La señora presidenta

Claudia Sheinbaum Pardo y Xóchitl Gálvez Ruiz.

El título de este artículo de opinión hace referencia a una obra de teatro francesa que durante muchos años en nuestro país estuvo interpretada por el primer actor Gonzalo Vega y después por Héctor Suárez. Sin embargo, en esta ocasión también trata el contexto político de nuestro país, pues es muy claro, a no ser que pasen circunstancias inesperadas, que la silla presidencial de nuestro país tendrá por primera vez en su historia a una señora presidenta.

Antes de dejar atrás el valor que contrae el género del primer mandatario de este país, es muy importante dejar en claro que la política como disciplina no reconoce diferencias entre mujeres y hombres, no le otorga a ninguno de ambos sexos características que estén condicionadas a su definición biológica; por el contrario, es en la capacidad de pensamiento, la experiencia, la sagacidad y sobre todo la visión de Estado que entonces la política encuentra en la persona las características ideales para así desarrollarse.

¿Han notado que en este proceso de campaña no se ha hecho la diferenciación política en torno a “soy mujer”? La razón es que no existe contrariedad en el proceso, ese valor es compartido entre candidatas. Por lo tanto, lo que se sitúa como vectores de campaña para ambas es: por un lado, la continuidad de la autodenominada 4T, y por el otro, el desmonte de esa gestión política.

El error de ambas directrices de campaña radica justamente en su composición. Por parte de Claudia, el arraigo de su propuesta política esta muy bien definido en el presidente de la República, lo que ella debe de saber es que la popularidad no se transmite, mucho menos adquiere el valor de votos conquistados. Por parte de Xóchitl la composición esta ya establecida en la posición de tres partidos políticos que no han podido conquistar hazañas de ningún tipo desde el 2018, su único triunfo ha sido el atrincheramiento de sus líderes políticos.

La próxima señora presidenta definirá por lo menos la posibilidad de su grandeza política en la medida en que en este proceso que empieza a desarrollarse se distancie lo mas pronto posible de su composición política para empezar a ver a las verdaderas candidatas. Claudia debe de mostrar su liderazgo o la ausencia del mismo, distanciándose del presidente, marcando posiciones de realidad social que demuestren que ella sí “puede ver” a las personas que no han recibido resultados del actual régimen político, ahí nace una visión de Estado, ahí nace una señora candidata y no solo una corcholata.

Xóchitl debe empezar su crítica política con los partidos que la acompañan, con las libertades cupulares que se han tomado los líderes nacionales han definir su espacio seguro en la Cámara alta de México. Debe desmontar desde ya cualquier personaje que no contribuya a la confianza ciudadana que ella necesita, en el momento en que comience a articular una posición de partido propio en ese momento nacerá una señora candidata y no solo la candidata de la oposición.

A menos de que la narrativa de este país cambie y que la fortuna se le acondicione al candidato naranja, sabemos con certeza que el próximo 1 de octubre por primera vez en la historia México tendrá como primer mandatario a una mujer. La necesidad y realidad social de este país exige que ella tenga miras muy altas, visión de Estado y capacidad de reconciliar a los mexicanos pero también a la política con los ciudadanos, y eso solamente pueda comenzar a ocurrir con lo dicho dos párrafos atrás, de lo contrario aseguro que independientemente del personaje que llegue a la presidencia las cosas seguirán siendo lo mismo.

Eppur si muove