Rodrigo Treviño, del simbolismo al sincretismo con un conejo de Pascua

El artista inaugura exposición el próximo 4 de abril en el Museo de Arte Colonial, a permanecer hasta mediados de junio.

Rodrigo Treviño, durante la entrevista.

Morelia, Mich.- Con un camino en el arte iniciado desde muy joven y que ya rebasa las dos décadas, Rodrigo Trevino “alias Rotre” expone a partir del 4 de abril en el Museo de Arte Colonial (Macol) una muestra intitulada “De la Resurrección a la Leyenda del Conejo de Pascua”.

Entrevistado en el Macol al lado de las réplicas de las Tres Carabelas, el artista cercano a los 46 años de edad –“ya no estoy tan joven”-, señala que abandonó los estudios formales de bachillerato para ingresar a una preparatoria abierta donde conoció a Alfredo Zalce, con quien llevó un taller, estancia que le redituó una gran satisfacción: lograr su primera exposición cuando andaba en los 19 años de edad. Y no solo eso, de esa primera exposición fue seleccionado para participar en la Bienal Alfredo Zalce en 1997.

El eje de la exposición a inaugurarse, “tiene que ver con la Pascua y con la atmósfera del Museo, la Resurrección de Cristo”, dice sobre la temática. Treviño ubica su tendencia como artista plástico: “Casi todo lo que hago es totalmente realista, pero las temáticas se van más hacia las alegorías, lo simbólico, la fantasía, con algunos elementos del surrealismo”.   

“Tengo años trabajando con el conejo de Pascua. Inició con el conejo de Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas, pero de repente lo fusionaba con el de Pascua y empecé a trabajar en la leyenda, este sincretismo entre el catolicismo y el conejo de Pascua”, aunque señala que fue en el Macol, acompañado de su hijo, que a éste se le ocurriera el espacio como el oportuno para la exposición.

Otras rutas en lo académico, son su participación en un taller sobre diseño gráfico en la Facultad Popular de Bellas Artes de la Universidad Michoacana y un diplomado en arte digital en Tolousse, Francia.

Desde entonces, agrega, sobrevivir le ha dado momentos buenos y malos. De los primeros, dice, le fue fácil iniciarse con la adquisición de sus obras por conocidos y familiares. Complicado, añade, “cuando entras a los hechos reales, al mundo del arte como tal, te das cuenta que no es tan fácil venderle a gente desconocida”, por lo que el mantenerse ha fluctuado entre dar clases de dibujo y pintura, con ingresos además derivados de ganar premios en concursos y buscando oportunidades en galerías de San Miguel de Allende, Chiapas, Campeche y la Ciudad de México, con la posibilidad de venta al exterior a través de las redes sociales.

En Morelia, responde a pregunta expresa, es difícil mantenerse como artista, en principio por la carencia de galerías de arte, lo que califica como “síntoma de que no es negocio”, al igual que en el mercadeo de obra influye también el que tan turística sea una ciudad, en cuanto a visitantes con capacidad adquisitiva, culto e interesado por el arte.

Plantea que la promoción y apoyo a los artistas deben empezar desde la facultad, desde su formación, en un proceso de descubrimiento de talentos que después encajen en lo que llama una “comunión”: una bolsa de trabajo ligada con galerías y museos.

Respecto a espacios, señala que los del área pública no se promueven demasiado, lo que afecta en un modo la promoción por igual de las exposiciones que albergan. En el caso de la exposición a inaugurarse, pondera al Macol como un espacio con “otra frescura”, dentro de la infraestructura cultural oficial.

La exposición que inaugurará en el Macol el próximo 4 de abril y permanecerá hasta junio, consta de ocho piezas, integradas por tres cuadros de gran formato, tres en pequeño y dos de arte-objeto.