Morelia, Mich.- A pesar de que esta mañana transcurrió ordenadamente el Carnaval del Torito de Petate, en el que se prohibió usar machetes de metal, los asistentes sondeados por Cambio de Michoacán manifestaron sus reservas de que ocurra lo mismo por la tarde o en días posteriores, cuando las cofradías lleguen a las colonias.
Fueron alrededor de 80 los toritos que se registraron ante la Secretaría de Cultura del municipio, instancia que enfatizó, como cada año, que no se permitiría la portación o uso de armas de cualquier tipo, particularmente machetes, un elemento característico del baile que acompaña esta representación popular.
El lineamiento, que tuvo un amplio respaldo entre los más de diez ciudadanos entrevistados (apaches, toritos, escultores y asistentes), fue acatado, al menos en el evento que arrancó a eso de las 11:00 horas de Las Tarascas y terminó pasadas las 13:00 en la catedral de la ciudad.
Saltó a la vista entre los participantes un machete de plástico, portado por un menor que se agachaba para “rayar” con él el concreto, emulando así el movimiento eufórico que se hace con los de metal para sacar chispas durante las representaciones.
También se prohibió el consumo de bebidas alcohólicas, un lineamiento en el que hay menos consenso, ya que, por ejemplo, Marlen, ciudadana de 42 años, quien bebía una cerveza light en compañía de su suegra, su mamá y sus dos hijos, dijo que “se antoja” ante “el calorcito” (23 grados Celcius en ese momento): “Mientras no sea en exceso, no debería prohibirse”.
Sin embargo, y a pesar de la presencia de elementos del Ayuntamiento de Morelia en la Calzada de Fray Antonio de San Miguel, el evento no estuvo exento del uso de sustancias ilícitas, ya que en un par de ocasiones se alcanzó a percibir el olor a mariguana mientras se acomodaban en fila los diferentes toritos participantes.
‘Topones’ entre colonias rivales
Rafael y José Antonio, de 15 y 17, respectivamente, estudiante y albañil, el primero, y empleado de una Tienda Azteca, el segundo, ambos de la Eduardo Ruiz, reconocieron que han tenido “topones” (riñas) con las colonias Obrera y Tierra y Libertad, la más reciente el 2 de noviembre pasado.
“Es por las personas que van tomadas. El toro está ahí, bailando, y llegan seis mil personas. A unos hasta les quitaron el permiso de su torito. Es por conflictos de territorio, por ver quién hace el espectáculo más chingón”, dijeron.
Gustavo, tatuador y enfermero que participó en la construcción de “El Espectro” (colonia Las Jacarandas), comentó que sí le ha tocado presenciar este tipo de peleas, pero no entre dueños, sino que la responsabilidad sería de “la gente que nos acompaña y malacopea”, expresión utilizada para referir un estado alcohólico agresivo.
En una opinión contraria, Cristian, vecino de La Obrera, dijo que “a veces sí son los propios toritos”, muchas veces ya en las tardes o noches, cuando ya estarían muy alcoholizados o bajo el influjo de alguna droga: “No me ha tocado ver, pero a veces llegan unos olores muy particulares”, dijo entre risas.
Pablo contó que durante su infancia, en Prados Verdes, se desató una riña en donde volaron ladrillos y botellas de vidrio, razón por la cual cerca de sesenta personas, estimó en retrospectiva, se refugiaron en su casa; la razón habría sido que un torito se metió a “la colonia del otro”, por lo que uno de los apaches habría terminado lesionado con navaja.
Por todas estas razones, tanto los mencionados, como Diana Lorena, vecina de Hacienda del Sol, quien asistió con nueve integrantes de su familia, señalaron que “hasta ahorita sí está todo tranquilo, pero cuando se pone pesado es en la tarde, a ver al rato, hay unos que no saben hacer de esto algo familiar”.
Dos meses de trabajo y más de cinco mil pesos
A Viviana y Arturo les tomó dos meses hacer su torito con temática de ave fénix, para lo cual invirtieron cerca de cinco mil pesos; al término de la temporada, dijeron, lo enviarán a Estados Unidos, a Houston el de este año y a Dallas el del anterior, para que sus familiares puedan reproducir la tradición allá.
Este 2024 desfilaron “El dudoso”, un torito con temática de aliens, proveniente de la colonia Primo Tapia; “El Millenial”, que hacía referencia al videojuego “Mario Kart”, hecho por vecinos de Villas del Pedregal, además de “La perdición” (Felipe Carrillo Puerto), “El destructor” (Unión Ejidal Isaac Arriaga), “El Chile Vengador” (Ventura Puente) y “El Malviviente” (Las Flores), entre otros.
Hubo niños con su propio torito, como “El Pachuco Travieso”, cargado por Franjo (ocho años); hubo también una cofradía en referencia a la serie televisiva “El Chavo del 8”, así como apaches que acompañaron a sus toritos durante todo el recorrido.
El eclecticismo actual se incorpora a la tradición, según la cual los toritos de petate serían sátiras de las corridas de toros que la élite española habría traído al territorio novohispano durante la colonia, aunque también hay versión que refieren el origen africano de la danza carnavalesca.
