Tiempos de reflexión

Decoración navideña de las calles de Morelia. | Agencia de Comunicación Gráfica

A dos días de que se cumpla un aniversario más del nacimiento de Jesucristo y a ocho de que termine el año 2023, bien vale la pena dedicar un espacio en el tiempo para reflexionar, sobre lo que hemos hecho, lo que estamos haciendo y lo que haremos en el resto de nuestra vida. Esa reflexión de pensamiento nos dará  claridad de hasta donde hemos estado cumpliendo con nuestra función natural como seres vivos  sobre la faz del Planeta Tierra y la forma como nos hemos  estado interrelacionamos con nuestros semejantes, pero sobre todo, el beneficio aportado a nuestra comunidad para lograr mejores condiciones de vida.

De allí la importancia de la actitud que asumamos en cada uno de nuestros actos a lo largo de la vida, la cual se prolonga en condiciones normales en un promedio de 75 años, siempre y cuando no seamos víctimas colaterales de algún depredador social o del abuso indiscriminado de un despistado guardián del orden público, que sin vacilación alguna nos demostrará su adiestramiento bélico, pagado con dinero del pueblo, sabedor del estado de impunidad y corrupción que vivimos al amparo de la absurda estrategia de  “abrazos  y no balazos” lo que está ocasionado la  perdida de muchos jóvenes, que con su talento, iniciativa y trabajo podrían haber cambiado el rumbo de la historia nacional.

Es tan efímera la vida y con tantas desigualdades sociales, que si queremos trascender más allá de la existencia terrenal,  debemos asumir nuestro compromiso social en tiempo y forma y no distraernos haciendo cosas improductivas. Tomar decisiones con responsabilidad social, conscientes de las consecuencias que enfrentaremos, principalmente lo que queremos estudiar, con qué persona queremos integrar una familia y a que actividad queremos dedicarnos, para satisfacer las necesidades materiales y a la vez, ser útil a la comunidad a la que pertenecemos.

Estos días son momentos de evaluación de lo logrado y lo que queremos alcanzar en el ámbito familiar, escolar y laboral, que son los principales espacios en los que nos movemos como integrantes de una sociedad formada por seres humanos. Una sociedad compleja y desigual, en la que se produce bienes y servicios para incrementar el consumo con el propósito de obtener el máximo beneficio con el menor esfuerzo posible, donde lo importante es tener y no satisfacer necesidades sociales.

En el plano familiar, debemos reflexionar hasta donde hemos sido buenos hijos (a), buenos hermanos (as), buenos vecinos (as),  buenos seres humanos, si en su momento aceptamos  las  enseñanzas y consejos  de nuestros padres, abuelos y mayores, si junto con ellos logramos construir los valores de: el amor, la libertad. La  Justicia, la fortaleza, la templanza, la responsabilidad, la honestidad, el orden, la disciplina y el respeto entre otros; además, si adquirimos el hábito de la cooperación en el desarrollo de las actividades del hogar y en la solución de los conflictos familiares y si hemos estado al pendiente de nuestros padres en su vejes.

Si como padres y abuelos cuidamos y protegemos la integridad física de nuestros hijos y nietos, además de proporcionarle de acuerdo a las posibilidades, todos los medios necesarios, para que logren desarrollar sus capacidades físicas y mentales,  manifestándoles el amor que por ellos sentimos, a fin de fortalecer la  seguridad y confianza en sí mismos, Es decir, si hemos caminado a su lado hasta estar seguros  que son responsables de sus actos. En pocas palabras, si hemos logrado cultivar a la familia, para que sus miembros crezcan como seres humanos y produzcan buenos  frutos. Los valores nunca se pierden, si no se observan es porque nunca se construyeron.

En el campo laboral debemos preguntarnos si estamos desarrollando una actividad de acuerdo a nuestra preparación, habilidades y satisfacción personal y que además, nos permita mejorar económicamente y crecer como profesionista con calidad humana; caso contrario debemos revisar la situación y ubicarnos en un espacio laboral donde estemos ocupados plenamente de cuerdo  nuestros conocimientos y competencias laborales, mucho mejor si se compensa con un salario que nos permita vivir con dignidad. Es decir, cuestionarse si el trabajo que  realizamos es de nuestro agrado  o decidir a la brevedad posible, optar por una nueva opción y actuar en consecuencia, no hay mucho tiempo para decidir. Mientras tanto debemos de dar lo mejor de nosotros mismos como muestra de ética profesional.

Estos días de fin de año, es un buen espacio para reflexionar y hacer un breve recuento de lo bueno y lo malo que hemos hecho en la vida. De lo que hemos logrado y lo pendiente por realizar, pero sobre todo tener la satisfacción de haber puesto todo el empeño posible para contribuir al mejoramiento de la comunidad y poder sentir una inmensa paz y tranquilidad espiritual.