Basta de ocurrencias

Oficinas centrales de la Secretaría de Educación Pública.| Fotografía: Archivo

Me he dado cuenta que desde hace más de cuatro décadas la educación del pueblo no es una prioridad para las administraciones de los  gobiernos en turno y no precisamente porque no se asignen anualmente los recursos presupuestales necesarios para el desarrollo del Sistema Educativo Nacional.

En cada sexenio la educación pública se administra según los intereses y las ocurrencias del grupo en el poder, mediante la implementación de su particular “modelo educativo”, con el cuento de mejorar la calidad de la enseñanza, pero que en realidad sólo tratan de justificar tiempo y utilización de recursos presupuestales, dándole poca importancia a las necesidades e interese de los alumnos y docentes, quienes son los principales protagonistas en un proceso de enseñanza-aprendizaje.

El gobierno de Miguel de la Madrid se pronunció por “la revolución educativa” teniendo como propósito elevar la calidad de la educación en todos sus niveles. Con Salinas de Gortari se implementó un programa de “modernización educativa”, pretendiendo mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje. La política educativa de Zedillo se sustentó en la equidad, la calidad y la pertinencia en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Fox trató de vincular la educación con el desarrollo económico, garantizando que fuera, laica y gratuita, concediéndole al SNTE algunas atribuciones  administrativas propias de la Secretaría de Educación Pública. Con Calderón se inventó “la alianza por la calidad de la educación” estableciéndose que la asignación de las nuevas plazas docentes fueran mediante un concurso de oposición. Peña Nieto, supuestamente implementó  una reforma educativa, que más bien se trataba de una reforma administrativa.

El gobierno de la Cuarta Transformación de la Vida Nacional asegura que “El Estado, a través de la nueva escuela mexicana, buscará la equidad, la excelencia y la mejora continua en la educación, para lo cual colocará al centro de la acción pública el máximo logro de aprendizaje de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Tendrá como objetivos el desarrollo humano integral del educando, reorientar el Sistema Educativo Nacional, incidir en la cultura educativa mediante la corresponsabilidad e impulsar transformaciones sociales dentro de la escuela y en la comunidad”.

Conforme  pasan los años la educación de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes en vez de mejorar cada día se deteriora con mayor intensidad. A tal grado que el Estado Mexicano no ha podido proporcionar a la población una educación de calidad, que permita disminuir desigualdades sociales y mejorar la calidad de vida, tal y como se comprometió en la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, obligación refrendada en nuestra Constitución Política y en la Ley General de Educación.  

Ha llegado a tal grado las deficiencias del Sistema Educativo Nacional, que por todas partes nos encontramos con estudiantes universitarios o profesionistas titulados que no saben leer ni escribir correctamente, mucho menos comprender un texto; asimismo no saben realizar operaciones matemáticas con decimales o fracciones y a veces con dificultades pueden multiplicar y dividir.

Por otra parte, el proceso educativo de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, que nacieron entre 1998 y 2018, se ha rezagado lo  equivalente a dos ciclos escolares; si bien es cierto, como consecuencia de La COVID-19, enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2; pero, también es cierto que las autoridades educativas en lugar de implementar un programa  de recuperación académica, han seguido programando, reuniones de Consejos Técnicos Escolares; Talleres Intensivos de  Formación Continua para Docentes; Sección del Comité  Participativo de Salud Escolar y Jornadas de Limpieza en la Escuela; Entrega de Boletas de Evaluación a Madres y Padres de Familia o Tutores y Taller Intensivo de Formación Continua para Directivos, actividades que en nada ayudan a mejorar la calidad de la enseñanza.

Por eso no debe de extrañarnos los resultados históricos más deficientes que obtuvieron los alumnos mexicanos en lectura, matemáticas y ciencias en el Programa de Evaluación de Estudiantes Internacionales (PISA) 2023. Prueba que se realiza cada tres años a partir del año 2000, entre alumnos de 15 años, con el objetivo de comparar la calidad, equidad y eficiencia de los distintos sistemas educativos de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la que México forma parte.

 La calidad de la enseñanza no se podrá mejorar mientras tanto no se atiendan las necesidades de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Empezando por asegurarles como mínimo un alimento diario, dotarlos de útiles y uniformes escolares, proporcionarles una educación gratuita, para que las becas escolares no se conviertan en préstamos semestrales que tienen que devolver con la aportación de “cuotas voluntarias”, “fichas para presentar examen de admisión”  y compra de uniformes. Además de proporcionarles instalaciones educativas adecuadas y seguridad social.

A los docentes se les debe de asignar un salario suficiente para que quincenalmente puedan pagar: la canasta básica familiar de alimentos y productos de limpieza; la renta o hipoteca de la casa; la letra del automóvil; el abono de los plásticos crediticios; la compra de algún libro y le quede un pequeño remanente para el esparcimiento familiar. Un salario similar al que recibe un militar de mandos medios.

Por otra parte se deberá revisar los planes y programas de estudio, para que se vinculen a las necesidades del sector productivo de bienes y servicios y se evite la apertura sin ton ni son de nuevas universidades o licenciaturas que a la larga se convierten en verdaderas fábricas de desempleados. Como complemento, designar autoridades educativas con conocimientos académicos certificados y experiencia sobre la planeación, organización, ejecución, evaluación y control de un proceso de enseñanza-aprendizaje.