LOGOS: ¡Pobre tirano casero! Sembró vendavales; cosecha males

Claudia Sheinbaum, la favorita de AMLO para ocupar la presidencia de México en 2024. | Fotografía: Archivo

El actual crimen organizado de nuestro país, en su faceta de narcotráfico, tiene sus raíces en necesidades gringas, respecto a su participación en la Primera Guerra Mundial.

Los estimulantes de la marihuana condujeron a los soldados yanquis a la furia bélica de matar al enemigo en turno; en aquel entonces a los alemanes.

La necesidad de drogas en EU creó un mercado exigente, y motivó la producción de ellas en territorio mexicano.

Desde esa cepa, y con su proceso dialéctico de más de un siglo, llegamos a la caótica, desbordada y enredada, situación del 2024.

Dentro de esta realidad, y en el inicio de la campaña presidencial, Xóchitl Gálvez impone tema:

“El gobierno de Andrés Manuel López Obrador pactó con la delincuencia. Este gobierno pactó con los narcotraficantes. Este gobierno fue a saludar a la mamá del ‘Chapo’. Este gobierno soltó a Ovidio Guzmán. ¿Qué más evidencia quieren?”.

Y sacándole al bulto real y pesado, Claudia (la consentida marioneta de nuestro tirano doméstico) contestó sesgadamente:

“El que pactó con el crimen organizado fue el presidente Felipe Calderón”.

Xóchitl volvió sobre ese asunto, pero ahora dirigido contra Claudia:

“Hago un llamado a Claudia para que informe quién pagó sus multimillonarios espectaculares dentro y fuera de nuestro país. Y si fue o no el crimen organizado”.

Y Claudia volvió a morder el anzuelo:

“No sé quién los pagó. Desconozco el origen de estos espectaculares”.

La respuesta de Xóchitl fue:

“Yo estaría preocupada, e investigaría quién pagó esos espectaculares, y quién paga los costosos acarreos de masivas reuniones intrascendentes de Claudia”.

Esas confrontas son indicios característicos de las contendientes presidenciales; sin embargo, el fondo del problema es de mayor envergadura.

Desde el presidente José Venustiano Carranza de la Garza (en 1917), hasta el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León (en 2000) el negocio del crimen organizado en su forma de narcotráfico tuvo cauce y control del gobierno.

Empero, la llegada del siglo XXI y la pérdida del poder presidencial por parte de un gobierno con un partido hegemónico (PRI), desajustó la vertiente y la intervención gubernativa.

Esa causa detonante no es única, pero sí suficiente para la cascada de motivos nacionales que se provocaron con ella; impulsos que se mezclaron a fenómenos internacionales mundializadores de todo lo bueno y lo malo generado en un planeta convulso y masivo.

En síntesis, en esos lodos pestilentes nos encontramos.

El expresidente Vicente Fox Quesada es quien se inscribió como número uno en la lista de los aspirantes a producir droga. El expresidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, a propuesta del gobernador michoacana Lázaro Cárdenas Batel, declaró tontamente la guerra al narco. El expresidente Enrique Peña Nieto, hundido por su pésimo y frívolo gobierno, nada en escondidas aguas extranjeras.

Y si íbamos mal, peor nos ha ido con la narco política del presidente Andrés Manuel López Obrador: más mentiras, más traiciones, más corrupción, más ignorancia, más asesinados, más militarización, más inseguridad, más pobreza, más drogas, más ineptitud en la salud y en la educación, más narcos, más inmoralidad.

El talentoso poeta uruguayo Mario Benedetti (Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, 1920-2009) escribió algo que le queda a la medida a Andrés Manuel López Obrador:

“Pobre señor presidente, ya no hay nadie que lo aguante; nunca hubo aquí gobernante con menos dedos de frente… Y ya que todo le falla, y no hay que tener rencor, yo opinó que lo mejor, lo mejor es que se vaya”.

Y con ese presidente, su marioneta Claudia con su lastre debe irse, y de liso, pues quiere a ese desastre, ponerle segundo piso.