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Ante la ignorancia: la razón

Los indicadores de participación ciudadana en los asuntos públicos dan cuenta del grado de evolución democrática de una sociedad. | Fotografía: Archivo

Atreverse a emitir una idea con el propósito de que ésta sea una verdad irreductible que deba adaptarse a los demás, siempre termina por destruir la oportunidad del diálogo y por ende la posibilidad del crecimiento mutuo. La razón se da como resultado de someter cualquier tipo de pensamiento a los diversos contrastes que otorga la realidad y sobre todo de quienes la perciben. En la medida que esto no ocurre y que sólo se proclama una sola voz como la redentora, entonces se le abre el paso a la ignorancia y con ello las consecuencias de vivir con ella.

“Siempre son lo mismo” dicen por ahí algunas de las voces que exigen la nula participación del ciudadano en los procesos electorales, sin darse cuenta de que en el momento en que niegan su elección también terminan por negarse a sí mismos. Pues elegir no decidir ante el principio de mayoría relativa que proclama nuestra norma electoral es establecer la condición de que alguien más decida por ti.

“Vamos con el caballo ganador” dicen los que se dejan llevar por encuestas o por fotos tomadas desde los ángulos pertinentes que no permiten diferenciar números o rostros, porque así como sucede con los bots en las redes, también existen en las fotos de los que se autoproclaman ganadores. Y entonces pasa lo que denominamos “profecía autocumplida”, que no es otra cosa que establecer un resultado con antelación sin darnos cuenta de que cuenta con nuestra participación.

“Los otros datos” dice quien todos los días tiene la disposición de generar la agenda mediática en turno, y entonces garantiza lo que se escribió en un principio: agotar el diálogo, porque simplemente no se da la pauta para ello. Y nuestro referente en este tipo de frases es el presidente de la república, pero esto es muy común de escucharlo en cualquier individuo que quiere imponer su visión a costa de otras realidades que parecen objetivas.

En este 2024 habremos de ser muy cautelosos para no dejarnos llevar por la ignorancia, el estado de cosas que conocemos actualmente claro que pueden cambiar y pueden no hacerlo también. Desde mi opinión infiero en que mantener las cosas en el cause que van no es deseable y quizá deje de ser sostenible en algún tiempo. Pero tampoco lo es la alternativa que en este instante solo pretende capitalizar la idea de que existe un nuevo hartazgo y un sentimiento de engaño.

Dentro de unos cuantos días empezaremos a escuchar las propuestas de quienes pretenden ocupar el cargo político más importante de este país, y por el bien de México ojalá escuchemos un cambio de política y no las rubricas que descomponen el posible razonamiento del voto.

¡Que las grandes necesidades de este país no sean opacadas por la política de la ignorancia!, pues en los procesos electorales no existen triunfos, existe la transferencia de responsabilidades y en ello un candidato no puede condicionar ni la continuidad ni mucho menos deponer el proceso natural de un sistema político. Que vengan los debates, las opiniones, la disonancia y sobre todo la apertura, pues en la medida en que estos conceptos se ajusten, la ignorancia pierde terreno y la razón afianza postura.

Eppur si muove

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