ECOS LATINOAMERICANOS: Las paradojas del giro a la izquierda

Gabriel Boric y Gustavo Petro. (Foto: especial)

Recientemente los presidentes de Chile y Colombia, Gabriel Boric y Gustavo Petro, se reunieron con Andrés Manuel López Obrador, con el propósito de estrechar lazos diplomáticos entre los tres países. Tanto Chile, Colombia y México, así como Perú, forman parte de la denominada Alianza del Pacifico, un bloque político-económico que tuvo la meta oficial de integrar a los países indicados para facilitar acuerdos comerciales y políticos.

Sin embargo, en términos prácticos, dicho bloque tuvo un propósito no oficial pero igual de relevante, y fue servir de freno y contrapeso al Mercosur, o Mercado Común del Sur, bloque político-económico que aglutina a diversas naciones del cono sur, que en un inicio era básicamente Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, y posteriormente con la exclusión formal del Estado paraguayo, se unió Venezuela. Al final de cuentas tal alianza empezó a carecer de sentido con los distintos cambios al interior de los países del bloque, el famoso “giro a la derecha” que enemistó diplomáticamente a Venezuela con buena parte de la región, pero finalmente buena parte de las disposiciones que en teoría debieron aplicarse, realmente nunca se concretaron, o en el mejor de los casos solo lo hicieron parcialmente.

Actualmente, con este nuevo y segundo “giro a la izquierda”, Latinoamérica parece volver a tener alineados a la gran mayoría de los países que la conforman bajo una visión ideológica más o menos parecida; pero esto es netamente teórico, la realidad política de la región es mucho más compleja. Si bien esta convergencia entre distintos gobiernos de “izquierda”, simbólicamente parece profundizar la integración de la región, y algunos países se han beneficiado ligeramente, como lo ha sido Venezuela con el aligeramiento de sanciones económicas y la reapertura formal de fronteras con algunos de sus vecinos, particularmente Colombia, aún no parece imperar una integración concreta o siquiera políticas más claras y precisas sobre cómo llevarla a cabo.

Debe destacarse que para el caso de Latinoamérica en el siglo XXI, tanto el primer giro a la izquierda (1999-2010), como el primer giro a la derecha (2015-2020), y el segundo giro a la izquierda que se ha estado viviendo en la actualidad, han obedecido a factores domésticos de cada nación que ha optado por elegir una u otra propuesta ideológica; es decir, las razones por las cuales han llegado, salido y regresado al ejercicio del poder los diversos movimientos y dirigencias de izquierda, ha tenido que ver con razones completamente internas, muy localizadas en los aspectos sociopolíticos de cada país, no son resultado de una coyuntura internacional, no hay realmente un supuesto “efecto dominó” que incentive la llegada de estos gobiernos y dirigentes.

La mejor prueba de lo anterior es justamente la visión ideológica que tienen los nuevos “lideres de izquierda” en la región. A pesar de formar parte de una “generalidad ideológica” de izquierda, es más que evidente que hay notorias diferencias políticas en la interpretación que cada dirigente de izquierda tiene de este espectro político. Justamente en la reunión pasada entre AMLO y Boric, hubo comentarios acerca de la actitud del presidente chileno frente a la estrategia de comunicación política utilizada por su homologo mexicano, independientemente que ello no va a repercutir en lo más mínimo en los intereses diplomáticos de ambos mandatarios, expone que las estrategias políticas divergen considerablemente entre ambos líderes.

Cada dirigente de “izquierda” en la región tiene su propia noción de como debe ejercerse la ideología de cada uno de sus bloques gobernantes. Sin mencionar que también factores como la diferencia generacional, las características geo-demográficas y socio-estructurales de sus bases de apoyo, e incluso su propia historia sociopolítica nacional, intervienen directamente en cómo estos líderes interpretan las ideas de “izquierda”. Lo anterior muestra, que la región, mayoritariamente administrada por gobiernos de izquierda, tiene a su vez múltiples variedades de interpretación de este espectro político, cada una tratando de satisfacer determinados intereses políticos.

Otra situación que los analistas políticos no han terminado de esclarecer es sobre cuál, de estos liderazgos de izquierda, de acuerdo con su visión ideológica y objetivos políticos, está realizando un mejor trabajo. De nueva cuenta, tal interrogante es muy compleja para responder, al menos por ahora.

Lo anterior por que no hay un criterio específico que lo determine ¿Es acaso el cumplimiento de una ortodoxia de izquierda? Siguiendo esta lógica, en todo caso, sería Boric el líder de la región quien estaría en las primeras posiciones, sin embargo, su nivel de aprobación en las encuestas es bastante bajo. Entonces ¿Será por el nivel de aprobación que otorguen las encuestas? Usando este criterio AMLO estaría en los primeros lugares, no obstante, sus políticas aun no parecen producir cambios tangibles en la realidad sociopolítica de México. ¿Será entonces el cumplimiento de la agenda de campaña lo que vaya a determinar el buen trabajo? Por lo pronto pareciera ser Petro el que mejor parece desempeñarse en este aspecto, aunque todavía falta ver los resultados de las políticas que actualmente está aplicando.

No hay entonces un criterio claro sobre el cual comparar estos nuevos liderazgos, y aun faltan por mencionar los otros ya existentes, como son los casos de Xiomara Castro en Honduras, Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce en Bolivia, Pedro Castillo en Perú, y próximamente Lula da Silva en Brasil. Resulta paradójico este nuevo giro a la izquierda, donde a pesar de que Latinoamérica afronta problemáticas muy similares en la gran mayoría de sus estados-nación, y que al mismo tiempo han logrado posicionarse de manera casi simultanea liderazgos de “izquierda”, la dinámica interna de los países a hecho que estos liderazgos tengan que plantear visiones distintas entre sí y enfocar sus capitales políticos en diferentes objetivos.

Por lo tanto, no tendrá sentido intentar hacer medición al momento de comparar la gestión política de estos lideres de “izquierda”, en todo caso habrá que evaluarlos conforme a las circunstancias políticas pertenecientes a cada país en el que actualmente están gobernando. Y también tener en consideración, que al ser factores internos los que movilizan a estos liderazgos, el proceso de integración en la región seguirá de facto, bajo mera retorica y simbolismo, más que en un proceso integrador genuino, al menos en el corto plazo.