ECOS LATINOAMERICANOS: Avanza la reelección de Bukele

El presidente salvadoreño, Nayib Bukele. | Fotografía: Archivo

La semana pasada el Tribunal Supremo Electoral de la República de El Salvador autorizó la inscripción de Nayib Bukele para postularse a un segundo periodo de mandato, el cual, en caso de resultar electo, duplicará su estancia en el poder, de tal forma que este polémico presidente centroamericano ejercerá su mandato hasta ocho años consecutivos. Pero además, dicha institución reconoció la legalidad de que Bukele extienda su periodo hasta el año 2029.

Si bien ha habido diversos mandatarios americanos que no han tenido problema buscando la reelección y en algunos casos ganándola, la situación de Bukele es bastante cuestionable. Y no por el hecho de que no tenga los recursos electorales para conseguir una victoria, en realidad es de los mandatarios más populares en el mundo, obteniendo como piso mínimo de aprobación un 70% de la población salvadoreña.

Es un hecho que si Bukele se postula formalmente ganaría sin problema alguno la reelección, la situación compleja no es el hecho de que pueda o no ganar, sino que la ley salvadoreña en teoría lo impide, y de eso precisamente trata la polémica desatada por su reelección, concretamente la constitución salvadoreña impide las relecciones consecutivas. Desde hace casi dos años, Bukele se ha dedicado a suprimir la independencia de los poderes judicial y legislativo, subordinando a ambos al ejecutivo nacional, que en este momento es ejercido directamente por él mismo, es decir, tanto las autoridades judiciales como la gran mayoría de los legisladores obedecen políticamente a Bukele, sin cuestionarle prácticamente nada.

Esto último fue lo que permitió a la autoridad judicial electoral, que también se encuentra presionada por Bukele, interpretar a conveniencia de este último la ley para darle carta abierta a su reelección, aun cuando no es constitucional. Sin embargo, Bukele busca justificar dicha acción mediante su gran popularidad, indicando que la mayoría de los salvadoreños deseen que él continúe en el ejecutivo, lo cual probablemente es cierto.

Aun así, eso no exime que de nueva cuenta Bukele prosiga trasgrediendo las leyes de su propio país, aunque a la mayoría de la población realmente no parece importarle. Tras décadas de abandono en materias de seguridad física y desarrollo social, la sociedad salvadoreña no parece tener inconveniente alguno en permitir que su presidente se perpetúe en el poder aun si eso significa violar las normas y principios legales, así como anular completamente el poco Estado de Derecho existente y por consiguiente aceptar con ello cualquier tipo de acto ilegal o de corrupción del presidente y su grupo político siempre y cuando se mantenga a raya la violencia y la inseguridad general.

Bukele a su vez parece estar enfocado en traer importantes inversiones económicas a El Salvador aprovechando el clima de paz y orden que él consiguió, debe reconocerse que, si esas inversiones se concretan en proyectos producttivos, seguramente ayudarán al desarrollo socioeconómico salvadoreño. En este sentido Bukele parece estarse asemejando a los modelos de China y Vietnam que son autoritarios pero estables en términos de seguridad y de inversión económica.

Por todo esto, es complicado que Bukele no triunfe en su tentativa de reelección, con la oposición política reducida y sobre todo ilegitimada tras cinco gobiernos – tres de ARENA y dos del FMLN – que fueron bastante mediocres, los dos poderes nacionales restantes completamente cooptados, y un apoyo popular nunca visto para un presidente en esta nación latinoamericana, Bukele muy probablemente arrasará en las próximas elecciones.

Pero al final, ello también significará una victoria para el autoritarismo caudillista anti-institucional, donde se opta por un gobernante fuerte que ejerza el poder prácticamente sin ningún contrapeso, siempre y cuando genere resultados eficientes para la población, lo que podría considerarse como una especie de “dictadura benigna”. Y aunque es Bukele  el principal artificie de este rumbo político no debe perderse de vista que el pueblo salvadoreño ha aceptado esta vía no solo con pleno consentimiento sino incluso con un gran visto bueno.

Guste o no El Salvador parece estar muy satisfecho con el desempeño de Bukele aun si este se torna un dictador en el proceso para traer desarrollo y seguridad. De una u otra forma esto abrirá complicadas situaciones futuras, sobre todo porque si las naciones aceptan legitimar políticas que trasgredan la ley siempre que beneficien a la mayoría, se correrá el riesgo de difuminar la línea entre democracias y autoritarismos, aunque si esto llega a pasar cada pueblo y cada nación serán responsables directos de sus propios destinos.