La lucha por vivir

Cada familia busca la forma de asegurar el futuro de sus descendientes. (Imagen: especial)

Los seres humanos al igual que algunos otros animales que habitan sobre la faz de la tierra somos entes sociales por naturaleza, vivimos en grupos con otros individuos de nuestra misma especie, para protegernos de las inclemencias de la naturaleza, aprovechar mejor los recursos naturales, satisfacer las necesidades materiales y espirituales y mejorar de manera permanente los niveles de bienestar. Con la gran diferencia, que nuestros actos los pensamos, los razonamos y sabemos distinguir lo que es bueno y malo para el desarrollo de la vida. Así también, porque podemos comunicarnos mediante el uso de sonidos articulados ya sea en forma hablada o escrita y porque somos únicos, irrepetibles, perfectibles e inconformes con lo que tenemos.

Afirman los estudiosos en la materia, que no han existido, no existen, ni existirán dos personas iguales físicamente, mucho menos en pensamiento, lo  que ha permitido la evolución de la humanidad, por la diversidad de ideas que se pueden generar, las cuales se van transmitiendo de generación en generación; asimismo, que nunca dejamos de adquirir  nuevos y mejores conocimientos, lo que significa que somos susceptibles de perfeccionamiento y que además, pocas veces  nos encontramos satisfechos con lo que tenemos, siempre nos persigue la idea poseer más de lo que tenemos, para hacer más fácil nuestra existencia.

Lo que significa que, todos los humanos estamos hechos a imagen y semejanza uno del otro, generamos parecidas emociones y sentimientos, por lo tanto, se supone que tenemos los mismos derechos al nacer, lo que garantiza una vida digna para todos. Además, de que el desarrollo alcanzado por la humanidad hasta el día de hoy, es producto del esfuerzo y del trabajo de las generaciones pasadas y de quienes actualmente habitamos la faz del planeta tierra.

Dicha similitud biológica y toda la herencia dejada por nuestros antepasados, nada tienen que ver con la igualdad de oportunidades para el desarrollo individual, ya que este, se va dando en función de la capacidad adquisitiva que tengan y vayan teniendo las familias, así como del medio ambiente social en que se desenvuelvan, en estas circunstancias, poco influye el trabajo, la voluntad y los deseos individuales de superación, las oportunidades para mejorar, no se presentan a todos por igual.

En esta etapa de la humanidad en que estamos viviendo, llamada del conocimiento, quienes se han apoderado del trabajo de los demás y de los recursos naturales del planeta, tratan de justificar estas profundas desigualdades sociales, argumentando, que todos tenemos las mismas oportunidades en la vida, que si no progresamos, es porque no las sabemos aprovechar, por falta de voluntad para trabajar y obtener un buen salario o por no saber hacer negocios que dejen buenas ganancias; también se habla de malos hábitos, costumbres y creencias o simplemente se arguye a cuestiones de la suerte, con el mensaje implícito de que entre más bienes y servicios consumamos seremos menos desiguales.

Parece ser que, hasta el Sistema Nacional de Información Estadística y Geografía, hace una estratificación social de la población de acuerdo al ingreso mensual familiar y a las condiciones de bienestar. Posiblemente, para que los más desiguales nos hagamos a la idea de que es cuestión de buena voluntad, para ir escalando esa pirámide social sin impedimento alguno. La realidad de las cosas, es que sólo las familias de empresarios, funcionarios de alto nivel de las administraciones públicas y privadas, de quienes han hecho de la política una forma de vida y de una que otra que ha corrido con suerte en la vida, no tienen problema alguno, para adquirir todos los bienes y servicios que requieran y deseen, cubrir en tiempo y forma cualquier asunto financiero que se vaya presentando, pagar colegiatura de los hijos en las universidades de mayor prestigio en el mundo y disfrutar de unas dignas vacaciones, cuantas veces quieran.  

Cada familia busca la forma de asegurar el futuro de sus descendientes. Por ejemplo, si está relacionada con algún deporte profesional, como lo es el futbol, puede encontrar una oportunidad, para ubicar a los hijos en esa redituable actividad y asegurar el porvenir de al menos dos generaciones,  Sin relaciones sociales difícilmente se puede avanzar en ese propósito, salvo que se hagan  valer los méritos propios, como habilidades, responsabilidad, constancia y disciplina, como lo demostraron en su momento, algunos extraordinarios deportistas michoacanos: Antonio Villalón Calderón, Rafael Márquez Álvarez, Moisés Alberto Muñoz Rodríguez y  Elías Hernán Hernández Jacuinde, entre otros muchos, que son un ejemplo para los jóvenes mexicanos.

En otro caso, si las familias tienen inclinación por la literatura, las artes y otro tipo de actividades, las cuales son muy necesarias para el desarrollo de la sociedad, seguramente promoverán entre sus hijos la afición por dichas actividades y tendrán mayor facilidad para orientarlos e inducirlos en el medio. Así también habrá quienes brillen con luz propia, como lo hicieron en su tiempo, Alfredo Zalce Torres (1908-2003), María soledad García Corona (1917-1995), Bulmaro Bermúdez Gómez (1926-1994) y Eduardo Meza de la Peña, ilustres michoacanos que con su trabajo han contribuido al desarrollo de la comunidad.

Así sucesivamente, cada grupo familiar con sus relaciones sociales, su esfuerzo, trabajo y constancia, irá encontrando espacios, para que sus descendientes logren el desarrollo integral que todo humano deseamos y se haga más fácil la vida, mucho mejor si se logra en medio de un ambiente de armonía con el medio social y natural.  

Las familias que solo contamos con nuestra fuerza de trabajo, deberán redoblar esfuerzo para mejorar su situación social y económica y tener muy claro que el único medio seguro y recomendable, para disminuir desigualdades es la educación, que consiste en adquirir nuevos y mejores conocimientos, reforzar nuestros valores y hacer las cosas en forma diferente, con pasión, responsabilidad, honestidad y disciplina. Palabras parecidas, a las que alguna vez me dijo otro distinguido michoacano, de nombre Salvador Orizaba Monroy, que a la fecha ha escrito una veintena de libros sobre diferentes temas de derecho.

Pero, como están las cosas, lo más seguro es que habrá que esperar a que llegue una nueva administración de gobierno, que realmente quiera la transformación de la vida nacional y se preocupe por proporcionarle a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, una enseñanza de calidad, gratuita, con equidad y excelencia, para asegurar que los futuros profesionistas desempeñen un trabajo útil y dignamente remunerado y no incrementen la cifra de trabajadores en los campos agrícolas de Norte América y se conviertan en potenciales proveedores de remesas de dólares. 

“Frente a un desigual recurso económico, la igualdad de conocimientos otorga a las personas equilibrio en el acceso al empleo y retribución salarial, lo que evita a largo plazo que se vuelva a repetir la situación de desigualdad y pobreza de la generación anterior” (Raquel Rodríguez Camejo -elemento clave en la reducción de la pobreza y la desigualdad).