La política turística de los pueblos mágicos en el abandono

Cotija, décimo Pueblo Mágico en Michoacán. (Foto: especial)

El pasado 26 de junio del presente recibieron el nombramiento 45 nuevos pueblos mágicos distribuidos en 24 entidades del país. Con esto, suman 177 localidades con esta distinción. El evento fue desarrollado en la Ciudad de México, donde estuvieron presentes el titular de la Secretaría de Turismo (Sectur), Miguel Torruco en compañía del presidente de la Asociación de secretarios de turismo (Asetur), y el secretario de Turismo de Nayarit, Juan E. Suárez del Real.

La nueva oferta de los destinos turísticos en México crece, no así la demanda, para ello se tiene que trabajar arduamente. Tarea que corresponde a todos los involucrados en cada uno de los nuevos pueblos mágicos, desde los prestadores de servicios turísticos hasta las autoridades de los tres niveles de gobierno. Debe existir una estrategia que favorezca el crecimiento sostenido de estos destinos y con ello se generen mejores condiciones de vida para la población residente.

Sin embargo, el panorama para los pueblos mágicos -nuevos y ya existente- no parece nada alentador, pues la política turística -por lo menos la del último sexenio- se ha caracterizados por proyectos focalizados como el tren maya o el acuario Mar de Cortés- por citar algunos-, dejando al margen otros programas como lo es precisamente el Programa Pueblos Mágicos. El 2018, fue el último año en que figuró en el Presupuesto de egresos de la federación. Desde entonces la estrategia de la política turística hacia este programa se ha orientado y limitado a promover la marca o eslogan “pueblo mágico”, pero sin el acompañamiento adecuado.

Los nuevos pueblos mágicos se enfrentan a una problemática multidimensional, entre estas la permanencia, ya que, al ser evaluados año con año, deben reunir los requerimientos necesarios para permanecer en el programa. Además, deberán trabajar arduamente para incrementar su demanda y que la marca “pueblo mágico” sea un verdadero aliciente para el desarrollo de estos destinos. Todo esto, requiere del acompañamiento de los tres niveles de gobierno.

Sin embargo, el gobierno federal parece no interesarle más que para tomarse la foto, pese a existir una estrategia nacional de pueblos mágicos, es ambigua en su redacción y mas en su operación. La política turística hacia los pueblos mágicos se limita a ferias o tianguis donde se expone la oferta de estas localidades o bien a las denominadas “Rutas Mágicas de Color”, donde únicamente se pintan las fachadas de viviendas y murales artísticos en espacios públicos para “mejorar” la imagen de estos destinos.

La política turística hacia los pueblos mágicos transita en un episodio sin rumbo, ya que su diseño es ambiguo y su implementación es casi imperceptible. No existe una estrategia integral que vislumbre mejores niveles de bienestar en la población residente de estos destinos turísticos. Carece de programas de acompañamiento, tales como: de capacitación a prestadores de servicios turísticos, de obra publica orientada hacia estos destinos para fortalecer su infraestructura y de seguridad ¡ni hablar! Este ultimo un elemento indispensable en cualquier destino turístico, el cual esta en el abandono por la política turística federal.

El descuido de este programa (Pueblos Mágicos), coloca en una situación endeble el desarrollo de la actividad turística en estos destinos. La carencia o limitaciones en factores elementales en todo destino turístico, como capacitación, infraestructura, seguridad, etc. lejos de abonar para la atracción de turistas los ahuyenta. Esto es relevante en el marco internacional, ya que preferirán visitar sitios de otros países

Cualquier política pública -incluyendo la turística- requiere de recursos financieros para dar respuesta a la problemática que subsiste en los distintos territorios. Así como ocurre con las mencionadas grandes obras turísticas del actual gobierno federal, los pueblos mágicos también requieren de la inyección de inversión pública. De lo contrario, estarían ante un abandono cual soldado en combate que recibe su nombramiento a general, con armas, pero sin municiones.