URBANÓPOLIS: TESLA, ¿qué aprender?

A inicios de esta semana se definió que la planta industrial de Tesla se instalará en el municipio de Santa Catarina, perteneciente a la Zona Metropolitana de Monterrey, en Nuevo León. Aún y cuando la empresa que preside el multimillonario sudafricano Elon Musk comenzó a realizar los estudios para definir la factibilidad del sitio, desde mediados del 2021, en el momento en que el presidente de México dio a conocer que había recibido una llamada telefónica y conoció las intenciones de construir la planta automotriz en el país, se desató una competencia entre al menos once estados, que se volcaron a promocionar las ventajas competitivas de su entidad, con la finalidad de ser privilegiados con una inversión estimada en 10 mil millones de dólares.

Para dimensionar lo relevante de la inversión que representa Tesla, basta señalar que equivale al 25% del total de inversión recibida en México el año pasado. Solo así se explica la participación tan protagónica que tuvo el presidente de México y que hoy debería generar la reflexión en torno a algunos aspectos que se consideran relevantes:

El primer asunto es comprender que México enfrentará en los próximos años los beneficios del denominado nearshoring, término con el cual se refiere a la estrategia con la que una empresa busca mover parte de su producción para estar más cerca del país que consume sus productos. Hay que recordar que, en 2016, cuando Donald Trump ocupó la presidencia de Estados Unidos, decidió emprender una guerra arancelaria contra China, y provocó la reubicación de empresas fuera de Asia. Además, con la pandemia provocada por el coronavirus quedaron en evidencia los efectos provocados por una disrupción en las cadenas de suministro globales, y muchas empresas comenzaron a buscar alternativas para mover su producción en el mundo.

México, por su cercanía con Estados Unidos, que es el mercado más grande del mundo, recibirá a muchas empresas e industrias. Seguramente no todas despertarán el interés de Tesla, pero ninguna de ellas resultará despreciable para cualquier estado de la República, que busca no sólo captar inversiones, sino, además, incrementar las fuentes de empleo. Tan solo durante el 2022, Nuevo León recibió a 166 empresas de todo el mundo, siendo los primeros lugares de inversión Estados Unidos y China.

Lo relevante del caso es comprender que la relocalización industrial será en diversas las ramas productivas y, dependiendo de la naturaleza de cada una de ellas, diferentes entidades federativas se verán beneficiadas. En el tema automotriz, hoy de moda, las condiciones están muy claras, aunque por un momento se quiso ignorar el hecho de que, de las 20 plantas automotrices existentes en territorio nacional, 11 se encuentran distribuidas en igual número de entidades lidereadas por Guanajuato, Aguascalientes, Puebla, Coahuila, Estado de México, San Luis Potosí, Sonora, Jalisco, Morelos, Nuevo León y Baja California.

Las enseñanzas son muchas; a partir del caso de Tesla quedó por demás evidente que México enfrenta, hoy como nunca, los efectos de una dinámica de mayor integración económica y, por lo tanto, será sujeto de la relocalización internacional de la producción; pero también quedó en evidencia que, en este concierto económico global, el actuar del gobierno es muy limitado e incluso de alto riesgo. El tema del agua fue un pretexto para intentar “vetar” a Nuevo León, pues Tesla es una industria con la tecnología más avanzada del mundo, que promociona los parámetros más exigentes en materia de sustentabilidad, como base para crear el mercado de sus autos eléctricos. Por otro lado, se alcanzó a percibir el gran riesgo de perder la inversión por cuestiones políticas, pero, afortunadamente, el costo político que esto implicaba propició que se reconsiderara la postura del Gobierno Federal.

Si se asume que las oportunidades de inversión vendrán, y esperemos que de todo tipo, debemos de pensar en un gobierno que no “vete” sino que “incentive” la inversión, que comprenda que se trata de una competencia entre ciudades, y ahí hay mucho por hacer, sobre todo en materia de inversión pública. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) genera cada año un Índice de Competitividad; para 2022 reveló que la ciudad más competitiva era Monterrey, de ahí que no haya resultado extraño que para Tesla sea la mejor opción. Le siguen en competitividad Saltillo, Guadalajara, Querétaro, el Valle de México, Chihuahua y Aguascalientes. 

Cuando se analiza este Índice se observa que se contempla 69 indicadores de muy diversa índole como: el sistema de derecho confiable; el manejo sustentable del medio ambiente; el grado de inclusión social que presenta la ciudad; los niveles educativos, así como los aspectos de salud pública; la estabilidad y funcionalidad del sistema político; qué tan eficaz y eficiente es la estructura gubernamental; el mercado de factores eficiente; economía estable; la existencia de sectores precursores de clase mundial; aprovechamiento de las relaciones internacionales y, por último, innovación y sofisticación en los sectores económicos.

Lo anterior plantea un escenario muy complejo, y que obviamente va más allá de la disponibilidad de agua. Se trata de lograr la conjunción de inversiones en infraestructura, equipamiento acorde a las condiciones geográficas. Las ciudades hoy requieren inversiones en educación, salud, cultura, que propicien captar inversiones hasta lograr lo que los economistas denominan “economías de aglomeración”, porque una industria requiere proveedores y servicios, buscará la cercanía con otras industrias para internalizar costos y disminuir riesgos. A las empresas les interesan los clústeres, algo muy similar a lo que ha ocurrido desde hace más de dos décadas en nuestro estado vecino de Guanajuato.

En el caso de Michoacán, sin duda, la presencia del puerto marítimo de Lázaro Cárdenas, la generación de electricidad con tecnologías limpias y el ferrocarril que integra al Puerto con Estados Unidos y Canadá, resultan factores potencialmente atractivos. Subrayo potencialmente, porque su posible aprovechamiento dependerá de la naturaleza de la industria y de las inversiones que es necesario que el gobierno realice, como es el terminar de construir la Autopista Siglo XXI. Elevar la calidad de vida de la ciudad de Lázaro Cárdenas entre otras muchas más.

Muestra de lo anterior, es que el puerto marítimo comenzó su construcción en 1972, pero adquiere relevancia mundial hasta que China entre a la organización Mundial de Comercio, en 2001. Lo que hoy conocemos como Arcelor Mittal, comenzó operaciones en 1976 con la empresa paraestatal denominada SICARTSA, la hidroeléctrica entró en funcionamiento en 1964. La ventaja del tendido ferroviario que integra, bajo una misma empresa (Kansas City Southern) fue posible a partir de 1996, cuando se privatizó Ferrocarriles de México, durante el gobierno del presidente Ernesto Zedillo. En otras palabras, los componentes que actualmente se considera que hacen competitivo el territorio michoacano, han estado presentes desde hace décadas, pero aún no se han logrado integrar con miras a una mayor competitividad. Una evidencia de esto es que la conjunción de factores, que de las más de 100 empresas de capital chino instaladas en México, ninguna se encuentra en Michoacán.

La promoción de Michoacán debe continuar como hasta ahora, pero de forma simultánea al desarrollo de inversiones públicas, tendientes a aumentar la competitividad de las ciudades en Michoacán. El caso de Tesla debe constituir una gran experiencia para buscar el nicho en el cual se puede ser competitivos y prepararnos, con miras al aprovechamiento del nearshoring.