La inconformidad por el agua crece

Se comprobó lo que los pobladores denunciaban: las aguas de estos breves ríos están siendo huachicoleadas al extremo por los productores de frutillas y de aguacates que se han establecido en los últimos años sin regulación alguna. | Julio Santoyo Guerrero

El recorrido fue extenuante y accidentado. Desde el nacimiento del río en Llano Grande hasta las goteras de Villa Madero para de ahí pasar al río Porúas. El propósito era conocer el estado del cauce de estos ríos que son esenciales para la vida y la economía de Madero. De ello fueron testigos decenas de pobladores, autoridades locales, el gobierno municipal de Madero y la Comisión Forestal de Michoacán.

Se comprobó lo que los pobladores denunciaban: las aguas de estos breves ríos están siendo huachicoleadas al extremo por los productores de frutillas y de aguacates que se han establecido en los últimos años sin regulación alguna. Cada tantos metros existe una bomba o una manguera de 3 a 4 pulgadas que toman el agua de represas construidas sobre el lecho de los ríos.

Nos hemos sorprendido al mirar cómo en cada tramo el río es succionado en su casi totalidad por bombas para volver a cobrar vida con otros manantiales y también, otra vez, succionados hasta exprimirlos.

Preocupa que en algunos cultivos esté colocada la simbología de “prohibido el paso a niños y mujeres embarazadas”, pero en el lecho del río se están tirando los embaces de los químicos que motivaron el anuncio.

Hasta ahora el manantial de El Burro sigue siendo generoso, es abundante muy transparente y de admirable hermosura. De ahí se provee de agua a la cabecera municipal, sin embargo, en ciertos tramos sus ductos tienes tomas para regar plantíos.

En algunos segmentos del río el color es negro de las tantas mangueras. Sobran las mangueras y falta el agua en el lecho del río. De acuerdo con la base de datos de Conagua en Madero sólo hay 39 autorizaciones de concesión de aguas, 26 de aprovechamientos superficiales y 13 para aguas subterráneas, es decir, pozos. De acuerdo con la geolocalización de cada autorización se puede concluir que la inmensa mayoría de las tomas de grandes cantidades de agua no están autorizadas.

El que mira esta anarquía no puede dejar de hacerse la pregunta ¿cómo es que llegamos a esto?, ¿en dónde estaba el gobierno, el Estado, cuando este caos comenzó a ocurrir y en dónde sigue estando?

Mientras caminamos entre piedras enverdecidas por el musgo y charcos agónicos, que almacenan con celo apenas un hilillo de agua, podemos concluir que la marginación en Madero es de tal magnitud en materia de obras hídricas que las pequeñas localidades y los poblados utilizan aún los retranques centenarios de escurrimientos y manantiales para llevar el agua para su consumo. No hay grandes presas públicas que aprovechen los torrentes de la lluvia para almacenarlos.

La marginación en infraestructura hídrica de Madero explica, en parte, el crecimiento desmedido de la infraestructura privada ilegal de grandes productores de aguacate y frutillas que se han apropiado de retranques y la mayoría de los escurrimientos que se generan en la serranía, por eso la sequía.

Parece ser que ni a los grandes aguacateros ni a los cultivadores de frutillas les ha parecida oportuna la reflexión sobre el hecho de que el agua no es infinita y que ya no alcanza ni para ellos ni tampoco para la población. Sus usos mega agrícolas, con la actual infraestructura, son insostenibles e insustentables.

Si se consideran los caudales de agua usados para los cultivos agrícolas y se contrastan con los usados por las personas se concluirá que el derecho humano al agua está descartado en Madero. Es decir, el esquema es violatorio de nuestra constitución.

La crisis del agua en Madero es de tal magnitud que su desastre se puede ejemplificar con la operación de la hidroeléctrica Porúas, la más antigua de Michoacán (1905), que aprovecha las aguas del río del mismo nombre. Hasta hace 20 años la hidroeléctrica funcionaba con tres turnos de producción, actualmente opera con un solo turno de ocho horas y descansa sábado y domingo porque el agua ya no es suficiente para mover las turbinas.

Sobre el río Porúas, a tan solo 150 metros de la cortina de la presa de la Comisión Federal de Electricidad, se localizó una bomba sumergible de grandes dimensiones instalada en el lecho del río sobre una oquedad construida que llevaba el agua a una mega hoya instalada en una huerta denunciada por tala ilegal y cambio de uso de suelo en alrededor de 80 hectáreas, según expediente: MOR/053/24472/2021. Este cambio de uso de suelo es el más grande de Madero. Denuncia que por supuesto duerme el sueño de los justos con el agrado de los delincuentes ambientales.

Para justificar su barbarie, algunos personajes ligados con estas atrocidades ambientales suelen justificarse con diversos argumentos: que crean empleos, los de tierras abajo también abusan del agua, los pobladores también llevan agua a sus parcelas, el agua es suya porque está en su propiedad, las hoyas sirven para evitar que el río Curucupatzeo en tiempo de aguas se desborde, presentan títulos de concesión que no corresponden con el lugar evidenciado, y, otros hacen lo mismo y no les hacen nada.

Bajo la propuesta de “agua y paz social” se realizará el 26 de abril en Villa Madero una mesa de acuerdos entre algunos productores y pobladores para consensuar criterios que permitan hacer posible la idea de que el “agua es de todos y para todos”. El acuerdo será vital para evitar que la inconformidad escale a un estallido social de consecuencias que nadie desea.