Sembradores

Adolfo Gilly. (Foto tomada el 3 abril 2014 por Xuchitl Vázquez Pallares).

Días tristes se están viviendo en nuestro estado, en nuestro país, en el mundo.  Hace ocho días el pasado 29 de junio, asesinaron a Hipólito Mora, quien fuera de los iniciadores del movimiento de Autodefensas, que inicio el 24 de febrero de 2014, junto a José Manuel Mireles, y miles más de hombres y mujeres valientes de tierra caliente, que decidieron defender su vida, la de su comunidad, defender lo suyo, lo de todos.

El anhelo era lograr el cese a la violencia, paz en las comunidades, en las ciudades, en los hogares, en los centros laborales, en el campo, era el anhelo de una vida plena.

Ese noble anhelo es síntesis de los ideales de justicia, de igualdad, de respeto, de miles, en todo el orbe.

Miles a lo largo de la historia han luchado por que impere la paz y cese la violencia en todas sus acepciones.

Ningún asesinato es válido. La violencia impera. Las cifras no mienten:  son miles los muertos y desaparecidos. Según datos de la SSPC, hubo 34.690 víctimas de asesinato en 2019 y 34.554 en 2020, seguidos de 33.308 en 2021.

Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dan cuenta que las mujeres víctimas de homicidio doloso pasaron de 620 casos en el primer trimestre de 2022 a 674, para el mismo periodo de 2023.

Todos los que han luchado por un mundo donde la paz impere, como producto de la igualdad y la justicia, se han caracterizado, por su valentía, pero sobre todo por ser hombres y mujeres que ven a futuro, que ven por los demás, antes que por ellos mismos.

Muchos que yo conozco se caracterizan sobre todo por su claridad de visión, por su inteligencia, por su amplio conocimiento de la historia de los pueblos y de la humanidad.

Cada vez que alguno de ellos parte, duele el corazón.

El lunes pasado, 2 de julio, por la noche, me enteré de la partida de dos grandes amigos de mi padre, que, con los años, pasaron a ser de mis hijos y míos.

Me refiero a Adolfo Gilly, argentino de nacimiento, mexicano de corazón. Historiador, politólogo, analista, escritor, referente del pensamiento de la izquierda en México, donde su labor política lo llevo a ser encarcelado en Lecumberri. Luchador incasable por la justicia, la igualdad y un mundo diferente; sin violencia, sin explotación del hombre por el hombre.  Inolvidables grandes charlas y su característica manera de ver y sonreír estarán siempre en nuestro corazón.

El domingo pasado, partió Adolfo Mejía, michoacano abogado de profesión, quien abogó y luchó desde su juventud por la justicia y la paz.

 Muchos amigos han partido. Cuanta falta harán, como se les extrañara en el camino que nos falta por recorrer, hasta lograr los anhelos de justicia, igualdad, conocimiento y paz.

Muchos luchadores han dado su vida, cada uno desde su trinchera: periodistas, defensores del medio ambiente, defensores contra el despojo de los territorios de las comunidades indígenas, defensores de la palabra, de la libertad de pensamiento, defensores de la vida. Sembradores todos.

Todos ellos han dejado lo más importante: la semilla de amor por esta nuestra tierra, la semilla de conocimiento y aparejada a esta, la valentía.

Muchos han partido, hemos de continuar lo iniciado, que tal vez en momentos pareciera acabado. Pero recordemos que las buenas semillas, aguantan vicisitudes, sequias y tormentas. Y cuando se piensa están muertas, renacen y con más fuerza.

Así tengo la esperanza de que suceda en esta tierra mía, tierra nuestra.