ECOS LATINOAMERICANOS: El futuro de Cuba

Cuba atraviesa una profunda crisis económica con una severa escasez de alimentos y medicinas. | Fotografía: Archivo

En días pasados el gobierno cubano solicitó apoyo a la comunidad internacional, a través del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, con el propósito de lograr las cuotas de leche en polvo necesarias para los niños menores de 7 años; prácticamente al mismo tiempo entró en vigor un aumento de 500% en los combustibles, lo cual ha supuesto un duro golpe para casi cualquier sector económico de la isla, especialmente el incipiente sector privado que no depende de la tutoría directa del Estado.

Se habla de momentos difíciles en Cuba, ciertamente las políticas económicas de la isla han sido bastante negativas en los últimos años. Para empezar, un país que es mayoritariamente dependiente del turismo tuvo que afrontar una reducción drástica de ingresos frente a la pandemia del COVID-19 que dejó prácticamente paralizada dicha industria por casi dos años consecutivos.

Al mismo tiempo tuvieron que ajustarse los gastos financieros de la isla para lograr la unificación monetaria entre el peso cubano y el peso cubano convertible que estaba a la par del dólar estadounidense. Ya hay una sola moneda oficial, sin embargo, previsiblemente, el costo fue tener que hacer ajustes en los precios de bienes y servicios, mismos que acorde a los principios del sistema de economía centralmente planificada derivada de la doctrina comunista soviética debe garantizar el Estado cubano con el propósito de que una vez cubiertas las necesidades básicas se comience a generar una bonanza económica.

Sin embargo, ese modelo económico parece estar fallando en generar mejora y progreso en la isla, aunque no es algo muy nuevo. Desde los ochenta Cuba ha tenido carencias de diversos productos y servicios, el modelo de economía centralmente planificada ha variado muy poco desde entonces, únicamente permitiendo la inversión turística y a cuentagotas la apertura de algunos restaurantes y pequeños negocios privados.

Por lo tanto, ha sido el Estado cubano el principal responsable del mantenimiento económico general de la isla desde el triunfo de la revolución en 1959. Si bien tras las presiones estadounidenses Cuba se pasó a la órbita de la Unión Soviética, y a partir de allí logró obtener importantes insumos para su desarrollo, lo cual condenó a la isla a mantener un régimen de dependencia económica con una potencia mundial, sin posibilidad de lograr un genuino proceso de industrialización nacional que le permitiera escindirse de ser un mero satélite comunista.

Aun así, entre los sesenta y comienzos de los ochenta Cuba gozó de los beneficios de pertenecer al bloque soviético, durante estas décadas, no hubo problemas económicos demasiado notorios, incluso el propio exilio cubano fue más por motivos políticos que económicos o sociales.

Tras el colapso del bloque comunista, los problemas en Cuba se agravaron exponencialmente, y a diferencia de los comunismos asiáticos o de los socialismos árabes, el régimen cubano optó por permanecer estático frente a los enormes cambios globales que se aproximaban.

Al final, solo Corea del Norte y Cuba fueron los únicos países en mantener casi sin cambios su sistema político-económico a comienzos del siglo XXI; apenas empezando con algunas modificaciones notorias hasta prácticamente la segunda década del presente siglo, sin embargo, aun cuando ambas naciones tienen gobiernos autocráticos, hay severas diferencias que cada país tiene entre sí.

Tanto Cuba como Corea del Norte tienen un enfrentamiento diplomático y comercial con Estados Unidos y algunos de sus aliados, esto desde luego ha repercutido en el desarrollo del comercio exterior y es justo en este aspecto donde se observan diferencias importantes.

Ambos países afrontas sanciones económicas, pero las de Corea del Norte son mucho más severas que las de Cuba; por ejemplo, el comercio de Corea del Norte está mucho más limitado que el de Cuba respecto al número de países con los que se comercia directamente e incluso con los que tienen vínculos diplomáticos oficiales.

A su vez, el régimen norcoreano es mucho más controlador respecto de la política en su propia sociedad, al punto donde no hay cabida alguna a la oposición política, la única oposición de norcoreanos contra el régimen es de desertores que viven en el exterior; por su parte aunque en Cuba la ley establece solo un partido político, el régimen ha permitido la existencia de algunos grupos de oposición al interior de la isla, aunque los mantiene en una segregación sistemática, además de que están bajo vigilancia constante, aun así es una oposición relativamente visible.

Pero la diferencia más obvia entre ambos regímenes comunistas es el grado de desarrollo industrial que poseen. Como se indicó con anterioridad Cuba ha carecido históricamente de una industria nacional desarrollada, limitándose básicamente al turismo y a la fabricación de puros y ron, siendo las demás actividades económicas más de consumo interno que de otra cuestión.

Corea del Norte aun con todas las sanciones ha sido capaz de desarrollar su propia industria nacional e incluso, aún con las grandes restricciones mediáticas del régimen de dicho país, puede observarse cierto grado de infraestructura de comunicaciones y vivienda que están bajo constante desarrollo en este país tan hermético.

Esto último se ve reflejado directamente en los bienes y servicios de cada país. Si bien las viviendas en Corea del Norte tienen una estética bastante monótona y simplista, puede visualizarse que son viviendas en plena forma y de construcción relativamente reciente. A su vez en Corea del Norte existen líneas ferroviarias de transporte de pasajeros que atraviesan buena parte del país, e incluso Pyongyang tiene su propio metro, que, aunque no se compara con su rival político en Seúl, es funcional para las actividades diarias de la población de la capital norcoreana. Además de ello, se cuenta con el parque industrial Kaesong casi en la frontera con corea del sur, el cual ha sido un intento de aproximar el norte con el sur en materia económica.

Nada de eso puede apreciarse en Cuba, la política de vivienda, lejos de estar enfocada en nuevas formas de producción masiva de hogares a bajo costo o edificios habitacionales para varias familias, se ha orientado más bien a reajustar las viviendas ya existentes intentando optimizar los espacios, pero sin apostar demasiado a nuevas construcciones. A su vez, la red ferroviaria de pasajeros es muy escasa en la isla, y por supuesto no existe el metro en la ciudad de la Habana, ni algo equivalente al parque industrial Kaesong.

Resulta curioso como estos dos países tuvieron desarrollos muy distintos a partir del relevo de autoridades nacionales. Por la evidencia observada Kim Jong Un parece haber profundizado la idea del Juche norcoreano para incentivar el desarrollo económico, ya relegando a segundo plano cualquier referencia al marxismo soviético clásico. En tanto Raúl Castro y Díaz-Canel parecen no tener muy en claro cual será la apuesta del desarrollo de la isla, optando únicamente por facilitar elementos para el turismo nacional.

Nada justificará las brutalidades cometidas por el régimen de los Kim, pero si debe reconocerse que han sabido tratar de forma más hábil el desarrollo económico-industrial del cual disponen para mantener a flote la economía del norte de la península donde viven; incluso algunos analistas con base en la escasa información obtenida por medios oficiales y hasta desertores del régimen sostienen que se está empezando a generar una especie de clase media norcoreana, lo cual apuntaría a cierto grado de éxito económico en algunas de las política del régimen. En tanto Cuba no tiene todavía algo que pudiera asemejarse.

Por lo pronto el futuro de Cuba, no se ve claro, cada vez hay más inconformidad y el régimen no parece tener una solución estable y concisa para la mayoría de los problemas de la isla, continuando con el discurso de que el bloqueo económico es el principal responsable; efectivamente, un embargo de esa magnitud tiene repercusiones, pero ya se señaló que naciones con sanciones mucho más duras, como la Norcoreana, han sabido maniobrar económicamente para obtener una industrialización relativamente exitosa, al menos en lo que respecta a la infraestructura de vivienda y transportes.

Todo ello advierte que no solo el bloqueo ha sido responsable del atraso económico de la isla, sino también el régimen mismo. Desde luego no se espera que un país en la situación de Cuba pueda convertirse en una superpotencia como lo fue la propia URSS o como hoy lo es China, pero hay naciones como Vietnam y Portugal, que también estuvieron bajo asedio económico durante mucho tiempo y que con las reformas adecuadas han logrado salir adelante sin perder sus avances sociales, ni tampoco su soberanía.

Es tiempo para que Cuba regrese a las raíces originales de la revolución de 1959, donde lo que se prometía no era comunismo, sino patria, todo ello sin perder los avances relevantes que se han tenido desde ese triunfo como la educación y salud gratuita, así como la seguridad pública. Aunque al final, esto último dependerá de la voluntad política de sus élites, como así también ocurrió en los países ya señalados.