Un día de plaza

Lago de Pátzcuaro. (Foto: especial)

El Lago de Pátzcuaro ha sido un factor determinante para el desarrollo económico de la región, tanto por su belleza natural, como por su abundante producción pesquera y vegetación como la chuspata y el carrizo, insumos necesarios para el florecimiento de algunas actividades económicas artesanales. Era tanta la abundancia de recursos que parecía una fuente inagotable de producción. Lo que permitía a cientos de familias obtener un ingreso mínimo pero seguro para subsistir, sin necesidad de alejarse de la familia para conseguirlo.

Dicho desarrollo sostenido se manifestó con mayor claridad hasta los años 70 del siglo pasado, con el importante flujo de turistas nacionales y extranjeros que diariamente visitaban el Lago y los diferentes productos que cada viernes, es decir el día de plaza, se ofrecían a los vecinos del lugar y de las comunidades rurales del municipio, que semanalmente se reabastecían de bienes y servicios, necesarios para su sustento diario. 

La vendimia se desarrollaba bajo la fresca sombra de una serie de fresnos centenarios, que hasta la fecha circundan la Plaza Grande, que además de mejorar el paisaje, resguardar a decenas de pajarillos, de proteger a los transeúntes de la intensidad de los rayos solares, proporcionar una buena cantidad de oxígeno, han sido mudos testigos del paso de varias generaciones y de acontecimientos históricos que han cambiado la vida del país, como el fusilamiento de María Gertrudis Teodora Bocanegra Lazo Mendoza, el 11 de octubre de 1817, ilustre pátzcuarense y heroína de la independencia.

Al centro de la plaza se encontraba la emblemática “Pila de los Pescados”, diseñada por el pátzcuarense Salvador Solchaga y construida en 1935, por el Ing. Jesús Martínez (José Manuel Martínez-Aguilar), estando como presidente municipal el C. José Ramos Chávez. Diseño que posiblemente fue inspirado en el significado de la palabra Michoacán en Nahuati, significa “lugar de pescadores” o bien del purépecha Michamacuan, que quiere decir “estar junto al agua”, efectivamente, en esos tiempos la superficie del vaso del Lago estaba completamente cubierta de agua y había abundante pesca. Los pescados de la pila hasta parecía que transmitían cierta energía a los compradores, vendedores y paseantes del lugar.

Se comenta que la “Pila de los Pescados” al igual que la construcción del mercado municipal y el muelle en el Lago, formaron parte de un conjunto de obras urbanas que mandó construir en su tiempo el General Lázaro Cárdenas del Río, siendo Presidente de México, quien mostraba mucho interés por mejorar la imagen del lugar. Ahora el actual ayuntamiento logró la construcción de un nuevo mercado, tan digno como lo merecen los pátzcuarenses. 

Era tanta la producción pesquera que los viernes de cada semana, precisamente el día de plaza en Pátzcuaro, las esposas de los pescadores de las islas de Janitzio, Tecuena, Uranden y la Pacanda; así como de las comunidades de la Colonia Revolución y San José Oponguio de Erongarícuaro; Ihuatzio; Ojo de Agua y San Jerónimo Purenchécuaro, alrededor de la Plaza  Grande o la de los pescados, llegaban a ofrecer su apreciada mercancía.

Sobre unas frescas hojas de chayote de calabaza o de alguna otra planta ofrecian las codiciadas especies endémicas como el Pescado Blanco, Akúmara y Achoque; así como las nativas: Chehúa, Chehuita y los tres tipos de charales Charal: el blanco, el prieto y el pinto; los tiros; también carpas, lobinas negras o trucha y mojarra o tilapias, que son las especies inducidas, en ocasiones hasta uno que otro pato despistado que de tanto comer peces engordaba a tal grado que ya no podía volar y era presa fácil de algún hábil pescador.

Era tan fresca la mercancía que algunos ejemplares todavía daban muestra de vida, dando brincos como tratando de escapar o buscando regresar a su hábitat y otros, todavía a esas horas movían sus agallas como pidiendo auxilio; sin duda alguna, el más solicitado era el enigmático, delicioso y medicinal Achoque o Achójki.

Asimismo, personas de algunas de esas comunidades llegaban a vender sopladores o aventadores y los codiciados petates que eran elaborados manualmente con una fibra vegetal llamada chuspata o tule, la cual abundaba en las partes bajas del Lago.

Los sopladores eran utensilios de mucha utilidad en las cocinas de los hogares, ya que servían para avivar el fuego en los fogones o en los tlecuil, a la hora de cocer o calentar los alimentos, mismo que han ido desapareciendo conforme se va sustituyendo la leña por el gas. En la actualidad este singular objeto se usa poco para lo que fue hecho originalmente, hasta se podría decir se ha convertido en un objeto de ornato en algunos hogares.

 Durante décadas los petates fueron artículos de primera necesidad, para la mayoría de las familias de las comunidades rurales de la región lacustre del Lago, así como para muchas otras más allá de dicha área geográfica. Por las noches se extendía sobre el piso y servía para acostarse a dormir, por la mañana se enrollaban o se colgaban en algún espacio donde no obstruyeran la circulación de los miembros de la familia.

También se utilizaba para poner a secar semillas como el frijol, maíz, haba, lenteja u otros granos, inclusive en ocasiones sirvió hasta de mortaja. Poco a poco se fueron sustituyendo por las camas; en la actualidad, más bien se usa como tapete o artículo de ornato, además son pocos los artesanos que todavía los elaboran.

Asimismo, se ofrecían tazcales, canastos, chiquihuites, pajareras, cestos de diferentes tamaños y hasta flautas como instrumento musical, elaborados con carrizo, que se encontraba en manchas o colonias a orillas de los  cuerpos de aguas del lago, arroyos o canales de riego, material menos contaminante que el plástico. Quienes se dedicaban a la elaboración de estos objetos, ganaban poco dinero, pero al fin de cuentas era una fuente de ingreso para las familias de la localidad.

Por otra parte, las aguas del Lago permitían a muchas familias de las comunidades de Huecorio, Tzentzenguaro, Santana Chapitiro, San Pedro Pareo, San Bartolo Pareo, Nocutzepo, cultivar todo tipo de verduras, así como algunos árboles frutales como duraznos, membrillos, manzanas, peras; que recién cosechados y a buen precio llevaban a vender los días de plaza.

Todo ese comercio de primera mano de pescados, verduras y frutas, fue disminuyendo en forma gradual, conforme fueron bajando los niveles del agua del Lago, hasta que llegó el momento que desapareció. Lo que en parte ha provocado la venta de tierras ejidales, la migración en busca del sueño americano, pero lo más grave el daño irreversible a uno de los más bellos ecosistemas acuáticos del mundo, como en un tiempo llegó a ser el Lago de Pátzcuaro.

Ahora el Lago se está secando, la producción pesquera y de insumos para la elaboración de artículos artesanales va disminuyendo en esa misma proporción, los días de plaza ya no se hacen bajo los frondosos fresnos, la “Pila de los Pescados” fue sustituida por una estatua y los días de plaza se realizan en las sucursales de algunas empresas comerciales transnacionales. Afortunadamente la población sigue siendo honesta, trabajadora y con calidad humana.

Tarde o temprano El Lago va a desaparecer; quien hable de su rescate está mintiendo, lo viable es alargar su agonía: evitando el huachicoleo del agua, regulando el uso del suelo, instalando plantas tratadoras de aguas residuales y prohibiendo alambrados y construcciones en los espacios donde va desapareciendo el espejo de agua. De continuar con esa indiferencia en poco tiempo donde antes hubo agua, habrá asentamientos humanos irregulares exigiendo servicios municipales.

 “El Lago de Pátzcuaro se encuentra en un acelerado proceso de deterioro al encontrarse ya en una situación hipertrófica, mostrando los efectos de varias décadas de políticas gubernamentales ambientalmente incorrectas e insuficientes”. (Esteva y Reyes 1999; Toledo, Álvarez-Icaza, Ávila, 1992).

Todos somos responsables de que desaparezca el Lago de Pátzcuaro; pero, sobre todo, algunos gobernantes estatales y municipales, que en su momento nada hicieron para evitar el problema que nos preocupa ahora.