Entre vendimias y minorías, el mosaico sindical

Vendedores de agua, sombreros y gaspachos convivieron con sindicalizados que mostraron un músculo menguado por el calor...

Escondidas, las demandas de las trabajadoras buscaron su espacio de expresión. | Agencia Comunicación Gráfica

Morelia, Mich.- Si algo queda claro cuando los trabajadores y las trabajadoras salen a marchar, es que hay de sindicatos a sindicatos; que, aunque la demanda de derechos es común, hay de todo en la viña del Estado.

Segmentos color guinda aquí, azul allá y verde más atrás; gaspachos, agua embotellada, paletas, sombrillas; lonas espectaculares y banderitas individuales; contingentes con cientos de agremiados con coordinaciones de diversos municipios y otros que no lograron reunir ni a veinte de sus miembros; consignas del cancionero ya clásico de la marcha moreliana y otras novedosas adecuadas para la ocasión. Así lució hoy el mosaico del sindicalismo en marcha.

Sindicatos de Michoacán se dieron cita este lunes primero de mayo, en el marco de la conmemoración del Día del Trabajo, para marchar y hacer públicas las demandas de sus trabajadores –no necesariamente de las trabajadoras. Aunque el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo tuvo su propia ruta del bosque Cuauhtémoc al Centro de Convenciones y Exposiciones de Morelia, el resto de las organizaciones gremiales se dio cita en Plaza Morelos, mejor conocida entre la población como “El Caballito”, de donde marchó rumbo al Palacio de Gobierno.

El Frente Cívico Social de Michoacán se puso en movimiento a eso de las 10:00 horas, luego de que algunos voceros salieran de la rueda de prensa en donde denunciaron la embestida que presuntamente reciben los sindicatos por parte de gobiernos y legislaturas estatales y federales.


El SUEUM iba al frente de este contingente, encabezado por el secretario general Eduardo Tena Flores, quien se veía ligero y sonriente junto al diputado federal por Morena, Hirepan Maya. En los megáfonos se escuchaba la exigencia de una mesa de diálogo con el gobierno del estado y con carácter de –enfatizaban– resolución. Junto a la exigencia, la advertencia, y junto a la advertencia, la amenaza, que raya en aquella política real que todo mundo conoce pero que nadie dice abiertamente: no regresarán a labores hasta que no se les dé respuesta, y si la situación adversa persiste, “estaremos proponiendo a nuestros candidatos”.

Al paso de este contingente, una integrante del sindicato perdió la formación para abordar al reportero y asegurarse de que registrara el agradecimiento explícito a la rectora, Yarabí Ávila, por su apoyo al centro gastronómico de la comunidad universitaria. Queda nota del gesto y el traer a la memoria que el año pasado fue al revés, condenaron el intento de desalojo por parte del rector Raúl Cárdenas Navarro.


Después venía el SUTCECyTEM y, atrás, la sección XVIII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Lo que fue una partida compacta empezaba ya a dibujar sus poros, situación en la que se dio el incidente nuestro de cada marcha: un coche vio la posibilidad de atravesar la avenida Madero a la altura de la calle Dr. Miguel Silva y la tomó; lo que se ahorró en minutos le costó el amedrentamiento de parte de un marchante que del “¡Qué pedo, cabrón!”, pasó a darle una patada a la puerta lateral del automóvil. Curiosamente fue la única altura del contingente en el que se escuchó, a través de un megáfono, la demanda de apoyos para madres sindicalistas.

Estuvo presente también la expresión sindical “Justhos”, del COBAEM y, ya al fondo, un pequeño grupo de integrantes del Sindicato Independiente de Trabajadoras y Trabajadores Académicos de la UNAM.

Antes que el Frente Cívico inició su movilización el Frente Estatal de Sindicatos de Educación Media Superior y Superior (FESEMS), cuyas demandas principales eran el pago de adeudos, de jubilaciones, prestaciones y la revisión de reingenierías financieras que señalan como falacias que afectan a los trabajadores. Al frente y nutrido de diversas coordinaciones del estado, iba el Sindicato Independiente de Trabajadores del Colegio de Bachilleres, quienes demandaban por medio de una lona impresa la reinstalación inmediata de cuatro compañeros ilegalmente cesados.


También marchó el Sindicato Único de Trabajadores del Telebachillerato Michoacán, que dirigió sus críticas principalmente a Cristina Portillo, a quien acusaron de configurar sindicatos blancos, de acosar, discriminar y de hacer descuentos ilegales a los trabajadores de esta institución.

Entre el Sindicato de Trabajadores del Tecnológico de la Universidad Tecnológica de Morelia y el contingente del Partido Revolucionario de los Trabajadores, un pequeño grupo que llevaba una lona de la Confederación de Jubilados, Pensionados y Adultos Mayores de la República Mexicana A.C., se acercaron abruptamente al reportero para comunicar sus demandas: “Hay quienes recibimos una pensión de dos mil ochocientos pesos al mes, otros tres mil, es miserable, mientras que otros de nuevo ingreso son de seis mil…”, un gesto que habla del nivel de desatención en que se encuentran.

Hicieron acto de presencia el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (pocos para el tamaño de la organización), el Sindicato Único de Trabajadores de la PREFECO, de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, del CONALEP, del ICATMI y del Tec de Morelia.

Aunque había muchas mujeres marchando, no había ninguna o muy pocas al frente de cada contingente, una situación que representa de manera muy clara el techo de cristal que siguen viviendo al interior de sus organizaciones sindicales. “El patriarcado, el machismo y la misoginia son los principales obstáculos con los que nos enfrentamos dentro de los sindicatos”, dijeron en entrevista integrantes de la Asamblea de Mujeres, quienes pusieron un stand en la Plaza Benito Juárez. Invitaron a sus compañeras trabajadoras a conocer sus derechos, a informarse y a organizarse por cuenta propia frente a la violencia de género que se da al interior de estas organizaciones: “Si no nos abren los espacios, ¡tomémoslos!”.

Queda también para el registro la picardía de las consignas sindicales, muchas veces con tintes de violencia que permanecen incuestionados. Una de las consignas que paradójicamente más hacía reír a la gente que pasaba cerca de la marcha, era aquella que decía que “la reforma educativa es puro disimulo, que le hagan un hoyito y duro, duro, duro”.