ECOS LATINOAMERICANOS: El doble rostro de Milei

Javier Milei, presidente de Argentina. | Fotografía: el periodico.com

El presidente argentino Javier Milei continúa con su estrategia política de confrontación como forma de reafirmar sus postulados ideológicos, así como para mantener contacto directo con su base de apoyo más radical. Lejos de realizar un cambio en su dinámica de comunicación tras haber asumido la presidencia a finales del año pasado, Milei ha optado por conservar la estrategia de ataque y polarización que lo caracterizó durante su campaña.

Sin embargo, a diferencia de la etapa de campaña, afronta ahora la realidad política de estar ejerciendo directamente la presidencia, lo cual por la propia lógica-política reduce la credibilidad de esta estrategia de comunicación. Es por un lado cierto que es prácticamente imposible que un liderazgo pueda cambiar la situación social, económica y política de un país en poco tiempo, incluso a los lideres más hábiles les lleva al menos un par de años modificar sustancialmente el panorama sociopolítico.

Aun así, las pocas semanas que lleva Milei en el poder no parecen estarle favoreciendo. Lejos quedó el excéntrico candidato que hacía de rockstar en sus discursos públicos y que soltaba burla e insulto contra la llamada “casta política”; ahora se ve más bien rígido, estresado y alterado al tener que ejercer un cargo tan complejo como el de presidente de la Argentina.

Y no es para menos, este país latinoamericano siempre ha sido complicado de gobernar tanto por su enorme extensión geográfica como por la compleja historia que ha tenido durante todo el siglo XX y parte del XXI. La realidad está ya chocando de frente con Milei, ahora el político libertario está dando marcha atrás con varios de sus postulados ideológicos, sobre todo en política exterior, como minimizar las relaciones con China y Brasil, así como criticar al Papa Francisco.

El arte de gobernar es algo que apenas parece estar entiendo el nuevo inquilino de la casa rosada. No es lo mismo criticar cómodamente en Twitter/X a los adversarios políticos o dirigir campañas mediáticas contra el gobierno, que ya directamente ejercer el poder público para realizar diversos proyectos. Milei todavía no parece captar esto último, prefiere mantener la confrontación directa con los gobernadores de la oposición, a tratar de converger en algunos puntos con ellos, así como también amenazar con quitar apoyos si no pasan sus leyes, especialmente la llamada ley ómnibus.

Ahora el presidente argentino ataca a ciertos artistas que le critican, señalando que varios de ellos han estado viviendo a expensas del Estado, lo cual él ya no quiere permitir. Si bien, como ya se indicó, esta estrategia de comunicación le permite mantener el respaldo del núcleo electoral, sin embargo, esto no le producirá el mismo efecto con el resto de sus votantes.

Lo anterior tiene su explicación en que la mayoría del voto por Milei fue un voto de castigo contra el kirchnerismo y en general contra la clase política tradicional, incluyendo a la oposición de Juntos por el Cambio del expresidente Mauricio Macri. Estos votantes hartos de la precarización económica optaron por darle el apoyo a Milei creyendo que este último seria una especie de castigador contra la política clásica y que de paso podría mejorar en algunos aspectos la situación del país.

Nada de eso ha ocurrido hasta la fecha, el enfrentamiento contra el kirchnerismo es quizá lo único que se mantiene firme en las frágiles posturas de Milei. El macrismo que fue uno de los blancos secundarios del actual presidente, es ahora su principal fuerza de apoyo, incluyendo a la excandidata y ex rival, Patricia Bullrich quien es ahora ministra de Seguridad. Esto no fue pasado por alto por las bases electorales de Milei quienes mostraron disgusto por hacer alianza con una parte de la casta que estuvieron criticando durante casi todo el año pasado, y que además puede terminar cooptando el espacio político del propio Milei si este se descuida.

Independientemente de que el discurso “anti-casta” se está difuminando, el problema más difícil del actual presidente es lograr resultados que la mayoría de su electorado espera que consiga, lo cual parece ser justo lo contrario. El eslogan de los libertarios fue “que el ajuste lo pague la casta”, pero parece ser que la casta es más bien la ciudanía ordinaria de Argentina y no su clase política.

La inflación continúa aumentando, ya incluso ha rebasado a la venezolana, también se han eliminado subsidios al transporte público, y los salarios reales no han subido para nada desde el comienzo de esta nueva gestión presidencial. Lo anterior ha repercutido en casi todos los sectores sociales, especialmente en los jubilados. Frente a ello Milei únicamente ha mantenido una dinámica de comunicación bajo la inercia de que “se pagaba muy poco”, que es al final de cuentas la lógica político-económica que manejó el macrismo en su momento, donde pedían a la población “ajustarse el cinturón por el bien del país”.

Cabe señalar que las políticas macristas no solucionaron las problemáticas de la nación, sino que incluso las incrementaron. Difícilmente Milei conseguirá un resultado distinto si sigue por ese rumbo. Pero por lo pronto no parece que el presidente esté interesado en cambiar su dinámica política.

Milei parece estar en un aprieto, cada día que pasa la situación del país rioplatense parece empeorar y aun no hay estrategia política del presidente para mejorar la situación en términos generales, ha tenido serios reveses tanto en el congreso como con los gobernadores de las provincias, también ha tenido que echar para atrás parte de su política exterior, y sobre todo su política económica, ya intentada durante el macrismo (2015-2019) y también en el gobierno de Menem (1989-1999), no parece estar dando los resultados prometidos.

Esta situación se está viendo reflejada en la propia imagen del presidente, quién ahora se ve mucho más tenso y rígido que cuando estaba en campaña política donde se le veía mucho más jovial, activo y decisivo. Es curiosos como la situación cambia radicalmente cuando una figura entra en el ejercicio real del poder, en este caso el pueblo argentino ya está viendo las facetas de Milei, una cuando estaba como opositor, donde se llegó a presentar como aquel elegido que iba acabar con la casta política y los males de la nación, y la actual que es la de un presidente que finalmente está chocando con el crudo realismo político.

Por el bien del pueblo argentino esperemos que Milei caiga en cuenta de que ya no es candidato sino un presidente en el ejercicio del poder. De lo contrario argentina seguirá empeorando su situación y Milei probablemente terminará igual o hasta peor que su antecesor Alberto Fernández, aislado políticamente y rebasado por las problemáticas sociales.