“Rebozo”. Una vida de danza

En “Rebozo”, Valeria estructura cada momento de su existencia con pasión. | Fotografía: cortesía María Azucena Solórzano Ávila

Morelia, Michoacán.- Hay veces que no encuentras cómo transmitir, como contribuir y cómo justificarte en este plano existencial. Si con sólo gritar bastara, o corriendo bastara. Justificar tu tiempo y ganar un poco de satisfacción. Creer que estás aquí por una razón y que ésta se convierta en la causa y propósito. Y es ese propósito que nos alimenta, que nos llena y que también, nos abandona. La búsqueda de esa causa puede llevar una vida entera, y mientras ésta transcurre, nos divertimos y nos distraemos. Cantamos y bailamos.

Pero… ¿Cuál es el propósito? ¿Como entretejer los hilos de la propia vida? ¿Que nos lleva a materializar, a concretar este propósito? Valeria Vega (México, 1978) se cuestiona si es por amor. Y también se responde que por amor se han hecho las locuras más grandes. Por eso, desde los 4 años, Valeria Vega baila. Fiel a su arte permanece, fiel a su causa propia, inherente, indisoluble y que afortunadamente para todos nosotros, siempre la comparte.

¿Cómo desenredar el entramado de las decisiones que llegan y que también nos abandonan súbitamente? ¿Cada cuánto nos cuestionamos y volteamos a ver nuestro pasado sin juzgar? Revisando nuestra creación, la materialización de nuestras decisiones. Como si fuera un rebozo, que más que un trozo de tela, es una metáfora de nuestro vivir, de nuestra cotidianeidad convertida en pasión, en legado y tradición matizado en colores de ilusiones que vagan en rincones atemporales, a veces extraviados ya en la memoria y otros evocados con alegre sutileza del lugar de nuestra infancia, nuestro hogar que ahora habita en el recuerdo. Regresar a casa, al origen. Esta reflexión invita a conmemorar y honrar ese momento primigenio, disolviendo el peso del enredo inentendible del pasado. Una vida que se va entretejiendo, como se teje un rebozo, pieza esencial en el México profundo de tiempos históricos y culturales. El rebozo no solamente cubre y protege, sino que arropa, carga, viste y transmite. ¿Qué cargas? ¿Qué arropas? ¿Qué está en el pasado aún que no te permite soltar?

Esa vida plena en danza, música y sentimiento no podría ser concebida de otra forma. Cual guión original, a veces trágico pero siempre apasionado, ha sido el propósito y la causa de Valeria Vega, cuyo talento le ha permitido ir hilando las etapas de una vida sensible pero agitada.

En “Rebozo”, Valeria estructura cada momento de su existencia con pasión. Histrionismo que sorprende en coloquiales diálogos, su canto y danza colmaron de admiración la noche moreliana. Pasión por la vida misma, siempre con la danza como sostén, como motivo, que va acompañándola momento tras momento, impulso tras impulso, como la maternidad, como la vorágine cotidiana de la tarea inaplazable de la sobrevivencia, pero siempre con música y color e inspiración por su creación. Ninguna obra trasciende ni toca el alma a menos que ésta sea verdadera y hecha con el corazón, con la experiencia de que lo que se comparte es realmente una lectura de lo experimentado.

Sones, polkas, pirekuas ejecutadas con maestría por Celso Duarte quien no sólo acompañó en esta narración de vida a Valeria musicalizando “Rebozo”, sino que su arpa arropó de misticismo la cantera rosa moreliana, dibujando rincones de un pueblo de tejas rojas y paredes blancas que nos hizo recordar el olor a esa lluvia en el adobe, en el barro de muchos veranos en la ribera del lago de Pátzcuaro. Ahí también se presentó “Rebozo”, en fiel testimonio de nuestro México de provincia vivo en colores, texturas y sabores evocando a nuestro Michoacán, pero también a Oaxaca, Chiapas y a ese México que seduce a Valeria. Y cerca está Tzintzuntzan, que cada mágico 2 de noviembre reúne a guares con cempasúchiles, velas y rebozo negro con vivos delgados en blanco y azul. Ese rebozo tan michoacano, tan nuestro.

La producción, música e iluminación, pero sobre todo el talento de Valeria Vega no solo por la danza, sino por vivir la vida misma, nos lleva en búsqueda de ese símbolo que abraza y cubre a la mujer mexicana que sufre, llora, trabaja, evoluciona, perdona y une. Ese símbolo, el rebozo, nos enseña que sí es posible encontrar la trascendencia a través de la vocación de vida. Para Valeria Vega, es la danza y el canto, porque solo así, vale la pena vivirla.

Con información de Juan Carlos Vega Solórzano.