El ciudadano no es un medio en una democracia

10 casillas especiales estarán disponibles para aquellas personas que no se encuentren cerca de su sección electoral. | Fotografía: Prensa SEE

Usted, el próximo domingo 2 de junio tendrá dos opciones: dedicar unos minutos de su vida en dirigirse a una casilla electoral, saludar a sus vecinos, identificarse con su credencial de elector ante una mesa directiva, recibir el mismo número serial de las 5 o 6 boletas, según su entidad federativa, e identificar en cada una de ellas a quien usted decida represente y contribuya al municipio, estado o país que quiere ver en su futuro próximo; y la segunda opción es no hacerlo, seguir el camino natural de su vida y proclamar la máxima del ciudadano indiferente “todos son iguales, de todos modos es lo mismo”, la respuesta a esta indiferencia es que “no” no siempre son iguales, no siempre representan lo mismo.

Este domingo debemos hacer valer un derecho, el derecho de decidir a quienes fungirán como autoridades mexicanas para los próximos años. Ir a votar por una representación política se define en el criterio de una transferencia de voluntad ciudadana que termina por transformarse en poder público, es decir: nuestro voto otorga poder para ser usado en favor o en contra de nosotros mismos.

Quien pretende ser gobernante debe saber que su posición no se establece por medio de los ciudadanos, nosotros no somos el medio para que alguien pueda ser gobernante, pues ese no es, aunque así lo parezca, o así nos hayan hecho creer el objetivo de votar, nosotros no somos dadores de victorias electorales, nosotros los ciudadanos elegimos a través del instrumento del voto a quien le otorgamos responsabilidad pública. Lo que quiere decir esto es que justamente el voto y la constancia de mayoría es solamente el inicio de un ejercicio democrático, donde el gobernante usa el poder político bajo un andamiaje jurídico para que en su uso contribuya a la solución de problemas sociales y al desarrollo de una sociedad específica: en pocas palabras, el gobernante debe responsabilizarse de sus actos políticos bajo la consigna de buscar y proteger el bien público.

Dicho lo anterior, se podrá dar cuenta, estimado lector, que votar, no solamente es ir a tachar uno de los cuadros que se ven en la boleta, esa modalidad de ejercer el voto define una calidad ciudadana tan deficiente como ejercer un voto lineal sin darle a cada boleta su valor específico que en la práctica del ejercicio del representante por su puesto que existe.

Este 2 de junio hay que votar a conciencia, hay que ir a votar. El propósito de esta obligación ciudadana debe definirle a cualquier gobernante que estará siendo observado, vigilado por un grupo de ciudadanos que optaron por él o por ella para que se convirtiera en un tipo de autoridad, pero también de otro grupo ciudadano que nunca lo consideró como una opción. Al final, toda esa ciudadanía en su conjunto requiere soluciones. El gobernante sabio reconoce esa diversidad.

En una democracia las disidencias son parte fundamental de la vida de la misma, el respeto a esa disidencia por parte del poder investido por una mayoría nutre los valores democráticos y con ello el desarrollo y crecimiento de una sociedad con altura política.

En una democracia el ciudadano no es un medio de la victoria de un gobernante, nosotros los ciudadanos somos el principio y el fin de la democracia, en nosotros se define el criterio de mayorías y minorías, en nosotros se legitima el poder pero también se limita: salgamos a votar, votemos por nuestro México.

Evidentemente, este mensaje no va dirigido a un porcentaje de personas que incluso sus domingos tienen la necesidad de buscar el alimento que permita a sus familias sobrevivir ese día, pues se vive un día a la vez y lamentablemente nunca han sido prioridad para ningún tipo de gobierno, la patria a ellos a un les debe y mucho.

Eppur si muove