Al iniciar el 2024, hago una doble reflexión, por un lado, comprender que la violencia o la guerra no es un asunto biológico o bien, esencialista, como se ha querido observar desde la Teoría de la Evolución, sino un fenómeno que se construye en las interacciones del sujeto social, a través de someter, controlar o disciplinar los cuerpos de las personas o de las poblaciones para ejercer las diferentes formas del poder, iniciando por el poder que genera el patriarcado y sus mandatos de masculinidad y la apropiación de los recursos naturales y los mercados; de esta manera, la violencia no involucra un binomio, es decir, quien vive la violencia y quien detona la violencia, sino que genera un desajuste en las interacciones sociales de todo aquellos que depende o se relaciona con los actores de la violencia.
Por otro lado, así como se construye la violencia y la guerra para la dominación y el ejercicio del poder, la misma se puede deconstruir, es más, neutralizar a través de diferentes mecanismos: los educativos, de diálogo, pero también de investigación, esta posibilidad nos permite arribar a la construcción de una Paz Neutra.
Ambas reflexiones, son complementarias, al existir violencia y las dificultades de establecer la paz, se requiere de impulsar el diálogo y la educación como un instrumento fundamental para la construcción de convivencia social. De esta manera comparto con ustedes, mis lectores, al inicio de 2024, una reflexión sobre la importancia de la paz neutra.
Para 1989 se aprueba el Manifiesto de Sevilla por la Paz en la Conferencia General de la UNESCO; dicho documento, es resultado de un esfuerzo de distintos teóricos para explicar desde diversas disciplinas (la complejidad) las cuestiones más peligrosas y más destructivas de la especie humana, es decir, la violencia y la guerra; y desde luego, brindar nuevos horizontes en la revisión conceptual de la guerra y la paz que no los vinculen con la Teoría de la Evolución que ha permitido legitimar las cuestiones biológicas para justificar no solo la guerra, sino también el genocidio, el colonialismo y la eliminación del más débil, feminicidios, crímenes de odio por las fobiaslgbtttiq.
Los científicos han precisado cinco propuestas: la primera de ellas es comprender que los humanos no hemos heredado de los animales una propensión para hacer la guerra; la guerra en todo caso es humana, no habita en los demás animales. Las guerras y sus daños destructores evidencian que es derivado de un proceso cultural, hoy las guerras químicas altamente destructivas para la humanidad y el medio ambiente; existen poblaciones que nunca han tenido guerras, otros pueblos más las tuvieron, solucionaron y vivieron en paz.
La segunda propuesta indica que, es incorrecto pensar que la violencia o la guerra es producto genético de la naturaleza humana; es decir, los genes no determinan la conducta violenta del humano, es en todo caso el entorno social y ecológico lo que puede detonar la violencia de los individuos al ejercer su protección respecto de la defensa de sus hembras, comida, recursos; aunque los genes estén implicados en nuestro comportamiento, ellos solos no pueden determinarlo totalmente.
Por su parte, una tercera proposición, señala que es científicamente incorrecto considerar que a lo largo de la evolución humana se haya operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos, cuando observamos que culturalmente hay procesos de comunalidad, donde la solidaridad y el compromiso común es parte del ejercicio de la convivencia social.
En todo caso “el fenómeno de “dominación” implica lazos sociales y filiaciones; no resulta sólo de la posesión y la utilización de una fuerza física superior, aunque pone en juego comportamientos agresivos”. Por tanto, la violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en nuestros genes.
En tanto que la cuarta proposición nos plantea que es incorrecto pensar en la existencia un cerebro violento en los humanos; la verdad es que el sistema nervioso central no se activa de manera automática por estímulos internos o externos, sino que dichos estímulos se filtran y responden de conformidad con el contexto. “Nuestros comportamientos están modelados por nuestros tipos de condicionamiento y nuestros modos de socialización. No hay nada en la fisiología neurológica que nos obligue a reaccionar violentamente”.
Por último, la quinta proposición plantea que es científicamente incorrecto pensar que la guerra es un fenómeno instintivo. “El surgimiento de la guerra moderna es el punto final de un recorrido que, comenzando por factores emocionales, a veces cualidades instintivas, ha desembocado en estos factores cognoscitivos. La guerra moderna pone en juego la utilización institucionalizada de una parte de las características personales tales como la obediencia ciega o el idealismo, y por otras aptitudes sociales tales como el lenguaje; finalmente implica planteamientos racionales tales como la evaluación de los coses, la planificación y el tratamiento de la información”. “Las tecnologías de la guerra moderna han acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los combatientes o en la preparación psicológica a la guerra”.
De esta manera, podemos observar que si bien la violencia o la guerra no es producto de una herencia del reino animal, como tampoco es una cuestión genética, o de la evolución humana, como tampoco lo es del cerebro violento, y que por ende la guerra es una posición cultural para la expansión, dominación o control, y sometimiento de la población, pero sobre todo de los recursos y el poder sobre éstos. Por ello, es de considerarse que siendo la humanidad quien ha inventado la guerra también es capaz de inventar la paz. La responsabilidad incumbe a cada uno de nosotros a partir de construir diálogo, pero ese diálogo debe de fundarse en una paz neutra.
Desde esta perspectiva de la búsqueda de una paz neutra y construcción de diálogo como nos expresa Francisco Jiménez Bautista, debemos de considerar que la división tripartita de la violencia de Johan Galtung dejó claro que la violencia cultural y si añadimos violencia simbólica, es donde se apoyan los otros dos tipos de violencia (directa y estructural), puesto que mediante ciertos aspectos culturales que están tan arraigados en nosotros, tanto que no son perceptibles a primera vista (religión, lenguaje, arte, las modas o el honor) estas dos violencias quedan legitimadas ante los ojos de la sociedad.
La paz neutra afronta el conflicto que tenemos y cuya metodología no es otra que el habla, el lenguaje, el diálogo propio del ser humano. “La paz neutra pretende suavizar todos aquellos elementos culturales y simbólicos que no hacen sino agrandar los problemas ya existentes y pretende suavizarlo mediante la utilización de una Cultura de paz”, manifiesta Jiménez Bautista (teórico de la paz).
La paz neutra exige un cambio total de mentalidad y de la sociedad, la creación de una nueva conciencia (Antropológica, ambiental, cívica, espiritual, preventiva, de paz: Edgar Morin, Gerardo Herrera) que sepa identificar la violencia que nos rodea y que aprenda a neutralizarla. Por supuesto esto se consigue a través de la educación desde los primeros momentos de conocimiento (la educación preescolar), puesto que la cultura está tan moldeada a la violencia que muchos pensarían que es una tarea muy difícil, cuando no imposible (ver Quadratin Gerardo A. Herrera). Por ello, la importancia de contar con un sistema educativo fuerte y que no cambie de manera recurrente cada administración federal.
De menara puntual, ofrezco, la última ocasión que lo hice fue en el Primer Congreso Estatal de Educación Media Superior Hacia una educación humanista, comunitaria y con pensamiento crítico; con mi conferencia “El humanismo en la educación media superior”, las posibles vías para mejorar la comunicación intra y extra escolar de la comunidad educativa, en ello, comento que, es importante trabajar con una educación crítica capaz de formar a sujetos de derecho a la educación para comprender la existencia de diferentes mudos, los llamados pluriversos, con una diversidad y no un simple binarismo que abarque desde lo social, cultural, lingüística, étnica, política, dogmática y sexual.
También, expreso que, la educación debe inculcar los valores de tolerancia, el respeto, la no discriminación, la equidad, etc., para crear una sociedad y un mundo mejor, es decir, trabajar para un modelo de transmodernidad como lo definía Enrique Dussel.
Me queda claro que la búsqueda de una paz neutra es acercarse un poco a la verdad, es ser críticos y dialogantes con ideas y personas, es decir, existe una sola realidad, que puede ser observada de diferentes maneras, de ahí, que la verdad hay que redescubrirla a cada instante.
Para el diálogo y la comunicación o intersubjetivación es fundamental que tenga un espíritu y sentido crítico, que nos ayude a desarrollar una competencia transversal con un pensamiento crítico que le permite al alumnado llevar a cabo un aprendizaje permanente, es decir, desarrollar la autonomía intelectual estimulando: 1) el pensamiento multidimensional (según Lipman incorporar otras áreas como la social, emoción o comunicativa), 2) pensamiento complejo (según Morin: impulsar el análisis de la realidad a partir de la tansdisciplinariedad y los saberes que permitan contar con una visión holística, sistémica e interdependiente) o 3) pensamiento neutral (según Jiménez Bautista: empoderar para emancipar; educar para evitar violencia; movilización comunitaria; hacer participar a los liderazgos sociales y políticos; además del comportamiento personal digno (ontológico, ético y real).
En esencia, el pensamiento crítico se puede entender como un tipo de pensamiento reflexivo y racional que sirve para resolver problemas o conflictos mediante la conexión de distintas informaciones y la extracción de conclusiones, cuya finalidad es la de juzgar-criticar (analizar) los resultados o información de la reflexión propia o ajena, emitir juicios de valor para tomar decisiones (evaluar) y tomar conciencia de lo que se entiende (metacognición) y que aparece en contextos de resolución de problemas y/o toma de decisiones. Al fin y al cabo, todo se puede entender como patrones sencillos de pensamiento que sirven para guiar, visualizar, documentar y observar el proceso de desarrollo de ideas, preguntas y reflexiones que nos ayuden a trabajar por una paz neutra, nos comparte Francisco Jiménez.