Puede ser presidente de México

Marcelo Ebrard fue el primer funcionario en renunciar al cargo para buscar la candidatura de Morena a la Presidencia de México. | Fotografía: Archivo

“Quiero ser presidente de México, porque mi ambición es que el país alcance al fin su máximo potencial. Tengo la capacidad y la experiencia que ningún otro político posee para aprovechar la enorme oportunidad que hoy se presenta en nuestro horizonte para lograr finalmente que México, reduzca la pobreza y logre ser una sociedad de bienestar y prosperidad compartida” (Marcelo Luís Ebrard Casaubón- El Camino de México).

Efectivamente el licenciado Marcelo Ebrard cuenta con sólidos conocimientos académicos certificados y la suficiente experiencia político-administrativa, para desempeñar cualquier cargo de elección popular o administrativo. Preparación que fue adquiriendo mediante su desarrollo profesional principalmente en las diferentes dependencias de las administraciones públicas, donde desempeñó actividades desde analista hasta Jefe del Gobierno de la Ciudad de México y Secretario de Relaciones Exteriores.

Su inicio de lleno en las actividades políticas prácticamente comenzó en 1989, cuando fue nombrado secretario general del PRI, del Distrito Federal, en donde logró obtener una contundente victoria de las fórmulas para senadores, diputados federales y asambleístas en los 40 distritos electorales, que conforman la geografía política de esa entidad. Posiblemente, ese buen desempeño en dicho cargo le valió para que, a sus 33 años, fuera nombrado secretario de gobierno del Distrito Federal, teniendo a su cargo entre otras tareas, coordinar los programas comunes de las 16 delegaciones políticas y promover la rehabilitación y construcción de importantes obras para el mejoramiento urbano.

Posteriormente, se desempeñó como Subsecretario de Relaciones Exteriores, al lado de su mentor político, licenciado Manuel Camacho Solís. En 1995 renunció al PRI, partido en el que inició su carrera política, En septiembre de 1997, fue electo diputado federal de la LVII legislatura, representando al Partido Verde Ecologista de México, declarándose diputado independiente a partir de 1998, hasta el término de su gestión en el año 2000. Durante su trabajo legislativo, fue severo crítico a la creación y funcionamiento del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), por su inconstitucionalidad y corrupción de parte de los banqueros (los dueños del dinero), quienes se embolsaron grandes cantidades de dinero, declarándose en banca rota para que el gobierno los recatara y el pueblo de México, pagara todo ese faltante.

Junto con su mentor político, Manuel Camacho Solís, fundó el Partido del Centro Democrático, del cual fue secretario general  y bajo sus siglas, participaron en las elecciones de 2000, Camacho como candidato a la presidencia de la república y el Lic. Ebrard, como candidato al gobierno del Distrito Federal, pero a la mitad del proceso electoral, prefirió declinar a favor del licenciado López Obrador, que había sido postulado por la llamada Alianza por la Ciudad de México,  ((PRD/PT/Convergencia/PSN/PAS), quien al final gano dicha contienda electoral, invitándolo a colaborar, primero  como asesor, luego como Secretario de Seguridad Publica (2002-2004), en sustitución de Leonel Godoy. En dicho cargo, implementó políticas innovadoras que hicieron posible bajar los índices de la delincuencia en todas sus expresiones.

Faltando poco tiempo para finalizar el sexenio de López Obrador al frente del gobierno del Distrito Federal, se desempeñó como Secretario de desarrollo social, donde impulso y amplio la cobertura de todos los programas de apoyo social, como el destinado a las madres solteras, discapacitados, atención médica domiciliaria a adultos mayores, entre otros; asimismo, promovió la construcción de algunos hospitales

En septiembre de 2005 renunció al cargo, para contender como candidato a jefe de gobierno del Distrito Federal, por la coalición denominada, Por el Bien de Todos (PRD, PT, Convergencia), ganando ampliamente la contienda electoral. Desempeñando el cargo del 5 de diciembre de2006 al 4 de diciembre de 2012, siendo considerado en un momento dado como el mejor alcalde del mundo. Su administración de gobierno se caracterizó por la atención especial a la población marginada.

Al término de su mandato como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, fue postulado como candidato a diputado plurinominal por el Partido Movimiento Ciudadano, cargo al que no pudo acceder, por una embestida en su contra por parte de sus adversarios políticos que argumentaron una serie de inconsistencias electorales, iniciándose a partir de ese momento una persecución en su contra, obligándolo al autoexilio durante el sexenio de Peña Nieto.

Regresando al país, casi al término del mencionado sexenio, para reincorporarse a la campaña del licenciado López Obrador,  entonces candidato a la presidencia de la república, por la coalición Morena, PVEM y PT, quien una vez  que tomó posesión del cargo, lo nombró Secretario de Relaciones Exteriores, el cual desempeño del 1 de diciembre de 2018, hasta  el 12 de junio de 2023, día en que renuncio, para contender por la coordinación de los comités por la defensa de la cuarta transformación, coordinación que de antemano estaba destinada para que la ocupara la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. De lo que seguramente Ebrard ya estaba enterado.

Tengo la impresión que Ebrard, como Exsecretario de Relaciones Exteriores y el licenciado David León Romero, ex-coordinador Nacional de Protección Civil, fueron los dos colaboradores más eficientes de la administración de gobierno del Presidente López Obrador, por la oportunidad y calidad con que desempeñaron sus funciones.  

Las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard son válidas y seguramente cuentan con el apoyo de miles de mexicanos, ya que dichas aspiraciones no solamente se sustentan en solidos conocimiento y en su experiencia política, sino además, en la capacidad de liderazgo que ha demostrado con hechos, al ser una persona responsable, equilibrada, justa, bien informada, visionaria, negociadora y con una desarrollada inteligencia emocional. Como lo demostró en el desempeño de sus funciones como servidor público, atendiendo inclusive actividades fuera de su competencia, como su importante participación durante la pandemia de la COVID-19.

En junio del año en curso  recibió el “Premio Humanitario Joe Kiani” por su labor como uno de los promotores y gestores para salvar vidas por su negociación para conseguir vacunas y material hospitalario, para hacer frente a la pandemia de la COVID-19, el premio fue otorgado por la Fundación Patient Safety Movement, organización representada en más de 40 países, con el reconocimiento por parte de la Organización Mundial de la Salud, este premio ha sido otorgado con anterioridad a los expresidentes de Estados Unidos, Willian Jefferson Clinton y Barack Hussein Obama.

Al “Frente Amplio por México” (PAN, PRI, PRD y un grupo de los dueños del dinero), que ha postulado a una candidata con poca experiencia política y con una cuestionable ética profesional al día de hoy. Le restaría los votos de los pequeños empresarios agropecuarios, comerciantes, industriales y de servicios, que han hecho su capital a base de esfuerzo y trabajo y cuyo ingreso familiar hasta ahora es suficiente, para satisfacer sus necesidades básicas, porque, si regresamos al pasado, sus utilidades se verán seriamente afectadas por el incremento de los precios de algunos insumos y servicios básicos para el desarrollo de sus negocios, así como el incremento a las tasas impositivas. Además, lo más seguro es que se autorizará que las modernas tiendas de raya, como lo vienen siendo, los bancos, las financieras, las grandes tiendas comerciales, las distribuidoras de automóviles y las grandes inmobiliarias, sigan cobrando altas tasas de intereses.

A la coalición “Juntos Hacemos Historia” (Moren, PVEM, PT) le disminuiría los votos de las familias campesinas, comerciantes, empleados de las empresas privadas, maestros, burócratas, pensionados y jubilados, a quienes cada día les alcanzan menos el ingreso familiar para cubrir sus gastos familiares y quienes a diario están expuestos a ser una víctima más de la delincuencia en cualquiera de sus expresiones. Pero, sobre todo, por darse cuenta que el combate a la corrupción, la impunidad y la delincuencia, sólo fue un cuento, para conseguir el voto de quienes queremos que las cosas mejoren en un clima de paz y tranquilidad social. De seguir la cuarta transformación, seguiremos teniendo representantes populares, que se aferran a sus privilegios políticos y económicos. 

Seguramente, Ebrard tiene bien claro que su amigo el presidente nunca le perdonará el haberse acercado al gobierno de Calderón, cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, al principio para coordinar actividades institucionales, luego para establecer relaciones políticas, como cuando lo invitó al inaugurar la línea 12 del Metro, o cuando le manifestó estar de acuerdo con su estrategia de combate a la delincuencia, pero sobre todo para reconocerlo como Presidente de México.

Posiblemente a partir de ese momento, el Presidente López Obrador empezó a dudar de su lealtad al proyecto de la cuarta transformación, marcando para siempre su destino político, volteando la vista hacia Sheinbaum, a quien le ha confiado la continuidad de su proyecto, sin querer darse cuenta, que, a las primeras de cambio, se empiezan a marginar a los verdaderos fundadores de la cuarta transformación, como está sucediendo en la Ciudad de México, donde se trata de imponer un candidato externo y como ha sucedido en la mayoría de las entidades federativas que gobierna Morena, donde algunos funcionarios de alto rango son militantes de otros partidos políticos.

Ebrard puede ser el próximo presidente de México, sólo es cuestión que se decida y aproveche la última oportunidad que le está ofreciendo su amigo Dante Delgado, para que, bajo la bandera de Movimiento Ciudadano, logre cumplir su tan anhelado deseo de “aprovechar la enorme oportunidad que hoy se le presenta para lograr finalmente que México, reduzca la pobreza y logre ser una sociedad de bienestar y prosperidad compartida”.

En política las circunstancias cambian de la noche a la mañana. La buena o mala suerte no existen, pero, coinciden en el punto de encuentro entre la oportunidad y el conocimiento previo.