A dos años de su asesinato, presentan ‘Yawimé. Las huellas de Javier y Joaquín’

El lunes 20 de junio en la parroquia de la comunidad de Cerochoui, Chihuahua, fueron asesinados arteramente dos sacerdotes jesuitas en el atrio de su parroquia. (Foto: especial)

Morelia, Michoacán.- Imágenes de la majestuosa Sierra Tarahumara, con sus sinuosos caminos y sus comunidades ocultas, acompañan las voces de una veintena de habitantes de Cerocahui que convivieron de manera muy cercana con los sacerdotes jesuitas Javier Campos, conocido como Padre Gallo, y Joaquín Mora, llamado Morita, asesinados hace dos años al pie del altar del templo de San Francisco Javier, y que aún sufren su ausencia.

De acuerdo con información de Gloria Leticia Díaz, reportera de Proceso, esas son voces plasmadas en el cortometraje Yawimé. Las huellas de Javier y Joaquín

“Dieron su vida por todos nosotros”, acota Lorenzo, uno más de los habitantes de la parroquia de Cerocahui, quienes compartieron sus historias ante la cámara de Ruiz Velasco. 

Producido por Ruiz Velasco y los sacerdotes Esteban Cornejo y Aldo Hernández, auspiciado por las fundaciones Loyola y Sertull, el cortometraje da voz a feligreses, sacerdotes y religiosas que convivieron con Campos y Mora para conmemorar los dos años de la tragedia que enlutó la Tarahumara y a la Compañía de Jesús. 

El filme recaba anécdotas de la solidaridad de los sacerdotes sacrificados con el pueblo rarámuri, con los pobres, los enfermos y necesitados: el respeto a la cultura y las costumbres indígenas, así como la alegría con que ejercían su ministerio.

Hace dos años el mundo se conmocionó con la noticia del asesinato de los sacerdotes, al tratar de defender al guía de turistas Pedro Palma, quien buscó refugio en el templo al ser perseguido por José Portillo Gil, el Chueco, perteneciente al cártel de Los Salazar, jefe de plaza de la región. 

El agravio no sólo quedó en el asesinato de las tres personas, sino que el agresor, el Chueco, y miembros de su banda se llevaron los cuerpos, pese a los ruegos de otro de los jesuitas que atestiguó el triple crimen, Jesús Reyes; 48 horas después los cuerpos fueron hallados en la sierra.

Previo a los homicidios, la organización del Chueco asesinó a Paul Berrelleza y quemó su casa. El jefe criminal cargó su furia contra el joven, jugador de un equipo de beisbol que financiaba el propio Chueco, y que perdió un partido. En marzo de 2023 el cuerpo del cabecilla fue encontrado sin vida en Choix, Sinaloa.

Algunos otros integrantes de la banda de Portillo Gil han sido detenidos, el último de ellos fue arrestado el 14 de junio último, Carlos “N”, en la ciudad de Chihuahua.

La tragedia derivó en serios cuestionamientos por parte de la Compañía de Jesús a la política de seguridad emprendida por el presidente Andrés Manuel López Obrador, de “abrazos y no balazos”, que en los hechos continuó la estrategia de militarización de sus antecesores, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. 

La crítica de la Compañía de Jesús fue acompañada de una serie de foros, Diálogos por la Paz, a los que se sumó la Conferencia del Episcopado Mexicano, la sociedad civil y la academia. Se trató de conversatorios de los que surgió un documento que fue firmado por las entonces candidatas presidenciales, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, y el aspirante Jorge Álvarez Máynez.

A dos años de los homicidios, para Ruiz Velasco este documental también es un tributo a los sacerdotes, dice en entrevista el cineasta egresado de la Universidad de Guadalajara del Departamento de Imagen y Sonido (DIS), quien además ha dirigido Hijos del Mar (2020) Los anhelos todavía (2022) y Umbrales del Exilio (2022), y que también forma parte de la comunidad jesuita. En febrero de este año fue invitado por el párroco Esteban Cornejo a realizar el filme.

Acompañado en todo momento por los sacerdotes jesuitas y de la religiosa Silvina Salmerón, Velasco de Alba recorrió durante diez días el territorio que comprende la parroquia  de Cerocahui.

“Hay un dolor muy fuerte aún, sigue habiendo un poco de temor en la sierra, en algunos trayectos acompañó la Guardia Nacional por las medidas cautelares que tiene la comunidad jesuita en Cerocahui, pero hay zonas en las que la Guardia no entra, por los roces de los grupos de allá”, comenta el cineasta.

En memoria de los sacerdotes sacrificados, la comunidad jesuita de la Tarahumara realizó una caravana que tuvo como punto de encuentro el lugar en el que fueron hallados los cuerpos de Javier Campos y Joaquín Mora, con rumbo a la parroquia de Cerocahui, donde se rezó y por la noche sería exhibido el documental, para después realizar una velada con cantos y bailes rarámuris.

Para este jueves 20 está programado que obispos de Chihuahua se reúnan en la parroquia de Ceracahui, donde oficiarían una misa en honor a los jesuitas. Por la tarde se realizará una ceremonia religiosa en la parroquia de la Sagrada Familia, en la colonia Roma, Ciudad de México, en cuyas inmediaciones se develará un mural conmemorativo por los dos años de los asesinatos de los sacerdotes y el laico.