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DEBATAMOS MICHOACÁN: Valores en la política

Un aspecto fundamental en el proceso de la política pública, es el de la formulación de la agenda de gobierno. (Imagen: especial)

Todos transitamos por la vida sintiendo y viviendo con emociones (ira, miedo, simpatía, asco, culpa, aflicción, amor, comprensión), como bien lo dice la filósofa Martha Nussbaum en su texto Emociones políticas, quien trabaja conceptos desde la interdisciplinariedad y quien también ha colaborado con un gran promotor del Índice del Desarrollo Humano de Naciones Unidad el célebre Amartya Sen.

Es decir, Amartya Sen planteo el desarrollo humano no como una entelequia, sino todo lo contrario el desarrollo humano como un instrumento que tiene rostro, cuando hablamos de las necesidades de agua potable, drenaje, luz eléctrica, banquetas, vías de comunicación, alimentación, educación y otras tantas obras de infraestructura en beneficio de la sociedad.

Es fascinante observar que, tanto Nussbaum y Sen, reinterpreten el desarrollo no desde los límites económicos, sino desde posiciones de carácter humanistas; es decir, conocer y reconocer la situación que vive la población desde los índices de salud, educación, vivienda, justicia social, participación política, seguridad, entre otros para comprender la necesidad y la orientación del diseño de la política pública en diferentes materias.

Por otro lado, en el contexto del índice del desarrollo humano, se requiere en el espacio público del manejo socioemocional. De esta manera, las emociones de la población en este siglo XXI están presentes en el día a día: así la ira, miedo, simpatía, asco, culpa, aflicción, amor, comprensión, el odio, el ver actos de violencia, sangre, y otros esquemas que pueden desequilibrar la tranquilidad de la población como los discursos de odio tan generalizados por cuestiones de clase, raza, sexo, género, discapacidad, migración, y otros. Y es que las emociones son energías vivas.

Hoy las simpatías y el amor son contenidos políticos, es la explicación que nos da Nussbaum Martha en su libro Emociones políticas: porqué el amor importa para la justicia. Y es que quienes estamos en procesos de lucha por razones de transformación de prácticas y procesos nocivos, se hace fundamental hacer que el ciudadano, las personas, los sujetos sociales, reflexionen sobre la importancia de contar con horizontes sensibles y éticos logrando simpatías a las diversas luchas que hoy se tiene entre la población para la recuperación del medio ambiente sano, el cuidado del agua, el manejo de los desechos sólidos, la atención de los grupos afrodescendientes, originarios, de orientación sexual distinta a la hegemónica, con discapacidad, es decir, hoy, la presencia de la diputada federal Celeste Ascencio en el ámbito público, nos viene convocando a generar la inclusión como un sistema, a trabajar por lograr la eficacia de la justicia, forjando la cultura de la denuncia, el respeto a las ideas, en ello, nos impulsa a promover el amor, el respeto, la inclusión por el otro, a través de reconocer la importancia no de un binarismo, sino de una diversidad social, cultural, étnica, lingüística dogmática, sexual, para el respeto de las poblaciones originarias y afrodescendientes, diversidad sexual, personas con discapacidad, mujeres, jóvenes.

No debemos tener miedo de expresar el amor para lo público, para el diseño de la política pública, dejemos de verlo solo vinculado a experiencias personales, y es ahí donde radica el valor de la propuesta de Nussbaum, cuando traslada la emoción del amor al ámbito público, y con ello, avanza en su pertinencia para lograr fines sociales. Las emociones como el asco y la envidia, o bien el deseo de avergonzar a otro, incluso el odio, o el discurso de odio, están permanentemente entre nosotros, que descontrolados generan mucho daño social y personal, como lo exprese en párrafos anteriores.

Para Nussbaum, las emociones que no construyen, o sea que destruyen, pueden invadir el proceso legislativo, pero también la decisión de quienes ostentan el poder público, y ello, puede conducir a mecanismos de opresión de diferente nivel, o bien, la discriminación institucionalizada.

Las emociones de ira, miedo, asco, culpa, aflicción, acechan entre la población, sobre todo la envidia, y al parecer la única forma en el largo plazo de prevenir las graves consecuencias que pueden tener en la vida pública es a través de la educación, si esa educación del siglo XXI a la que se refiere la UNESCO, una educación para privilegiar la felicidad y el amor por la otredad, pero igualmente para apreciar el carácter humano pleno e igual en cualquier otra persona.

Considero que esa sería la gran meta por la que hay que salir a luchar, motivar a la otredad, para cultivar las emociones del respeto a través del diálogo y comprender y entender las diferencias que construyan una red de protección que impida que las fragilidades, pero también las flaquezas, o debilidades, o bien, que la degradación siga presente en nuestros escenarios sin que se hagan las denuncias correspondientes.

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