ECOS LATINOAMERICANOS: El tercer debate

Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl Gálvez Ruiz y Jorge Álvarez Máynez. | Fotografía: Heraldo de México

El pasado domingo se realizó el tercero y último debate entre los aspirantes a la presidencia de la república. En dicho evento Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez tuvieron la última oportunidad de adquirir votos mediante este ejercicio oficial de campaña electoral. Si bien fue un evento criticable por mantener cierto grado de monotonía en las respuestas y sobre todo por el hecho de tener que abreviarlas debido a la dinámica del tiempo, impidiendo así que las tres candidaturas pudieran aportar detalles de sus proyectos, en general puede decirse que fue el mejor, o en todo caso el menos malo, de los tres debates presidenciales para esta campaña.

Sin embargo, el desempeño fue variando conforme cada uno de los tres candidatos, lo cual es entendible dadas las circunstancias que tienen cada uno de los aspirantes a la presidencia. Aun así, es indudable que puede calificarse el desempeño comparado de los tres haciendo una ponderación proporcional conforme a la situación de preferencia porcentual y de capital político acumulado. Si bien no es que hubiera demasiada diferencia de calidad entre el mejor debatiente y el peor, vale la pena señalar los aciertos y errores de las tres alternativas para el próximo 2 de junio.

Máynez lo hizo bien, fue sin duda el que mejor desempeño tuvo al menos en cuestiones de propuesta técnica y política. Optimizó bien su tiempo para simultáneamente críticar tanto al oficialismo como a la oposición del PRI-PAN-PRD, y de manera alternativa mostraba sus propuestas en las distintas temáticas. Debe destacarse que en materia de política exterior fue el único que abandonó momentáneamente la retórica y la abstracción para aterrizar de forma concreta en temas polémicos y específicos, aunque solo fuera por unos instantes, como su crítica contra Donald Trump, al que acusó de racista, y la condena doble contra las acciones de Hamas y también contra el gobierno israelí de Benjamín Netanyahu.

No obstante, el propio Máynez sabe que sus posibilidades de triunfo son mínimas por lo que puede darse el lujo de evocar este tipo de criticas o discursos a sabiendas que no tendrá que hacerse responsable políticamente de ello, toda vez que no hay demasiada oportunidad para el candidato naranja de concretar la victoria por la presidencia en estas elecciones. Aun así, cumplió su tarea de posicionarse a él mismo y a Movimiento Ciudadano en los electores indecisos o que aún no sabían sobre él como candidato. Y aunque estas elecciones no están para una victoria naranja, la actuación de Máynez contribuye sin duda para fortalecer al partido para el próximo sexenio.

Claudia, por su parte, se mantuvo firme y tuvo una actitud mucho más sobria que en los pasados debates, evadiendo los comentarios y preguntas incómodas y solo respondiendo directamente a los que le eran más convenientes para su imagen. Si bien fue una estrategia algo monótona y que ya había utilizado en los debates pasados, en esta ocasión pudo emplearla mejor, al tiempo en que redujo su rigidez para comunicar los mensajes que le interesaban.

Aunque fue más retórica, dentro de lo que cabe, cumplió su tarea de mantener una imagen triunfalista y de delantera en la carrera presidencial. Al tiempo en que también defendió las acciones de su administración en Ciudad de México y del gobierno de López Obrador. Sin embargo, justamente esta estrategia de preservación de votos y ventaja electoral, inhibieron que Claudia tuviera que profundizar en las propuestas señaladas. Únicamente dando a entender de manera concreta que la mayoría de sus proyectos tendrán como uno de los ejes centrales la prevención social.

A su vez, pudo haber tenido una mejor temática en la pregunta personalizada que hizo en la última ronda del debate, donde propuso la reducción del esquema plurinominal en el poder legislativo. Dicha propuesta si bien en estricto sentido no es inviable de realizar, no aportaría mucho al desarrollo institucional, y más bien correría el riesgo de reducir las opciones político-partidistas que actualmente existen, lo que a su vez se traduciría en menos opciones de votación para la ciudadanía.

Finalmente, Xóchitl se sintió mucho más rígida que en el anterior debate, se le notaba mucho cansancio, y solo pudo encontrar su propio ritmo hasta prácticamente el último cuarto del evento. Probablemente esto se debió a su previa participación en la manifestación del zócalo que ocurrió unas horas antes. Si bien, aunque dicho evento fue una buena oportunidad para publicitarse, también claramente le afectó el desempeño en este debate.

Si bien logró presionar a su principal rival en algunos momentos, hizo uso de una estrategia demasiado agresiva, lanzando un ataque tras otro, omitiendo de esta forma la proposición de proyectos y políticas que podrían haberle ayudado a posicionarse con los votantes indecisos. Sumando a ello a que varios de los golpes que arrojó contra Claudia no tenían las mejores fuentes en cuanto a calidad se refiere, más bien parecían intentos de denostar a la candidata oficialista a cualquier costo.

En vez de ello debió de intentar la estrategia de Máynez de alternar propuestas y críticas precisas, para de esta forma verse no solo como una simple opositora sino como alguien con un proyecto político concreto. Sin mencionar que trató de llevar a debate un tema religioso al criticar a Claudia con una fotografía con la virgen de Guadalupe y además haciendo referencias a términos espirituales como “pecado”, lo cual es un arma de doble filo en un país como México, ya que, si bien la mayoría es una población católica, arrojar el tema desde esa forma tan abrupta más bien podría haber causado críticas e incluso ser interpretado como una forma de desesperación política.

Ahora bien, este ha sido el último ejercicio de contraste directo entre las tres candidaturas, y, aunque fue quizá el mejor de los tres debates de esta campaña, no parece que la opinión pública en general haya cambiado, quizá una minoría de electores indecisos pudieron haber pensado mejor su voto, pero probablemente para la mayoría del electorado este debate no represente mucho. Ahora solo queda dar seguimiento en los distintos foros a los que asistan las tres candidaturas o directamente en sus discursos públicos para ver si hay otro elemento novedoso que analizar. Pero fuera de ello solo resta esperar a que dentro de casi dos semanas cada una de las tres candidaturas mida sus fuerzas políticas reales en las urnas.