolerante con su actual régimen, pero no es para nada ignorante sobre cómo funciona y sobre todo cuáles son sus límites. Aún con su control y aparato estatal, el régimen actual de la isla no se ha atrevido a realizar una supresión total de las libertades cívico-sociales de la isla, porqué bien sabe que habrá consecuencias si lo hace.

Cabe recordar, que la historia de Cuba, hasta antes de Castro, fue la lucha constante contra los gobiernos opresores y entreguistas, para lo cual el uso de la libertad de expresión era fundamental, esto último lo entiende el régimen revolucionario, por ello aún con las limitaciones actuales, no tendría forma alguna de aplicar un semi-totalitarismo como tiene actualmente China. En ese contexto es que el régimen está obligado a generar resultados que beneficien materialmente a los cubanos si desea asegurar su permanencia de manera legitima.

Para lograr lo anterior, necesita realizar reformas económicas que ayuden a generar divisas en la isla y a su vez redistribuirlas de manera justa entre los diversos sectores de la población, al mismo tiempo que debe seguir manteniendo los beneficios que trajo la revolución como la educación gratuita, el acceso a la salud pública y la seguridad física en toda la isla. Empero, ello no será posible si el régimen sigue resistiéndose a realizar un proceso de industrialización nacional que venga acompañado del sector privado.

Es entendible que no se desee recurrir a la apertura directa a las grandes empresas extranjeras, como fue el caso de China, por el miedo del estado a no poder controlar su influencia en territorio nacional cubano, sin embargo bien podrían utilizarse empresas mixtas que permitan a grupos de cubanos asociarse con el estado para generar algunos bienes y servicios hechos en cuba y que puedan conservar una parte de esa ganancia para posteriormente reinvertirla en otros servicios que no sean necesariamente actividades de primera necesidad. O por ejemplo permitir la generación de pymes cubanas en la isla en ramas industriales estratégicas.

Quizá haya otro tipo de propuestas que pudieran plantearse, pero lo peor que puede hacer el régimen es mantenerse estancado, al final una actitud adversa al cambio solo perjudicaría a todo el pueblo cubano, y finalmente si ello ocurre quien más perdería sería el propio régimen. Por lo anterior, deben realizarse reformas afines a las actuales circunstancias geoeconómicas y geopolíticas. Mencionando con esto último, otro cambio que el régimen debe considerar realizar.

Justamente en esos temas de geoeconomía y geopolítica, debe el régimen hacer cambios, es decir, iniciar procesos institucionales que gradualmente vayan permitiendo la competencia democrática en algunos sectores de la esfera pública. El régimen revolucionario siempre ha defendido su renuencia a abrir democráticamente la isla por el miedo a que por ahí puedan “infiltrarse los enemigos de la revolución”, es cierto que hay un riesgo real que ello ocurra, no obstante, a estas alturas es mayor el riesgo a dejar las cosas tal y como están. Si al menos se da una transición gradual a la democracia, como por ejemplo ocurrió en países como México y Taiwán, el propio régimen actual bien podría tanto salvaguardar puestos políticos clave por un buen tiempo, a la vez que encuentra la forma para adaptarse y competir democráticamente.

Incluso lo anterior podría ser una válvula de escape para el propio régimen y así prevenir el colapso drástico, que tristemente en aquellas naciones en que se ha dado solo ha beneficiado a un puñado de personas – los países de Europa del este son ejemplo de ello – y mejor incentivar a un reformismo gradual que permita tanto al actual régimen como a la fragmentada oposición, encontrar algunos focos de convergencia que permitan mantener la política de seguridad social y empezar a adicionarle progreso económico.

Sin embargo, lo anterior no ocurrirá mientras se opte por mantener el régimen tal cual como lo dejaron las guías soviéticas: estatización semi-absoluta con un único partido político para representar a todo el conjunto de personas de la isla y los intereses que pudieran tener, y lo peor de todo, dependientes más del extranjero que de sus propios recursos y esfuerzo. Cuba es una nación con potencial, el pueblo cubano está bien capacitado en cuestiones educativas y su sistema pedagógico es bastante bueno, pero falta la voluntad política de hacer las reformas necesarias. Esperemos que la élite revolucionaria, finalmente opte por desovietizar la revolución para hacerla funcionar adecuadamente.