DEBATAMOS MICHOACÁN: Paz decolonial

Es importante continuar trabajando en proceso de reconstrucción y resignificación de la paz. | Fotografía: cortresía Gerardo Herrera

En intervenciones que realizo en estructuras sociales, educativas y laborales, diserto sobre la importancia de trabajar desde la complejidad y el pensamiento crítico, lo que me ofrece la  posibilidad de reflexionar respecto de la importancia de la transdisciplinariedad, los saberes, la revisión holística de la realidad, las cuestiones sistémicas e interdependientes en las que se cruzan distintas partes de un todo, pero igualmente sumo a las disertaciones el pensamiento crítico, como un instrumento fundamental para la emancipación del proceso colonial, esto lo vengo realizando en diferentes espacios, pero recientemente lo hice con docentes del Colegio de Bachilleres de los planteles de dicha institución de Quiroga y Santa María de Huiramangaro en municipios de Quiroga y Pátzcuaro, respectivamente.

Las reflexiones que nos ofrecen los teóricos del pensamiento crítico en el Sur Global para la emancipación de los procesos de colonialidad, entre ellos, Enrique Dussel, Aníbal Quijano, María Lugones, Rita Segato, Ramón Grosfogel, Walter Mignolo, Boaventura de Sousa Santos, entre muchos otros, nos da la  oportunidad de comprender qué es el giro decolonial, y su importancia en la construcción de un pensamiento crítico y emancipatorio; así el giro decolonial es una corriente de pensamiento crítico que cuestiona los efectos de la colonización y la civilización moderna en América Latina y otras espacios como África, Oceanía. El giro decolonial propone romper epistemológicamente hablando con los modelos dominantes del viejo continente, que se han impuesto una visión eurocéntrica y un modelo capitalista de la realidad que vivimos.

El giro decolonial busca recuperar la posición del ser, los saberes, el poder, y de la importancia de la naturaleza y sus seres vivos en unicidad con los elementos del agua, aire, luz, tierra, de los pueblos originarios, los afrodescendientes y las mujeres que fueron sometidos y controlados por el colonialismo, el cual hasta nuestros días continúa perpetrando en las estructuras sociales, culturales y de subjetivación de las comunidades modernas.

Expresarnos respecto del giro decolonial, como un proyecto de recuperar las epistemologías del sur, es decir, recuperar los saberes, el ser, los poderes y el biocentro de la naturaleza, nos permite la comprensión de la importancia de avanzar significativamente en procesos emancipatorios de los eurocéntrico.

Desde esta perspectiva, se ha venido trabajando en proyectos de investigación para darle sentido a incluir una paz más a la cartografía de la paz, es decir, incluir la paz decolonial, y sobre este modelo, recuperar al ser, los saberes y el poder de las epistemes del sur.

La Paz decolonial, se articula a cuando menos tres posicionamientos: el primer posicionamiento es la crítica a la paz liberal eurocentrada, para transitar a otro concepto con otro enfoque epistemológico y metodológico, que, de sentido a los saberes locales, étnicos, y por tanto marginados del Sur global.

Por otro lado, el segundo posicionamiento es trabajar desde las teorías decoloniales (de aquellos que han disertado teóricamente: Walter Mignolo, María Lugones, Ramón Grosfogel, Enrique Dussel, Rita Segato, Anibal Quijano), es decir desarrollar investigación acción aplicada, como la que realice en Santa María de Huiramangaro, o bien hoy en Chapultepec, con temas relacionados con adicciones, en donde construimos comunidades de aprendizaje, con un modelo de investigación acción y que permite recuperar los saberes de la comunalidad.

Por último, el tercer posicionamiento, es construir las narrativas desde un estado del arte, en el cual se recojan los elementos que identifiquen a una paz inacabada, imperfecta, procesual, es decir, en construcción día a día, por cierto, no global, sino de pequeña escala, en la comunidad, en la región, desde donde los procesos puedan aportar los elementos para identificar una paz de comunalidad, como lo comenta el antropólogo Jaime Martínez Luna.

Durante muchos años, cuando menos en la historia reciente, después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, venimos hablando de la importancia de impulsar procesos de paz y desarrollo para atender las violencias y conflictos que se generan; no obstante, como muchas generaciones, aprendí a ver la paz de manera eurocentrada, sustentada en el modelo colonial, que controlo, sometió y disciplino al ser, el saber, el poder y la naturaleza.

No obstante,  dichos estudios de paz, o modelos de paz, evidentemente, no toman en consideración los saberes de las poblaciones originarias y afrodescendientes, así como a las mujeres, por ello y para hablar de la paz en el sur global, requerimos de una visión crítica, de un pensamiento crítico que nos ayude a la comprensión de la construcción de diálogo, así como al reconocimiento  de la paz desde la importancia de valorar las experiencias y saberes comunitarios que han sido invisibilizados por el modelo civilizatorio occidental.

En este contexto, es importante continuar trabajando en proceso de reconstrucción y resignificación de la paz, ahí donde la paz, no ha logrado disminuir los conflictos, violencia, exclusión, discriminación y mecanismos de opresión en contra de grupos en condiciones de vulnerabilidad, manteniendo la supremacía de grupos empoderados.

En este sentido, requerimos comprender la importancia que tiene abordar los fenómenos sociales desde la complejidad, es decir, desde la transdisciplinariedad y los saberes (desde procesos holísticos, sistémicos e interdependientes), donde podamos abrevar de los conocimientos y saberes de los actores sociales y comunitarios de espacios locales, y de los cuales podamos comprender nuevas formas de reconocimiento de la realidad que nos ayude a la transformación.

Por ello, me parece importante traer a la reflexión el concepto de paz decolonial, sí, de ese proceso de giro decolonial, que nos permite ver más allá de la colonización, de ver nuevos elementos desde nuestras epistemologías del sur, desde el ser, los saberes, el poder y la naturaleza, sin una visión eurocéntrica, pero sí, desde nuestros saberes.

Desde dicha perspectiva decolonial, nos parece importante insistir en tres elementos fundamentales para la construcción de una paz decolonial; por un lado, es significativo el ampliar el saber epistémico, evitando una visión eurocentrado, para encontrar en los saberes locales, en los grupos originarios, o bien, de las poblaciones de afrodescendientes, así como de las mujeres, en las visiones del sur global, el análisis epistémico y metodológico de los saberes.

El segundo aspecto, es avanzar en la construcción de diálogos participativos y comunitarios en los territorios y con los actores locales; es decir, encontrar los puntos de comprensión que logran las comunidades originarias para el trabajo colaborativo, los valores de comunalidad, la convivencia, la confianza entre los miembros de la comunidad que permite lograr la paz en los espacios comunales de los grupos originarios y afrodescendientes.

El tercer elemento, es identificar el estado del arte que los grupos originarios pudieran tener respecto a contenidos de la paz, ello, permitiría establecer las relaciones entre lo que se escribe para una paz global, e identificar el significado que se da de una paz cotidiana y a pequeña escala, es decir, una paz comunitaria.

Me parece fundamental realizar estudios de la paz, desde un posicionamiento crítico que nos ayude a construir un conocimiento situado, localizado y ajustado a las realidades concretas que vivimos. Hoy por hoy, los estudios de paz, podrían aportar elementos significativos para dar luz a la comprensión y atención para evitar los feminicidios y crímenes de odio por homofobia, lesbofobia, bifobia, transfobia; luz para la atención del acoso escolar; luz para entender y atender la precariedad e injusticia social, desigualdad y discriminación.

Porque al final la Paz, no solo es ausencia de violencia, sino la capacidad de resolver los conflictos de manera equitativa, en un marco de respeto a los derechos humanos, las libertades, la dignidad de los grupos en condición de vulnerabilidad, pero sobre todo seguir avanzando en la redistribución de la riqueza nacional.