Acreditación y certificación

Ojalá que las pilas que pretenden ponerse las autoridades educativas contengan suficiente carga química para que intensifique el ánimo y la voluntad de reasumir su responsabilidad social. (Foto: especial)

Según el Diccionario de la Lengua Española, acreditar significa hacer digno de crédito alguna cosa. Dar testimonio en documento fehaciente de que una persona lleva facultades para desempeñar comisión o cargo. Por otra parte, certificar significa afirmar, asegurar, dar por cierta alguna cosa. Hacer cierta una cosa por medio de instrumento público. Asimismo, la palabra certificación quiere decir acción y efecto de certificar. Instrumento en que se asegura la verdad de un hecho y la palabra certificado, instrumento en que se certifica.

Estas acepciones gramaticales nos permiten entender la esencia misma de estos tipos de acciones que sistemáticamente se realizan en las diferentes instituciones sociales, que fueron creadas para organizar la vida en sociedad y satisfacer las diversas necesidades de la población. En materia educativa, se ha creado un Sistema Educativo Nacional, coordinado por la Secretaría de Educación Pública, al que se le ha conferido la responsabilidad de administrar y regular la educación que imparta la Federación, entidades federativas, Ciudad de México y municipios, sus organismos descentralizados y los particulares con autorización o con reconocimiento de validez oficial de estudios. Por lo tanto, se sobreentiende que es la única instancia facultada para acreditar y certificar, los procesos de enseñanza-aprendizaje, de niñas, niños, adolescentes, jóvenes y demás personas de la población, que estudian en los diferentes niveles académicos: preescolar, primaria, secundaria, medio superior, superior, postgrado, especialidades y capacitaciones.

En este sentido en el Artículo 141, de la Ley General de Educación, se indica: que “las instituciones del Sistema Educativo Nacional expedirán certificados y otorgarán constancias, diplomas, títulos o grados académicos a las personas que hayan concluido estudios de conformidad con los requisitos establecidos en los planes y programas de estudio correspondientes, certificaciones que deberán registrarse en el Sistema de Información y Gestión Educativa y tendrán validez en todo el territorio nacional”

Este proceso de validación de estudios, empieza con las acreditaciones y certificaciones de las evaluaciones  parciales, extraordinarias o finales que se realizan sistemáticamente en cada una de las instituciones educativas, de acuerdo con los planes y programas de estudio del nivel académico correspondientes, con el objetivo de  medir el grado de aprovechamiento escolar de cada alumno, es decir,  comprensión de los nuevos conocimientos adquiridos, las habilidades, destrezas, conducta y valores desarrollados individualmente y los avances logrados en función de los objetivos previstos, en una determinada etapa del proceso educativo.

De acuerdo con los resultados de cada una de las evaluaciones, se acredita o se certifica la actividad educativa correspondiente, según sea el caso. Si se toma como base de referencia la escala numérica del 1 al 10, para establecer una calificación, entonces se puede decir que 6, es la calificación mínima, que acredita que el alumno mejoró en su formación educativa, un resultado menor, significa que fue insuficiente el aprovechamiento escolar, por lo tanto, no se puede acreditar, mucho menos certificar ningún avance educativo.

En este proceso, una vez acreditadas todas las materias  que conforman un plan de estudios, por ejemplo, el de educación primaria: Español; Matemáticas; Exploración de la Naturaleza y la Sociedad; Ciencias Naturales; Formación Cívica y Ética; Educación Artística; La Entidad donde vivo; Geografía; Historia y Educación Física y debidamente registradas en una boleta de calificaciones, la institución educativa, tiene la obligación de certificar, dar por cierto, la acreditación de seis ciclos escolares, mediante la expedición de un documento oficial llamado certificado de educación primaria, donde se comprueba ante la sociedad la verdad de un hecho educativo. Así sucesivamente, se repite este procedimiento de acreditación y certificación, en cada uno de los nivele académicos o de otro tipo de estudios legalmente autorizados.

Por eso resulta paradójico, algunas decisiones de las autoridades educativas, como las de someter a un examen de admisión a los egresados de las escuelas normales, para asignarles una plaza  como docente, lo que quiere decir, que se duda de los conocimiento adquiridos, habilidades, destrezas, actitudes y valores desarrollados, durante su proceso de formación escolar, siendo que en su momento, el mismo Sistema Educativo Nacional, dio testimonio fehaciente de que cada uno de los egresados acreditó los estudios correspondientes, para desempeñarse como trabajadores profesionales de la educación. Asimismo, se afirmó, se aseguró, se dio, por cierto; es decir, se certificó, por medio de un documento oficial llamado Título Profesional, la verdad de que acreditaron los contenidos de los programas de estudio correspondientes. Mientras que, por otra parte, en todos los niveles académicos. existen personas, que trabajan como “docentes”, con plazas bien remuneradas, sin que tengan los estudios académicos certificados, para desempeñarse como tales. Por lo que se infiere, que el problema no es el superávit de la matrícula escolar en las normales o la demanda del servicio educativo, sino más bien, todo esto, forma parte del desorden que prevalece desde hace décadas en el Sistema Educativo Nacional.

Algo parecido sucede, cuando se pierde tiempo y recursos presupuestales al contratar a empresas privadas, para certificar cursos de capacitación, de especialización y otro tipo de estudios, que previamente las mismas autoridades educativas acreditaron mediante la expedición de diplomas, constancias, reconocimientos y hasta con títulos académicos. Mientras, que las instalaciones educativas permanecen en condiciones inadecuadas, para desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje y sin que nada se haga, para disminuir la mala calidad de la enseñanza, la deserción escolar; el rezago educativo y el atraso de la educación nacional equivalente a dos ciclos escolares, poniendo en desventaja a los futuros profesionistas con relación al contexto mundial.

Por otra parte, es mi obligación, comentar que por error incluí el texto en borrador de los dos últimos párrafos del escrito denominado, semejanzas distantes, del 25 de noviembre del año en curso, en los cuales, inclusive omití la fuente de la idea.

“En este contexto, el 2 de diciembre de 1867, el Presidente Juárez expidió la “Ley Orgánica de Instrucción Pública en el Distrito Federal”, en la que se disponía entre otras cosas, la reorganización de la instrucción pública; la supresión de la educación religiosa en las escuelas públicas; la necesidad de preparar a los docentes para que impartieran la enseñanza primaria, clasificándolos en tres clases: de primera, de segunda y de tercera, todos tenían que aprobar los exámenes de admisión o aceptación, lo único que variaba era el número de materias a impartir. Con fundamento en esta ley, se establecía la fundación de la Escuela Nacional Preparatoria, base de lo que hoy en día es la Universidad Autónoma de México, inaugurada el 3 de febrero de1868, ocupando el edificio del Antiguo Colegio de San Idelfonso, donde se impartirían los estudios correspondientes, para poder ingresar a las Escuelas de Altos Estudios, siendo su primer director el Dr. Barreda, nombrado por el Presidente Juárez”. (Luz Elena Galván Lafarga.-UNAM.-Instituto Nacional de Estudios de las Revoluciones de México.-Secretaria de Gobernación).

“A pesar de todo el esfuerzo realizado por el Presidente Juárez, por una educación de calidad para el pueblo, sus aspiraciones no se pudieron materializar como estaban planeadas, en primer lugar por el déficit financiero existente en las haciendas públicas municipales, estatales y federal y en segundo lugar por lo inesperado de su muerte el día 18 de julio de 1872, sin embargo, su gobierno, sentó las bases del Sistema Educativo Nacional, sin necesidad de inventar o copiar modelo educativo alguno. Siendo hasta en el gobierno del dictador Porfirio Diaz (1876-1911), cuando se empezaron a ver diversos resultados en los diferentes procesos educativos”. (Luz Elena Galván Lafarga.-UNAM.-Instituto Nacional de Estudios de las Revoluciones de México.-Secretaría de Gobernación).

Por lo cual, expreso mi más sentida disculpa a quienes me hacen favor de leer mis escritos y mi eterno agradecimiento al Director y a la Editora web, de este medio de comunicación, por el servicio de información que proporcionan a la comunidad y por darme la oportunidad de expresarme, sin condicionamiento alguno y con plena libertad de pensamiento.