Retroceso educativo

Retroceso educativo, que limitará la participación de los futuros profesionistas, en los mercados laborales. (Foto: especial)

En la actualidad, en pleno Siglo XXI, a diferencia de lo que sucedía a mediados del siglo pasado, ser profesionista con un título universitario, no garantiza que se puedan mejorar las condiciones de vida de las personas, mucho menos que sea un medio para zanjar las desigualdades económicas y sociales existentes.

En primer lugar porque la educación del pueblo, en vez de considerarse como una prioridad para lograr el desarrollo de las capacidades intelectuales, físicas, morales y afectivas y el crecimiento como seres humanos de las personas; se ha venido utilizando como un instrumento político, por quienes nos han gobernado en las últimas cuatro décadas. En segundo lugar, por nombrar al frente de las instituciones educativas a personas sin la preparación académica, ni mucho menos, la suficiente experiencia sobre la planeación, programación, ejecución y evaluación de los procesos de enseñanza-aprendizaje, sin vocación de servicio ni voluntad para hacer bien las cosas.

Lo cual ha traído como consecuencia, la implementación de políticas publicas educativas equivocada o fuera de la realidad,  y un desorden en el Sistema Educativo Nacional: multiplicidad de calendarios escolares, como si se adaptaran a las necesidades de cada región; interrupciones de clases previstas en el calendario, para atender ocurrencias de las autoridades educativas, que en nada mejoran la enseñanza; frecuentes suspensiones laborales por pagos  pendientes a los trabajadores de la educación; proliferación de escuelas oficiales y “patitos” con ofertas educativas de dudosa trascendencia; instalaciones educativas inadecuadas para proporcionar un servicio educativo de calidad, especialmente talleres y laboratorios; cobro de cuotas de inscripción y fichas de admisión; es decir enseñanza de mala calidad.

Lo más preocupante del momento, es que en la medida que pasan los años, muchas instituciones de educación superior, se están convirtiendo en verdaderas fábricas de desempleados, por la desvinculación de los planes y programas de estudio, con el sector productivo; la falta de regulación de la matrícula escolar en algunas profesiones, que certifican más profesionistas de los requeridos, provocando que la oferta rebase la demanda de mano de obra calificada, haciendo más desleal la competencia laboral, con las consecuencias lógicas: bajos salarios, sub-empleo  y desempleo de profesionistas universitarios, con título de licenciatura, de maestría y hasta de doctorado; pero, sobre todo por la mala calidad de la enseñanza que se imparte en la escuelas públicas,

Problemática menor, cuando la educación era considerada una prioridad para lograr una verdadera transformación de la vida nacional, como sucedía hasta mediados de los años 60 del Siglo Pasado, cuando inclusive quienes obtenían un certificado de enseñanza media superior, tenían la posibilidad de conseguir un empleo productivo y dignamente remunerado. Pero también, en esa época se impartía una enseñanza de calidad. Un egresado de bachillerato adquiría y recibía los conocimientos universales básicos para entender los fenómenos naturales y sociales y poder interactuar como parte de una comunidad.

En términos generales, les enseñaban y aprendían a dibujar las grafías de cada una de las letras del alfabeto y conocían su sonido correspondiente, además de que también sabían aplicar correctamente las reglas ortográficas y gramaticales, lo que les permitía transmitir de manera, organizada, clara y coherente sus mensajes orales y escritos y por ende saber leer, analizar y comprender cualquier texto; así como  elaborar todo tipo de escritos, desde una carta informal, un oficio; un memorándum; un acta; una convocatoria, un informe; un trabajo académico, hasta una investigación científica y por supuesto una tesis profesional, aplicando el método científico de investigación. 

Por otra parte, les enseñaban y aprendían a conocer los números naturales, sus propiedades y las operaciones básicas que se pueden realizar con ellos; el sistema métrico decimal; los conocimientos relacionado con la aritmética; la geometría plana y del espacio; el álgebra; la trigonometría; la estadística; la geometría lineal; el cálculo diferencial e integral; la composición y las propiedades de la materia, sus transformaciones y las correspondientes variaciones de energía; “entender los fenómenos naturales relativo a la materia y a la energía , y situarlos en una concepción unitaria de la validez universal”. También, el no menos importante origen de la vida, la función, estructura, diversidad, de los seres vivos y de los fósiles, “tanto en relación a su organización estructural como en su funcionamiento, como maquinas vivientes”.

Esa sólida formación académica y el desarrollo de ciertas capacidades convertidas en habilidades, así como el fortalecimiento de algunos valores, como la responsabilidad, la honestidad, la disciplina, el amor, la libertad, la justicia, la fortaleza y la templanza entre otros, les permitía contar con la información suficiente para decidir acertadamente qué estudiar y por supuesto a que actividad dedicarse el resto de su existencia y no fracasar en su proyecto educativo- 

Con una alta autoestima por la emoción de estar próximos a iniciar la última etapa de su formación escolar, con la seguridad de que, al obtener un título universitario, mejorarían sus condiciones de vida. Lo cual resultaba lógico, ya que por un lado la matrícula escolar, no desbordaba la oferta laboral y por el otro, la mayoría de los planes y programas de estudio estaban vinculados al sector productivo, por lo que los profesionistas, podían conseguir algún empleo productivo y hasta cierto punto bien remunerado de acuerdo a sus competencias desarrolladas.

Ese buen desarrollo educativo, que se alcanzó  en otras épocas, poco a poco se fue reduciendo a su mínima expresión, a tal grado que en vez de avanzar hemos retrocedido lo equivalente a dos ciclos escolares, sin que las autoridades educativas implemente alguna estrategia para disminuir dicho retroceso, dando la impresión que están administrando el problema, esperando que termine el sexenio, de otra manera no se puede entender tanta indiferencia y la ocurrencia de evaluar a distancia  los dos ciclos escolares inexistentes, asentando calificaciones artificiales en las boletas escolares de los alumnos de todos los niveles académicos. Algo tan grave como copiar una información ajena y presentarla como propia.

Retroceso educativo, que limitará la participación de los futuros profesionistas, en los mercados laborales, en una economía cada día más globalizada, haciendo más difícil que se haga realidad la creencia que con solo tener un título profesional en la mano se asegura mejorar la calidad de vida y disminuir desigualdades. Por lo que no debemos sorprendernos de encontrar profesionista vendiendo tacos; conduciendo un Uber; despachando gasolina; trabajando de fontaneros o electricistas o ante la desesperación cruzando a brazo partido las aguas turbulentas del Río Bravo en busca del sueño americano, víctimas de una mala educación pública.

Por si fuera poco, todavía se atreven a regatearle a los trabajadores de la educación los pagos pendientes desde 2018, que por derecho les corresponde. Reservándose el derecho de sancionar o no, a quienes se robaron o administraron mal esos recursos presupuestales.