ECOS LATINOAMERICANOS: Resultados electorales

El informe enuncia los riesgos que se relacionan con los problemas políticos de la transición de gobierno. de cara a las elecciones del 2 de junio. (Foto: especial)

El pasado domingo se realizaron las elecciones para definir la gubernatura en los estados de Coahuila y Estado de México. En el estado norteño el ganador fue Manolo Jiménez, candidato de la alianza PRI, PAN, PRD, con una amplia diferencia respecto del candidato de MORENA; en tanto en la entidad mexiquense fue la 4T la gran ganadora, con Delfina Gómez de candidata, quién logró mantener una distancia de 8 puntos porcentuales, si bien menor a lo señalado por las encuestas, aun así, fue bastante considerable por tratarse de ser el principal bastión histórico del PRI, quién ahora pierde otro estado más.

Detrás de la victoria morenista en Edomex, hay un golpe crítico para la dirigencia nacional del PRI e incluso para todo el partido en su conjunto. Si bien el partido tricolor conserva Coahuila, con una enorme ventaja de 30 puntos porcentuales, y sin demeritar la relevancia electoral de este triunfo, el Estado de México era el principal bastión en este proceso electoral, no solo por contener a un enorme porcentaje poblacional, sino también por el número de distritos electorales federales. Al final de cuentas el corredor fronterizo entre Ciudad de México y Edomex será estratégico para las elecciones presidenciales el próximo 2024.

En el Estado de México nunca se había experimentado un cambio de alternancia desde la conformación del PRI como partido, por lo que ahora Delfina Gómez tendrá el reto de diferenciarse del partido tricolor, toda vez que su victoria, en parte, se debió al hartazgo población de las pasadas administraciones priistas. De todos modos, no debe desestimarse el esfuerzo electoral del PRI, si bien sabían que era difícil conservar el estado después de décadas de desgaste y desprestigio de su imagen pública, debe reconocerse que dieron una pelea electoral considerable, pero finalmente insuficiente para hacerse con el triunfo.

El PRI, porqué realmente el PAN no tuvo demasiada significancia y el PRD ni siquiera llego al 3% de la votación, jugó todas sus cartas para tratar de retener Edomex, pero aun con toda su maquinaria electoral no logró ganar la gubernatura. Por lo anterior no es sorpresa el desánimo dentro de las filas de dicho partido, que más bien perciben el triunfo de Coahuila como mero premio de consolación más que como una victoria en forma, como ya se indicó, el peso político de Edomex es mucho más relevante que el del estado norteño.

Ahora la oposición, y sobre todo el PRI, tiene que reflexionar muy bien cuál será su estrategia para el 2024, año con el que la 4T iniciará con más del 70% de los estados bajo su control y, si las cifras actuales se mantienen, con un probable 40% de intención de voto. Claro está, el oficialismo no debe cantar una victoria apresurada, Coahuila demuestra que, con malas decisiones y candidatos polémicos, aun un oficialismo consolidado políticamente puede perder. Sin embargo, Coahuila ha sido más la excepción que la regla, por lo tanto, quienes deben preocuparse y planear mejor sus estrategias son los dirigentes de la oposición.

Pero ambos bandos, tanto oficialismo como oposición, ya debieron haber observado cuál es su situación actual respecto de sus bases de apoyo, capacidad movilizadora y alianza con liderazgos locales, elementos que serán fundamentales el año que viene. Con base en ello, tal parece que para la 4T el vaso luce medio lleno y para la oposición medio vacío. Pero aún queda un trecho considerable para el 2024, como es bien sabido nada está escrito hasta el día de la elección.