La muerte del “Tobi”

Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). (Foto: especial)

Me lo regalaron prácticamente a la edad cuando iniciaba su etapa adulta, sólo sabía información general de su origen, era producto de una cruza de la Raza Rottweiler con la de San Bernardo, lo que lo hacía un ejemplar singular, tamaño regular, imponente cabeza, robusto, musculoso, inteligente, obediente, protector, leal, juguetón, tolerante ante cualquier trato, es decir, fiel guardián de la familia y con mucha vitalidad.

Esta mezcla genética lo hacía único en su estampa física, aunque por lógica carente de una certificación oficial que acreditara su descendencia canina, mucho menos la pureza de su raza. Al principio, había cierta resistencia por parte de la familia de aceptar su adopción, pero conforme fueron pasando, los días, su presencia era parte de la armonía familiar.

Congruente con su naturaleza, un día a la semana por lo menos y contradiciendo todas las recomendaciones de los profesionistas encargados de mantener la salud de los animales, complementaba su alimentación balanceada con una buena dotación de huacales y carcajes de pollo, los cuales engullía en cuestión de segundos, rompiendo el mito del atragantamiento que pronostican los industriales de los alimentos caninos.

El espacio en que “Tobi” se movía, era de regular tamaño, el suficiente para que se desarrollara plenamente, acostumbraba escarbar por todas partes, buscando no sé qué cosa y fue precisamente en una de esas tantas escarbadas, que llegó el final de aquel noble perro. Después de un rato de remover la tierra y rastrear con la trompa, de pronto pegó un salto descomunal y en cuestión de minutos empezó a echar espumarajos por el hocico y en menos de dos horas “Tobi” murió, invadiendo la tristeza a la familia y valorando en su verdadera dimensión la lealtad de los animales con quien los protege y los cuida.

La duda crecía en la medida que pasaban los días, cualquier cosa podíamos pensar sobre la causa de la muerte de “Tobi”, envenenamiento, un piquete de coralillo o hasta de una araña ponzoñosa. Todo se fue aclarando después de escuchar la explicación que nos dio un Médico Veterinario Zootecnista, una vez que le contamos con lujo de detalles los acontecimientos, quien nos aseguró que la muerte del perro fue a consecuencia de un piquete de alacrán.

Nos dijo que en el mundo existen unas 1500 diferentes especies de alacranes, de esas, más de 200, habitan en el Territorio Nacional y que sólo ocho son las más peligrosas para los seres humanos, las cuales se desarrollan en climas tropicales y subtropicales de Jalisco, Morelos, Guerrero, Nayarit, Guanajuato, Michoacán, Puebla, Durango, Oaxaca y Estado de México. Los más mortíferos son los alacranes “güeros”, no se diga uno que es endémico del Estado de Nayarit, llamado Centruroides noxius, de la familia Buthidae.

En cambio los alacranes negros no representan un serio peligro para la salud de las personas -narraba el médico- pero que independientemente de la idea que se tenga de la peligrosidad de estos arácnidos, por su color o tamaño, en el caso de sufrir una picadura, se deberá acudir de inmediato al servicio médico para que se le suministre el suero anti-alacrán y no comprometer la vida del paciente; asimismo, evitar cualquier otro tipo de complicaciones (en el caso de los humanos), ya que ningún remedio casero asegura restablecer el bienestar del afectado.

No había duda, al “Tobi” lo mató un alacrán de los “güeros” y perteneciente a la familia Buthidae. Después de la picadura ya nada se podía hacer, sólo esperar el desenlace final, tal y como sucedió, murió a las dos horas de la fatal agresión. La única forma de haber podido salvar a tan noble animal, hubiera sido mediante la aplicación de una inyección de anti-veneno comercialmente llamado Alacramyn, que al parecer lo produce los Laboratorios Bioclon, que aún, cuando no es un antídoto controlado, se comenta que a veces se escasea, por lo que no es fácil conseguirlo de emergencia en cualquier farmacia, que inclusive en las mismas instituciones médicas del Sector Público (Salubridad Federal y de los estados, IMSS, ISSSTE), su existencia es limitada y sólo para uso exclusivo humano. Posiblemente por eso, tratan siempre de optimizar dicho medicamento, claro, a consta del sufrimiento de los afectados.

Explicación, que hizo llegar a mi mente la experiencia que viví, cuando a un familiar le picó un alacrán, por lo que nos vimos en la necesidad de acudir a los servicios médicos de urgencia de una clínica regional del IMSS, en donde nos hicieron esperar más de una hora sin hacer ninguna revisión ni suministrar medicamento alguno. Es más, en tono de burla nos dijeron que si nos urgía la asistencia médica contratáramos los servicios particulares. 

Argumentaron que los servicios públicos de salud que proporciona el Estado Mexicano, en las áreas de urgencias médicas, se brindan en función del riesgo clínico de los pacientes, de acuerdo a una nomenclatura llamada Triage. El Triage I, considera la condición de salud extrema, por lo que requiere de una atención inmediata. El Triage II, considera una potencial amenaza al estado de salud, por lo que deben de recibir atención médica en un lapso de 30 minutos. El Triage III, define una condición que no requiere consulta médica de inmediato, puede esperar hasta 2 horas. El Triage IV, no compromete la vida del paciente y puede esperar entre 2 y 4 horas y el Traige 5, no compromete la vida y se sugiere sacar cita para consulta externa.

Con toda esta información adquirida y las experiencias vividas, entendí claramente que esta forma de atención médica, es parte de todo un procedimiento técnico-político-administrativo, que utiliza el Sector Salud del Estado Mexicano, para ocultar y justificar cualquier reclamo que se haga por las deficientes e insuficientes instalaciones médicas, la falta de medicamentos y hasta los malos tratos que a veces sufren los pacientes, que acuden a esos servicios médicos. Los cuales a estas alturas del sexenio deberían ser semejantes a los que se proporcionan en Dinamarca. Posiblemente por eso son tan demandados los servicios médicos que se ofrecen en los consultorios de una singular cadena de farmacias, a bajo costo, buen trato y sin pérdida de tiempo.

Preocupación especial merece el abastecimiento de las suficientes dosis del antídoto en las diferentes regiones del País, para atender en tiempo y forma a quienes sufran la picadura de un alacrán, sea negro, café o güero, para evitar cualquier desenlace fatal y pueda hasta llegar a convertirse en un problema de salud pública. Más ahora cuando se empiezan a sentir algunos efectos por la alteración del orden natural, ocasionado principalmente por la destrucción de bosques, la contaminación de los cuerpos de agua y la atmosfera, provocando entre otras cosas, fuertes olas de calor y la adaptación de los alacranes a vivir en zonas donde hasta hace unos años prevalecía el clima templado con humedad media, como es el caso de Morelia, Pátzcuaro y otros municipios, donde ya se hace necesario el uso de ventiladores para mitigar las altas temperaturas que se registran en algunos meses del año.

Problema que se suma a la incapacidad y negligencia, de quienes están al frente de las instituciones del Sector Salud, no de los médicos, enfermeras y personal administrativo, quienes hacen lo que pueden para atender a los pacientes con los limitados recursos disponibles. Así como al rotundo fracaso del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), para atender la salud de la población y de los comisionados por el Presidente, para hacer las compras consolidada de medicamentos en el País. Quienes al parecer ni siquiera leyeron la Ley de Adquisiciones Arrendamientos y Servicios del Sector Publico. de haberlo hecho, hubieran convocado con su debida oportunidad a los proveedores para materializar la licitación pública o la adjudicación directa y establecer fechas de entrega de los bienes contratados, cuidando los conceptos de oportunidad, calidad y precio.